Taylor's POV
Estaba sentada en el sofá con las piernas abrazadas a mi pecho mientras les daba paso libre a lágrimas que se deslizaban por mis mejillas. Eran las 5:30 de la tarde y solo Kendall que estaba al otro lado del mundo se había acordado de mí cumpleaños, ni mi padres ni Patrick me habían felicitado y aunque quisiera negarlo me dolía que Rebeca tampoco lo hubiera hecho, aunque de ella lo comprendía porque no lo sabía, me había dicho que no podía venir a cocinar porque había quedado en salir con Jade y no podía molestarme con ella por eso, pero aun así dolía estar sola en un día que se supone debía ser especial.
Giré mi rostro hacia la puerta cuando escuché tres leves toques, iba a ignorarlo, pero volvieron a insistir, me limpié las lágrimas, aunque era inútil en este momento debía estar hecha un desastre, la nariz y los ojos rojos e hinchados, di un vistazo hacia abajo aún estaba en pijama. Qué más da, pensé. Volvieron a tocar la puerta y tomé el picaporte molesta.
—¡¿Qué qui... —mi grito se desvaneció cuando abrí la puerta de golpe y ahí estaba ella frente a mí con una sonrisa que se desvaneció poco a poco al verme.
—¿Estás bien? —preguntó preocupada.
—Sí, ¿Qué haces aquí? —dije cortante tratando que se fuera rápido para que pudiera seguir llorando. Ella titubeó un poco.
—Yo —lentamente sacó sus manos detrás de su espalda en una de ellas había un osito de peluche y en la otra una rosa roja —feliz cumpleaños —murmuró con una sonrisa nerviosa. No lo soporté más y me arrojé a sus brazos dejando que me protegiera. —Hey, tranquila —acarició mi espalda lentamente. Negué con la cabeza escondiéndome en su cuello, ella suspiró y no supe como terminé con mis piernas enrolladas en su cadera mientras Rebeca me llevaba hacia el sofá después de cerrar la puerta. —¿Qué tienes, Tay? —preguntó suavemente en mi oído después de que se sentó conmigo en su regazo. —Puedes hablar cuando estés lista —dejó un pequeño beso en mi cabeza. Sentía sus caricias en mi espalda dándome su apoyo.
—Hoy es mi cumpleaños —ella asintió en compresión, no la veía a los ojos porque aún seguía escondida en su cuello. —esperaba al menos una felicitación de mis padres o de Patrick, pero no recibí nada —sollocé —Kendall me felicitó, pero no está aquí, estoy tan sola —murmuré —¿de qué me sirve que mis padres tengan tanto dinero si no tengo a nadie? —me aferré a su sudadera con mi mano —Pensé en ti y luego te odié porque no sabías que era mi cumpleaños —sentí su pecho vibrar cuando soltó una risita.
—No estás sola Tay, ya no más —acarició mi cabello tiernamente —estoy aquí y no me iré a ninguna parte, además tienes a Kendall, ella te quiere mucho y estoy segura que cuando regrese no se despegarán ningún segundo.
—Gracias por venir. —levanté un poco mi cabeza y besé su mejilla. —¿Cómo sabias que era mi cumpleaños? —dije confundida.
—Cuando Kendall fue a la cafetería a despedirse me comentó que tú cumpleaños era el 16 de enero y tengo una excelente memoria para las fechas. —me reí saliendo de mi nuevo escondite con un poco de pena, ella sonrió y pasó sus pulgares por mis mejillas. —¿mejor?
—Sí, gracias —asentí y aplasté sus mejillas con mis manos —¿Dónde está mi regalo? —pregunté provocando que ella sonriera de esa forma tan linda.
—Esa es la Taylor que conozco —Rebeca colocó una mano en mi espalda y se estiró un poco para alcanzar el regalo que había dejado en la mesita que estaba a lado del sofá. —Hubiera llegado más temprano pero como es domingo tenía que trabajar en la mañana —sonreí mientras tomaba el pequeño oso de peluche entre mis manos, era adorable, era de color café claro y tenía un pequeño moño rojo en su cuello. Después tomé la rosa que me ofrecía tímida y la guíe hacia mi nariz para oler ese maravilloso aroma, nadie me había regalo flores, ni siquiera Patrick. Había recibido toda mi vida regalos costosos, pero sin valor sentimental alguno, pero esta flor y este oso eran los mejores regalos que había recibido, sabía lo duro que trabajaba Rebeca para poder vivir y eso hacía que lo valorara aún mil veces más.
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Todo de mí
Teen FictionAlgunas veces la persona que menos esperamos termina a nuestro lado.