Mi Suerte | JinSu - YoonJin |

Capítulo 3

Julio 2019

Me estoy empezando a desesperar por la cantidad de pensamientos que se acumulan en mi mente. Por lo que me ha pasado en los últimos meses.

Todo es una completa pesadilla, sigo pensando en qué fue lo que hice mal para que me pase esto.

Pasé de ser uno de los mejores graduados de mi universidad, uno de los que tenía un futuro exitoso asegurado, palabras de docentes, a ser esto. A ser un don nadie.

Escucho el timbre de mi casa ser tocado, me dirijo a mi puerta y la abro.

– ¡Hyung, ¿Cómo estás?! - Me pregunta y yo le doy espacio para que siga.

– NamJoon-ah, estoy bien. ¿Cómo estás tú? - Pregunto mientras me dirijo hacia la cocina para hacer café. Él siguiendo mis pasos.

– Bien, Hyung. Me hacía falta verte. - Dice dejando sus hoyuelos a la vista.

Me giro y le sonrió. – También te extrañé, Nam. Pero tus responsabilidades están primero.

Él asiente para nada convencido de mi afirmación. Nos quedamos en silencio y yo aprovecho para buscar pocillos y un plato para poner el desayuno que él trajo para compartir.

Le descargo el plato cerca y me dirijo a la cafetera que ha empezado a sonar indicando que el café está listo.

Lo sirvo y me dirijo con ambos pocillos en mano para poder empezar a desayunar.

– Tú, ¿Cómo sigues, Hyung? - Pregunta mientras saca los diferentes panes con rellenos saldados y dulces.

Suspiro y medito, muevo mi cabeza en negación y sonrió por inercia, acompañado de una risita desganada.

– No sé, Nam. No sé qué está pasando. Nada sale, de todos los planes... Ninguno ha funcionado. Simplemente las cosas no se están dando. Y no es porque no me esfuerce. - Digo de manera rapida, empezando a ponerme ansioso. 

Por este motivo no pienso mucho las cosas. Trato de tomarme todo con calma. En mis años de adolescencia tuve varios eventos en los que colapsaba por el estrés, por querer mantener todo controlado.

Tomo una fuerte respiración y trato de continuar. Sé que el comprende lo que estoy sintiendo.

– Tranquilo, Hyung. Ya le dije que puedo ayudarlo si usted me lo permite. - Dice, viendo con detenimiento mi rostro. – Sé que puedo ayudarte, solo... Déjame.

– Nam, sabes que por la forma en que me criaron no me lo puedo permitir. Pero sé que estás ahí para mi, si veo que no puedo más te lo diré. Aún no estoy al límite, aún tengo unos pocos ahorros. Puedo seguir intentándolo.

Él asiente, y no quisiera tener que contarle lo que me pasa. Pero prometimos decirnos todo el uno al otro. Y aún sino le contara, él se enteraría y todo sería peor, porque se sentiría traicionado por no contarle lo que me sucede.