Él se ha dado cuenta

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Las cosas iban muy bien.

Bueno, no muy bien para el joven, quien estaba realmente agobiado.

Perdió a sus amigos, el respeto que le tenian y su dignidad. Solo le quedaba su novia.

Ambos estaban sentados juntos en la mesa de la cafeteria, solos. Comían uno frente a otro, sin hablar.

Todo estaba tranquilo para ambos, hasta que llegaron un grupo de tres chicos que se colocaron justo detrás del joven, con una sonrisa.

-Vaya, vaya, ¿a quién tenemos aquí?- dijo uno de los chicos detrás del joven, quien suspiró.

Desde que su novia le había prohibido golpear a cualquier persona, la gente ya no le respetaba.

Recibió un empujón de uno de ellos, haciendo que cayeron al suelo. La chica lo miró y se levantó, agarrando su bandeja y marchándose a la mesa de Bebe.

A nadie le importaba el joven, quien estaba siendo golpeado en el suelo. Todos pasaban por ahí, pero nadie hacia nada, porque a nadie le importaba aquel chico.

La hora de cafetería había acabado, y todos se habían marchado, excepto la chica, que miraba a su pareja tirada en el suelo, adolorido. Se acercó a él, quien la miró tratando de sonreír.

-¿Estás bien?- preguntó la rubia, a lo que él se intentó levantar, consiguiéndolo.

-Sí, n-no te preocupes, cariño.- habló con una sonrisa temblorosa.

La inglesa le agarró la mano y comenzaron a caminar hacia la enfermería, donde el chico fue curado por la enfermera, quien no habló ninguna vez.

Muchos de sus pacientes fueron a causa de aquel chico. Y por ello no le importaba.

Las clases acabaron tres horas después. El chico podía caminar mejor, así que fue junto a la chica a su casa.

-Adios, cielo.-

-Chao, bebé.- sonrió con su muy encantadora sonrisa y entró a su casa, donde la madre la miraba.

-Ayer no viniste a casa.- habló de brazos cruzados.

-Estuve con una amiga.-

Comenzó a subir las escaleras, mientras la mujer la miraba intimidante desde el piso de arriba.

Solo quedaba un día. Un día para que dejase a aquel chico que había posado su corazón en ella.

Y pasó rápido, porque cuando se dio cuenta ya era de día. Tragó saliva y se fue a casa de Bebe para prepararse.

Fueron juntas, mientras que Pearl miraba a su novio, que estaba en la entrada esperándola, con una cara seria y cansada.

Se quedó hablando con sus amigas, quienes charlaban sobre el próximo examen, hasta que un judío llegó, junto a una chica rubia que parecía enfadada.

-Pi- Pearl, ¿podemos hablar?-

La chica asintió y entraron a una clase vacía.

-¿Qué queréis?- miró su reflejo en la ventana y comenzó a peinarse inconscientemente.

-Pip, debes parar esto.- la inglesa los miró, con cara de pocos amigos.

-Lo pararé cuando a mi me apetezca.- se acercó a paso lento. -No os preocupéis queda muy poco.-

Empujó a un lado a ambos chicos, pasando por medio de ellos y abriendo la puerta.

-Damien quiere hablar contigo.- habló por fin Estella, a lo que la rubia se giró, sonriendo.

~La viva imagen de la maldad~/ Pip x Damien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora