Pearl y sus tratos raros.

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Se acercó hacia el joven con un paso bien formado. Todos fijaban su vista en él, mientras este miraba directo a su víctima.

–Hey, ¿me das de eso?– preguntó "la chica, sonriendo, poniéndose delante de él.

¿E-eh?– preguntó el chico, embobado por la imagen de la chica frente suyo.

La rubia señaló un pequeño cartón de lo que parecía ser leche, a lo que el chico nervioso la agarró y se la dio, nervioso.

–Awww, ¡muchas gracias! Hey, ¿qué te parece si nos vemos al salir de clase?– habló la chica con su típica sonrisa, encantadora y superficial.

El chico solo asintió varias veces, mientras la chica se alejaba y le guiñaba un ojo.

El otro si la miró, embobado, viendo como esta volvía a su mesa y bebía la leche con felicidad, riendo con sus amigas.

Todo ese día fue normal. Mucha gente preguntaba por salir a la chica, mientras esta no daba un "no", pero te dejaba con la duda de si cedía o no. Y eso a ellos les encantaba, solo por la simple idea de conocer a una chica tan carismática.

El chico esperaba en la puerta del instituto a su amada, quien salió minutos después con una sonrisa, salundo amablemente. Comenzaron a caminar juntos hacia ningún lugar, solo caminar por las calles nevadas sin ningún rumbo fijo.

Y pudieron ver a aquella rubia de la mañana. Bebe pasó, mirando con una sonrisa a la "chica" y con desprecio al chico, quien solo apartó la mirada.

–¿Hoy no le vas a decir nada?– preguntó el rubio.

El chico la miró asustado.

–Yo...¿te tengo a ti ahora? Creo...– la chica miró al mayor con una cara realmente perturbadora. Una sonrisa cínica de psicópata y los ojos achinados.

–Claro... Pero, si quieres estar conmigo, deberás cumplir unas reglas.– hizo que ambos se quedaran quietos y se posicionó delante de él, quedando cara a cara. –Uno, nada de ligar con otras chicas, ahora estás conmigo, ¿de acuerdo?– el chico asintió, mirandole a sus ojos, iguales a un hermoso acuario.– Dos, vi lo que le hiciste el otro día al rubio en el callejón. Eso está muy mal, querido...–

El chico miró asustado a la chica y luego al lado, justo donde estaba el callejón donde golpeó a a que rubio ayer.

–Vamos, no es tan difícil. Además, tú quieres tener feliz a tu princesa, ¿verdad?– el chico asintió cínicamente, mientras la chica se alejaba y seguía andando. –Haces bien.–

Estuvieron un rato hablando sobre sus gustos y todo aquello, hasta que la noche cayó y el rubio volvió a su casa. Su madre, por suerte, no estaba. Se quitó todo aquel maquillaje y se acostó, cansado.

Se levantó con una sonrisa. Se paso su ropa normal y corrió a la casa de su amiga, llevando con él unos pasteles azules.

¡Buenos días, Bebe!– habló el chico, entrando a la casa, cargando con una mano los pasteles.

–Buenos días, Pip.– sonrió y cerró la puerta, bostezando.– Hey, ¿qué le hiciste al chico ese? Red me contó que hoy salió a la calle y el chico ese no le dijo nada como solía hacer.–

–Simplemente él necesitaba una correa... Porque eso es lo que llevan los perros pulgosos como él.–

La chica rio levemente, un poco asustada por la actitud de su amigo.

Subió a vestirse mientras el rubio colocaba la mesa para desayunar juntos. Y como había dicho, ambos desayunaron, riendo y hablando.

Al acabar la rubia se puso manos a la obra. Maquilló y peinó al rubio. Él se puso un vestido azul marino y debajo otro jersey azul claro.

–Wow, creí que no te ibas a poner vestidos.– dijo la rubia, riendo.

–Bueno, creo que esto me hará más encantadora.– lanzó un suave beso al aire, poniéndose un pequeño sombrerito de copa que adornaba su cabello a la perfección.

Comenzaron a andar hasta en colegio. Y, como no, ahí estaba el chico esperando a su dama. La chica llegó a ver al chico, quien sonrió enamorado al ver a su amada.

Entraron juntos al instituto, mientras todos miraban celosos al chico. Y esto el mayor lo notó, sintiéndose realmente superior y suertudo.

Hasta que un joven se chocó contra el mayor.

–¡P-perdón!– dijo el rubio menor en el suelo.

El chico se arremangó enfadado, hasta que sintió la asesina mirada de su "novia", quien lo miraba llena de ira.

El joven suspiró y volvió a su posición inicial, agarrando la mano de la chica mientras esta sonreía feliz.

El rubio se levantó temblando, corriendo hacia un rubio más alto de capucha, que lo abrazó al instante.

Y mientras Bebe miraba feliz su obra maestra. El ángel que los salvaría de la ola de terror que provocaba ese joven.

Todo fue bien en clases. En la cafetería el chico se sentó con sus amigos y la rubia con las chicas, quienes hablaban sobre el gran cambio que había pegado el joven bravucón gracias a la rubia de puntas azules.

Tocó el timbre y volvieron a clase, y como ayer, ambos fueron andando hacia sus casas, juntos.

¡Muy bien hecho, cariño! Estoy orgullosa de ti.–

–Oh, bueno...– se rascó la nuca sonrojado.– Gracias, princesa.–

La chica se abalanzó a abrazar al chico, quien sonrió ante el acto, abrazándole también.

Mientras que la rubia cambia su cara amable a una de burla.

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Olaaaa.

Literal en la última escena me imagine a Pip con cara rara.

Literal en la última escena me imagine a Pip con cara rara

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Sinceramente seria épico verlo poniendo esa cara.

Tampoco sabia como explicar esa cara, así que os dejo una foto.

Bueno, y eso, os quiero, nos vemooos.

Lenay~🌹

~La viva imagen de la maldad~/ Pip x Damien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora