Donde Pip tiene una pelota

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Estella.

Estella.

¡Estella!

-¡ESTELLA!- gritaba el rubio, tratando de sacar a la chica de su trance. -Estella, amiga, llevas cinco minutos mirando hacia la pared.-

-¿Eh?- miró hacia todos, confundida. -Estaba pensando en mis cosas.-

-Oh...- siguió hablando con sus amigos, mientras la rubia permanecía callada, mirando hacia la chica, quien se dio cuenta de su mirada y sonrió tímidamente.

Aquello le pareció realmente tierno a la rubia, quien se sonrojó levemente y apartó la mirada avergonzada y levemente molesta por ese comportamiento suyo.

La castaña rio levemente. Siguieron echándose alguna miradita rápida hasta que el timbre sonó.

Era hora de Educación Física. La clase más odiada por el rubio. Su pierna ya estaba curada y el justificante caducado, por lo que no tenía excusa.

Comenzaron a entrar por el polideportivo y para muy mala suerte de Pip, era de parejas.

Pero recordó a la chica rubia que había llegado a salvar su vida.

-Hey, Pip, ¿tienes pareja?- preguntó un pelinegro, acercándose y sobándose la nuca con vergüenza.

-Oh, yo...- miró hacia atrás, pero vio lo más inesperado. La castaña hablaba con la rubia, quien se veía molesta y realmente avergonzada, hasta desde allí podía notar un sonrojo en su cara. Se dio la vuelta y suspiró.- No...-

-¿Quieres que tú y yo...? Bueno, ya sabes.- le ofreció su mano.

El inglés lo miró sorprendido, pero luego apretó su mano con la suya.

-Me encantaría.- dijo con una sonrisa.

El entrenador llamó a los alumnos para reunirse a su alrededor. Todos corrieron hacia él, haciendo un círculo a su alrededor.

-Bien, hoy haremos algo divertido.- habló chocando sus puños con alegría. -Vamos a jugar balón prisionero.-

Algunos miraban felices al entrenador, otros se quejaban en bajito a sus amigos y uno lloraba.

-Empezareis jugando con vuestra pareja, luego os juntareis con otros dos para hacer un 4 vs 4. Por último jugareis los equipos que hayan ganado todas las partidas.

Todos asintieron y se repartieron por el polideportivo a sus anchas.

Damien y Pip trataban de darle al otro, como todos los demás. La mayoría de veces fallando, pero tratando de no darle fuerte al otro.

-Los discos son brutales.- soltó el pelinegro, lanzando la pelota, dándole a el rubio en el pecho.

-Oh, me alegro de que te gusten, no sabia si había acertado.- agarró la pelota y se la lanzó, fallando por poco.

-Muchas gracias por el regalo...- dijo con una linda sonrisa, mientras el rubio se sentía conmovido.

-Te lo debía.- el azabache fue a agarrar la pelota que se escapó, mientras escuchaba al rubio. Volvió dándole botes a la pelota.

-No era necesario.- dio unos botes más y la lanzó, pero el rubio la agarró en el aire y la lanzó hacia el pelinegro, dándole en la cabeza, tirándolo al suelo.

-¡Damien!¿¡Estás bien!?- corrió hacia el chico, quien se encontraba tirado en el suelo. La gente comenzó a reunirse alrededor de los dos chicos. -¡Damien!¡Respóndeme!-

~La viva imagen de la maldad~/ Pip x Damien Donde viven las historias. Descúbrelo ahora