Capítulo 15

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Estar con Nozomi me relajaba. No había parado de darle vueltas a mi conversación con Mitsuki desde que la tuvimos, y aunque me había propuesto que todo estuviera como siempre no pude evitar hundirme en un cúmulo de emociones negativas y arrepentimientos. Sentía que me había equivocado en absolutamente todo lo que había dicho y hecho. Y a pesar de ello, de alguna forma mi pequeño kohai había conseguido sacarme de ese pozo en cuestión de minutos.


Así que le invité a mi habitación...


...y no pude contenerme.


–Mm...–nos besamos nada más entrar, y cerré la puerta con un golpe para poder apoyarlo sobre ella


No dijimos nada durante varios minutos, y simplemente nos dedicamos a disfrutar del contacto del otro, entre besos, mordiscos y caricias suaves. Pero ninguno de los dos quería quedarse en eso esta vez.


–Oye...Nozomi.–posé mis manos en su cintura–No quiero que pienses que hago esto porque Mitsuki me ha rechazado.–


–No...pienso eso.–evitó mi mirada


–Genial, porque...la verdad es que me apetece mucho hacerlo contigo.–apoyé mi frente en la suya


–...–


–¿Te apetece?–


–...claro que me apetece.–me apartó un poco–Pero necesito una ducha rápida antes.–


–Podemos ducharnos juntos si quieres.–propuse, aunque sabía que el baño de la habitación no era especialmente amplio


–...bien.–Nozomi entró primero y cerró la puerta con pestillo detrás de mí


Me quité las gafas y las dejé reposando sobre el lavabo para después dirigirme al grifo; el regulador de temperatura de esta habitación no es el más rápido y no quiero que Nozomi se enfríe.


Quién iba a decirme que mi habitualmente apacible mañana del miércoles iba a terminar con los dos en esta situación.


–¿Hayato?–me abrazó por detrás–¿Te ayudo?–llevó sus manos a mi cinturón


Y me di cuenta de que él ya estaba desnudo.


–Sí...am...–me puse nervioso de repente–Ya está el agua, ve entrando.–Nozomi se adelantó y yo me desvestí por mi cuenta mientras lo observaba


El modo en el que el agua hacía resaltar el largo de su pelo, los lunares y marquitas que salpicaban todo su cuerpo... Sus ojos se encontraron con los míos y me dedicó una sonrisa traviesa, invitándome a acompañarlo. ¿Realmente era el mismo Nozomi que apenas podía dirigirme la palabra cuando empezamos el curso?


–Hazme sitio.–me metí a la ducha detrás de él, y la sensación de su espalda mojada contra mi pecho hizo que me estremeciera

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