t r e i n t a

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—Lo llevaré siempre conmigo, lo prometo —me dijo llevando ambos omamoris a su pecho.

Porque tras aquella escena de ensueño, el frío de medianoche, las últimas actividades en conjunto, logré hacerme un espacio para entregarle el amuleto del amor, además de otro que conseguí por mi cuenta que era de la buena suerte. Recuerdo haberle dicho que al ser el capitán, esperaba que pudiese transmitirle la suerte a los demás para el campeonato por venir, que será nuestro próximo destinado reencuentro.
También conseguí uno para el equipo de los cuervos, e incluso por un momento dudé si pasárselo a Daichi, dado ya hubo una ocasión donde aquella chica que parecía interesada en él le entregó uno para la competencia contra Shiratorizawa, y no quería pasar a llevar ese gesto. Decidí mejor se lo entregaría al entrenador Ukai en su momento.

Esa noche de año nuevo, fui capaz de escabullirme del cuarto de Kenma, quién cayó directamente dormido tras el regreso del templo, al de Kuro tras escalar unos árboles. Me recibió atrapándome entre sus brazos, cargándome cual damisela en cuento de hadas.

—Realmente eres de lo mejor que le ha pasado a mi vida —me susurró cargándome a su cama.
—Es decir, desde aproximadamente los ocho años —respondí esperando se acostase para acomodarme a su lado.
—Recuerdo cuando te descubrimos observándonos como una psicópata —comentó burlesco a lo que le tiré una almohada.
—Me llamaba la atención ver a dos chicos del vecindario jugar cuando no tenía amigos, no me trates de psicópata por ello —le reproché.
—Está bien, no es necesario recurrir a la violencia —respondió acomodando la almohada que le lancé bajo su cabeza una vez se recostó.

Recostados el uno al lado del otro, nuestros rostros frente a frente, la forma en que acercó mi cuerpo al suyo rodeándome entre sus brazos, incluso acariciando mi espalda para sutilmente ir bajando una de sus manos.

—Eres un pervertido —susurré entre risas.
—Pero te gusta este pervertido —respondió haciendo un leve agarre con su mano en esa zona, a lo que mi cuerpo se tensó un poco.
—Me encantas, idiota —dije acurrucando mi cabeza en su pecho.
—¿Puedo hacerte una pregunta? O mejor dicho un par de preguntas —comentó repentinamente interrumpiendo mi inducción al sueño.
—¿Qué quieres saber? —cuestioné algo somnolienta.
—Ni si quiera sé por dónde empezar, así que tal vez por lo más reciente... —comentó algo acomplejado, a lo que me sentí curiosa—. ¿Por qué en un momento te fuiste del grupo? Habían llegado Lev con su hermana y te retiraste con tu madre de la nada. No recuerdo haber visto o escuchado ella te hubiese llamado... —Me puse algo nerviosa ante el hecho de que haya estado así de atento respecto a eso—. Y a juzgar por la tensión de tu cuerpo, algo me dice que tuviste un motivo para hacerlo, ¿no?
—Solo fui con mi madre a ver omamoris —dije a modo de intentar zafarme de ello.
—¿Qué fue lo que te dijo Yaku para convencerte de que le dieras el premio del ramen?
—Eso...
—Dijo que se refería a algo parecido a lo que pasó cuando viniste a vernos a las preliminares, así que, ¿qué pasó ese día?
—Pues...
—Incluso recuerdo que Yaku te hizo un reto y me terminaste llamando, ¿qué fue lo que te hizo hacer? —agregó logrando que mi mente se enredase con tanta información—. Además ese día parecías algo deprimida a ratos y nunca logré comprender qué fue lo que te mantenía así siendo que estabas con nosotros, entonces...

Mientras más palabras decía, más me iba encogiendo, cubriendo mi rostro por la inmensa vergüenza. ¿Por qué demonios Kuro debía ser tan buen observador?

—¿Y a mí me llamaste psicópata? Me indignas —dije con la voz algo temblorosa.
—¿Puedo tener respuesta a esas cosas? —preguntó ignorando mi comentario con un tono entre serio y preocupado.

Maldición, si no respondo me sentiré mal y no quiero que le de vueltas al asunto, pero eso significa delatarme. Ya qué, después de todo, me he avergonzado ya bastantes veces en mi vida, una vez más no me hará daño.

"Hybrid" Kuroo, TetsurōDonde viven las historias. Descúbrelo ahora