La Cita

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Finalmente y después de una larga semana el día de su cita con el ruso de sus sueños había llegado, estaba listo desde días antes.

Sus maletas listas y su reservación en el vuelo a Italia un día antes, se quedaría en el hogar del italiano pues este quería ganar unos puntos más con el español al que pretendía desde hace un par de meses.

El viaje no había sido sencillo, sus hermanos tuvieron que hacer casi magia negra para poder levantarse temprano para llevarlo a tiempo y que pudiera tomar su vuelo. Las cosas que hacía el amor.

Aún así; después de magias oscuras, días de nervios y estrés ahí estaba ahora, en el auto de quién lo ayudaba con su cita después de un gran chantaje gracias a España, de verdad le debía una.

Ecco perché ho scelto di cambiare l'orario della tua prenotazione per la notte, darà un tocco più romantico  [Por eso elegí cambiar la hora de su reservación para la noche, le dará un toque más romántico]— Explicó Italia mientras manejaba a su casa, se había tomado la libertad de hacer ligeros cambios en la cita tan esperada por los que apoyaban al sureño, sus hermanos esperarían noticias desde casa y sus amigos actualizaciones por medio de mensajes.

Aunque el sureño no había escuchado nada de eso, miraba al otro lado de la ventana hecho una bola de nervios; y es que no podía evitarlo, en unas horas tendría una cita oficial con el amor de su vida, incluso las clases de coqueteo online de España se le habían olvidado por toda la presión que sentía.

Ehi, almeno mi hai sentito? [Hey, ¿al menos me escuchaste?]— se quejó el italiano, deteniéndose en un semáforo para ver a su lado al pequeño sureño, quien incluso parecía temblar del miedo. —Oh Dio, Sud, stai bene? Sembra che tu abbia visto un fantasma [Oh dios, ¿Sur, estás bien? Pareces haber visto a un fantasma]

Italia… no puedo guardar esto más— confesó, con la voz rota, al borde del llanto. Ganando así la completa atención de su acompañante —Estoy demasiado nervioso, no soy tan listo como Centro, pero tampoco tan valiente como Norte… si hago algo mal hoy… puede costarme toda relación que tenga con Rusia, ni siquiera dirá que alguna vez fuimos amigos, me tratará como un muerto.

Oh piccolo [Oh, pequeño]— Lo atrajo a él en un abrazo, acariciando su espalda mientras negaba. —Ehi, andrà tutto bene, ok? Andrai all'appuntamento e affronterai le tue paure come il paese coraggioso che sei, credimi quando ti dico che la Russia non sarebbe mai arrabbiata con te [Hey, todo estará bien, ¿sí? Irás a la cita y te enfrentaras a tus miedos como el país valiente que eres, créeme cuando te digo que Rusia nunca se enojaría contigo].

¿Estás seguro? ¿De verdad de la buena?

Certo che lo fai, fidati della vecchia Italia [Claro que sí, confía en el viejo Italia]— rió suavemente mientras le daba pequeñas caricias en el cabello, quedándose unos segundos así hasta que el semáforo volvió a estar en verde, conduciendo el resto del camino en tranquilidad, acompañados con la suave música de la radio.

No tardaron mucho más de un par de minutos en llegar después de esa conversación, aunque el sureño seguía con los nervios a flor de piel.

La casa de este no era muy grande y llamativa, solo una pequeña casa acogedora y con flores en macetas frente a las ventanas, el interior no era muy diferente, todo dentro era sencillo y lo único que era llamativo desde la sala era la cocina.

El sureño soltó una risita porque él y sus hermanos tenían la misma situación, su cocina estaba llena de cosas para hacer cualquier platillo de sus estados que se les antojase en ese momento.

Misión: Rusia [♡RusMex♡]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora