16. ¿Pasado?

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M A T I S S E.

Estoy tan feliz de saber que me convertiré en un lobo, aunque no me agrada mucho la idea de tener que convertirme en un revoltijo, ahora me siento mucho mejor con lo que seré.

Sí, y quizás tiene que ver muchísimo con Allen, el saber que él podrá convertirse al igual que yo, me llena de tranquilidad y una felicidad enorme.

No sé qué carajos somos por el momento con él, sólo se que nos une un lazo sumamente fuerte, y quizás, irrompible. Sin embargo, sé que él nunca se imaginó tener que convertirse en un licántropo, sé que aunque él pidió esa idea, no está del todo contento.

Quisiera encontrar otra solución, para que él... este totalmente bien.

Ahora que comprendo más este lazo, comprendo muchísimo más sus emociones, y aunque sea difícil de creer, siento como se siente, es como si yo lo sintiese.

-Allen - lo llamo.

Intentaré hablar con él sobre esto, o al menos, intentar que este mejor. Sé que le desagrada la presecencia de el lobito, pero... él solo desea ayudar.

-¿Perdón? - responde.

Quizás estaba sumido en sus pensamientos.

Estoy a punto de responder cuando mi mirada empieza a tornarse borrosa. Esta cae sobre el piso, siento que estoy con los ojos cerrados, pero... estos siguen abiertos.

Escucho a lo lejos la voz de Allen, pero lejos, como un eco que hasta a punto de finalizar.

De repente, ya no estoy en ese lugar, mi mente está en... un lugar que desconozco totalmente. Me siento perdida.

En un limbo totalmente oscuro.

-Matisse Lockwood - dice una voz conocida para mí.

Me giro sobre mi eje para observar quién es, y me sorprendo al instante.

Es una persona idéntica a mí.

Mismos ojos verdes, misma tez blanca, menos... el pelo, el pelo no es rojo como el mío, este es blanco, blanco que me parece irreal.

-Tú - susurro asombrada -. ¿Quién eres?

Ella sonríe, pero es una sonrisa genuina y nostálgica, mi corazón late frenéticamente, al verla, es como verme en un espejo.

-Pensé que lo sabrías justo al verme - ríe ligeramente -. Anda, piensa un poco más.

Parpadeo estúpidamente, es idéntica a mí, su sonrisa, la risa, los ojos... mierda, ¿es real?

Trago saliva.

-No, no, no entiendo - tuerzo los labios-. Eres idéntica a mí.

Ella vuelve a reír, pero aunque ría, siento que no le nace. Es como si estuviera cubriendo su verdadera faceta.

-Ahí está - asiente -, soy tú.

Mis ojos se abren como platos.

-¿Eh?

Ella suspira.

-Se que es difícil de entender, y quizás hasta increíblemente tonto, pero sí, soy tú en el futuro.

¿Futuro? ¿Qué?

-¿Futu... qué? - pregunto incrédula.

Creo que estoy soñando.

-Sí, ¿irreal, no? - se encoge de hombros-. Pero si vine hasta aquí, es porque necesito tu ayuda.

Mi ceño se frunce.

La Elegida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora