Capítulo 6
M A T I S S E.
Empiezo a parpadear lentamente, siento pesados mis ojos, me siento cansada... muerta en vida.
No quiero despertar, esta cama está suavemente deliciosa. Me estiro sobre la deliciosa cama mientras termino de abrir mis ojos. Me cuesta acoplarme ala poca luz que irradia el lugar, pero cuando lo hago, miro asustada a mis lados.
No es mi habitación.
Me siento abruptamente sobre la cama, ¿qué carajos pasó? Mi mente parece escucharme y recobrar vida propia, recordando todo lo que pasó.
Joder.
¿Salvé a Allen? ¿Por qué me sentía tan molesta?
Esto no me está gustando nada, nada. Cerca de él no tengo control sobre lo que hago, yo ni siquiera sé ocupar magia. Y cuando estoy cerca de él, mi magia parece tener maldito control propio.
Me enferma cuando se que le puede suceder algo y eso que ni lo conozco...
La puerta se abre de imprevisto haciendo que me sobresalte en la cama.
Menudo susto.
—Matisse —habla asombrado—, despertaste.
Asiento con la cabeza nerviosa.
—¿Estás bien?—pregunta mientras se sienta en la orilla de la cama.
Vuelvo a asentir mientras le doy otra mirada ala habitación donde me encuentro.
—Esta es tu habitación, ¿verdad?—pregunto. El color gris de la habitación me hace sospechar que lo es.
—Así es.
Vuelvo a asentir en respuesta.
No quiero verlo a los ojos, me siento nerviosa. ¿Por qué tuve que salvarlo? ¿Ahora me creo heroina?
—Hey... —me llama.
—¿Si? —respondo rápidamente.
Mierda, soné desesperada.
—¿Puedo preguntar algo?
Le doy una sonrisa.
—Ya lo estas haciendo. —respondo encogiéndome de hombros.
Allen ríe.
—Bien, bien jugado. —hace una breve pausa—. ¿A los cuantos años te diste cuenta que tenías magia?
Muy buena pregunta.
Lo recuerdo como si hubiese sido ayer.—Tenía diez, y estaba en el comedor del orfanato— suspiro mientras recuerdo—. Un niño estaba molestando a Emery, le decía que era una niña con piojos —rio—. Me moleste tanto que quise, desee hacer que la leche le cayera en la cara, y pues...
—Sucedió. —me interrumpe.
Asiento con una sonrisa.
—Cuando sucedió me sentí muy emocionada, pensé que era Matilda. —él ríe.
—Eres mucho mejor que ella —suelta, pero al decirlo abre sus como platos.
Me rio, sé que no quería decir eso.
—Si que lo soy —digo con egocentrismo para calmar la tensión.
Él asiente.
—¿Por qué no puedes controlar tu furia? —pregunta.

ESTÁS LEYENDO
La Elegida
AléatoireMatisse, lejana de todo lo bueno de la vida, la típica chica anti-social. Ella cree que no vale nada par el mundo y el mundo no vale nada para ella. Pero Matisse tiene algo fuera de lo común, algo que la hace sobre salir; es una bruja. Y eso le tra...