Deseos.

Parte 28.

Aun después de un magnífico día junto a Inuyasha sentía que le faltaba algo.

-Inu, ¿sabes de donde provengo?

-Solo se que no eres de esta época, eres del futuro, tienes una familia realmente amorosa y estudias siempre para unos tales exámenes.

-Debes conocerme hace mucho tiempo para saber eso, ¿no es así?- Su mirada chocolate que se encontraba sobre las estrellas, se posó en el peliplata.

E Inuyasha la volvió a sentir distinta, esa no era su Aome, su sencilla Aome que adoraba con el alma ver las estrellas en el firmamento o ver los cristalinos lagos.

-Si, algo así Aome.

-Cuéntame más por favor.

-Tienes una madre muy amable y gentil, Nahomi, un abuelo muy creativo y devoto al templo y un pequeño hermano gracioso y activo, Sota.

-Me siento mal de no recordarlos, me cuentas cosas maravillosas de ellos y es algo raro no recordarlos.

-No pasa nada Aome, tal vez te paso algo, pero mañana a primera hora iremos hacia el portal por el cual puedes regresar a tu casa, tu familia debe estar preocupada por ti.

-Me parece perfecto, muchas gracias Inu.

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Su día había sido demasiado largo y pesado, no había podido dejar de darle vueltas al asunto de por qué había regresado al pasado.

Tal vez ese fuese un sueño solamente y todo lo que necesitaba tan solo era dormir, o si las cosas no eran así solo las dejaría fluir.

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Después de "revivir" había salido rumbo al bosque de Inuyasha para encontrar aquel pozo del que Aome hablaba, tenía que pasar hacia la época futura para que Aome le ayudase y así poder revertir el deseo de Kikyo.

Aun podía recordar su plática con Midoriko.

Flash Back.

-La única manera para salir de aquí es riesgosa y no aun así no poseerás un cuerpo físico a pesar de eso, ¿aun quieres salir?

-¡Claro que si Midoriko-sama! Tengo que evitarles todo el daño posible a mi familia.

-Si ese es el caso joven Bankotsu, te guiaré por el sendero de la luz, pero debo advertirte que las almas de peligrosos demonios se encuentran ahí, y más de uno querrá seguirte o aferrarse a ti, tienes que tener mucho cuidado.

-Eso no importa Midoriko-sama, solo necesito persuadirlos de que no soy luz.

-Eres realmente listo Bankotsu, con lo último que puedo apoyarte es con un manto oscuro para que no se acerquen a ti, pero tender que tomar algo importante para crearla, ¿no te molesta?

-Haga lo que crea necesario, Midoriko-sama- acto seguido Midoriko había cortado su larga trenza y de ella había producido una gruesa capa oscura, tan larga como para que los demonios no pudiesen tomarlo de ninguna parte.

Bankotsu después de apreciar por unos segundos aquella capa se la colocó encima y siguió a Midoriko por un sendero que nunca en su estadía allí había visto.

-A partir de aquí no puedo acompañarte Bankotsu.

-Muchas gracias por todo Midoriko-sama, gracias por brindarme otra oportunidad.

-Eres bueno Bankotsu, solo tuviste unos malos inicios, la vida a veces es injusta.

-No tanto, a veces solo te escupe un par de veces, te da unos cuantos puñetazos y al final te levanta, te cura y te da una buena familia.- Dejó salir una sonrisa sarcástica, pero aun así llena de amor.

-Realmente debes quererlos para cortar así tu cabellera.

-Los amo, Midoriko-sama gracias, de nuevo.

-Anda Bankotsu, ve por ellos, el pozo está en el bosque de Inuyasha.- Y esa había sido su despedida, una última mirada, una sonrisa y se fue.

Cruzar fue aún más difícil de lo que se imaginaba, pero aun así logró hacerlo. Con una espectral presencia, una capa y el cabello aún más corto fue en busca de su amada.

Fin Flash back.

En su viaje levantó la vista al cielo, este lleno de estrellas, con una oscura y espesa noche, frente a este hermoso cielo nocturno hizo una silenciosa promesa.

-Saldremos de esto, solucionaremos todo, y luego tu, Shippo y yo al fin seremos felices, lo prometo.

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El alba llegaba y junto con ella la rutina de Aome, había repetido todo tal y como lo recordaba para no alterar ningún suceso. Bajo a desayunar, y silenciosamente se despidió de su familia por segunda vez, pues no sabía si después pudiese regresar.

Todo había sucedido tal cual debía, ahora se encontraba en manos de la mujer ciempiés, pero con su experiencia adquirida pudo purificarla sin salir lastimada.

Cuando se encontró en el otro extremo del pozo se sentía un poco nostálgica, pues en esta ocasión no había una mano para ayudarla a salir. Pronto dejó de lado ese pensamiento y se concentró en buscar la perla que probablemente ya había salido de ella, la encontró a unos cuantos metros de ella y la guardó en un pequeño collar que luego se colocó en el cuello, luego de asegurarse de que estuviese a salvo, corrió a toda la velocidad que sus piernas le permitían hacia la cabaña de Kaede, tal vez con algo de suerte así como ella recordara.