Algo que todos pensaban era que la gran Ecume solo hacía magia negra y que por ello su paga era el sufrimiento. Pero qué equivocados estaban. Ecume era una hechicera, manejaba magia blanca y oscura por igual, pero sus clientes mayormente buscaban esta última. Ecume era un alma buena aunque un poco dura en cuanto a el castigo que creía justo, era como la diosa Némesis; justa pero con un castigo fuerte.
Así que en cuanto vio a una Miko shikon, a una sacerdotisa y un espectro que vagaba entre los vivos y muertos se sorprendió, pues aquella trina tenían almas puras, que en algún momento se cegaron pero que al final terminaron arrepintiéndose por ello. Entendió todo en cuanto la Miko habló de su amiga, ella era la reencarnación de la sacerdotisa que había visto apenas unos días atrás, se divirtió un poco al pensar que ella Miko enfrente suyo no podía guardarle rencor a aquella sacerdotisa, aunque bueno tenía que llegar a un acuerdo.
No quería que aquella Miko y el ex-mercenario olvidaran su amor, porque muy bien sabía que su amor era puro, con un sentimiento grande y una comunicación envidiable, porque aunque la Miko no pudiese verlo sabía muy bien que la apoyaba.
Pero las cosas tenían que ser así, si dejaba que recordasen tal vez los recuerdos acabarían matándolos de dolor, sobre todo al pequeño kitsune que los acompañaba.
Así que dejo que las cosas sucedieran como deberían, con la excepción del cabello de Bankotsu, porque sabía que eso le haría buscar respuestas y ella iba a dárselas en un futuro, él era fuerte y sus recuerdos no eran tan dolorosos como los demás, así que sabrá sobrellevar la responsabilidad.
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Bankotsu había revivido gracias a una dulce voz, pero cuando lo hizo su cabellera no estaba en una larga trenza como recordaba, sino que ahora la llevaba a la altura de los hombros, lo único que recuerda oír fue:
-Ustedes juntos son fuertes, se que obtendrás respuestas, así que corre porque si no ambos pueden perderse.
No entendía nada de lo que aquella voz quiso decir, pero que iba a buscar respuestas, por las buenas o las malas.
En su búsqueda de respuestas se asentó en una aldea pequeña, tenía su propia cabaña ahí, además enseñaba a unos mocosos a luchar y sus padres le daban una buena paga por ello, así que con esos recursos busco respuestas. Primero lo hizo de una manera "correcta", fue con cuanto monje y sacerdotisa estaba cerca, pero nadie podía darle respuesta, solo un leve consuelo.
Así que sin otra opción decidió recurrir a una cueva con una hechicera; la gran Ecume.
-¿Hola? ¿Se encuentra la gran Ecume?
-Adelante, te estaba esperando hace tiempo.
-Supongo que usted puede darme las respuestas que necesito, ¿no es así?
-Lo es, mercenario.
-Mi nombre es Bankotsu, ya no soy más un mercenario.
-¡Vaya! Que carácter.
-No quiero ser irrespetuoso gran Ecume, pero necesito respuestas ahora, tengo suficiente para pagarle.
-Siendo así ponte cómodo esta es una historia larga y debo pedirte que te prepares para ver cosas que tal vez no imaginabas y otras que no te van a gustar.
Bankotsu mentiría si decía que no tenía miedo de saber que había sucedido, pero tenía que ser fuerte y seguir con su actitud arrogante de siempre.
-Empiece gran Ecume, todos tenemos nuestros propios demonios, ¿no es así?- una sonrisa socarrona se posó en su boca, mostrando un poco de su perfecta dentadura blanca.
-Efectivamente Bankotsu. Ahora acércate y toma mi mano.
Con pasos pesados se acercó a la silla que aguardaba en la tenebrosa cueva, ahí pudo verla, de piel canela como la propia, un cabello lacio de un azul electrizante y unos ojos de un verde pálido, demasiado grandes, tomó su mano sin miedo.
Se sentía ligero, como flotando, un leve olor frutal invadió su nariz, alrededor todo era de un blanco, hasta que los recuerdos pasaban enfrente de él como una película.
No sabia cuanto tiempo paso cuando volvió en si, después soltó la mano de Ecume, la miro a la cara, su cara expresaba inmensa ternura y el solo pudo llorar unos momentos, ¿Por que la vida le premiaba después de todo? ¿Por qué una mujer tan bella y fuerte le amaba? ¿por que todo se sentía bien?
-¿Por qué me permite recordar, gran Ecume? Si dijo que nadie recordaría nada.
-Porque eres fuerte Bankotsu, se que podrás con esto y harás a tu familia feliz, ustedes no son malas personas, merecen ser feliz después de tanto tiempo.
-Gracias, enserio muchas gracias gran Ecume.
-¿Qué harás ahora que ya sabes todo Bankotsu?
-La voy a esperar, no puedo presionarla, tiene que vivir todo de nuevo para saber que me ama de otra forma siempre habrá duda en nuestra relación. La espera ya no será angustiosa pues se que me ama como yo a ella.
-Eres listo Bankotsu, ahora ve y prepárate para todo lo que te espera.
-De nuevo muchas gracias gran Ecume.
Sin mas que decir se fue, corrió a su aldea, corrió a esperar a su amada.
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Había esperado tan ansioso por ella, sus 3 meses de viaje por la región habían llegado a su fin y con ello el amor que ambos sentían daba comienzo.
Bankotsu aprendió de sus errores y esta vez fue mucho más suave con Kikyo, le hizo comprender que ella y Aome no eran iguales porque sus tiempos y sus historias no lo eran, le acompañó a la aldea de Kaede y vio como ambas hermanas se disculpaban la una a la otra entre lágrimas y gimoteos. Kikyo se quedó a ayudar a Kaede en la aldea e Inuyasha parecía haber desaparecido, la verdad era que se sentía mal por él, se había equivocado y no tuvo la oportunidad de enmendar sus errores, aunque también lo agradecía, por ello ahora podía tener una familia.
Shippo y él eran aun mas cercanos que antes, verdaderamente parecían padre e hijo.
Aome y él se preparaban para contraer nupcias, Aome al igual que él había limado asperezas con Kikyo y si bien no eran las mejores amigas, eran amigas y bueno... Era un avance.
Después de un año de experiencias, lagrimas, alegría y muchas aventuras, al fin Aome era su mujer como Kamisama mandaba, la amaba como nadie más que el tenia una idea, la amaba con toda el alma, no importaba que tanto tuviese que sacrificar, lo daría todo por ella, porque lo valía, cada día se encargaba de que supiese lo importante que era para él, pues era irreemplazable, era tan bella y tan dulce, la amaba, simplemente la amaba.
Aome no podía dejar de sentirse tan feliz, ahora estaba casada con un hombre maravilloso, lleno de virtudes y defectos, pero como lo amaba, lo adoraba, ese hombre y Shippo eran su vida, lo amaba a cada segundo mas (si eso era humanamente posible), amaba la manera de hacerla sentir segura, amaba su forma de hacer berrinches, amaba como le decía lo bella que era, amaba cuando decía que nadie podría ocupar su lugar jamás, lo amaba, era tan afortunada de amarlo.
-Bank, ¿estaremos juntos siempre?
-¡Claro que si nena! ¿Crees que te voy a dejar escapar?
-No lo se, ¿lo harás?
-Ni de broma, ya me dijiste que si, ya no puedes retractarte.
Ambos rieron ante ese jugueteo que se había vuelto habitual entre ellos, Aome podía ser demasiado cínica como el mismo Bankotsu si se lo propone.
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Deseos.
FanfictionAome ha regresado a la época del Sengoku después de tres años, ha elegido quedarse al lado de sus amigos e Inuyasha, este ultimo ha profesado su amor eterno por ella y prometido que se casaran. Pero todo esto cambiara cuando dos personas vuelvan d...