Parte 12.

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La otra sacerdotisa llegaba a la cabaña de la anciana Kaede, hacía solo minutos que la miko se había ido con el moreno pero aún así la sacerdotisa podía sentir ambas presencias y eso le enojaba, pues ella creía que había perdido todo lo que tenía por ella, porque si ella no hubiese aparecido en esa época podría haber tenido lo que le correspondía, el amor de Inuyasha, el título de la gran ex-miko shikon y sobretodo el cariño de la gente de SU aldea, pero según lo que ella pensaba nadie podría arrebatarle el cariño de su hermana, porque si bien es cierto Kikyo había criado a Kaede desde pequeña y nunca la descuido a pesar de su trabajo cuidando a la perla, por eso creía Kaede no podría abandonarla a su suerte y menos por la azabache.

-¿Hermana qué haces aquí? ¿Ha pasado algo? Creí que estarías con Inuyasha en su cabaña.- A Kaede no le agradaba la idea de que Inuyasha hubiera dejado a Aome por Kikyo pues pensaba que su tiempo ya había pasado, pero si esa era su decisión la respetaría.

-¿Qué hacía ella aquí?- Preguntó astutamente la fría sacerdotisa pues sabía lo que su hermana pensaba.

-Ella estaba aquí porque Bankotsu no recordaba el porqué de su resurrección, además ella es bienvenida aquí si lo desea.- Contestó de una manera algo tajante, ya que el tono de su hermana era igual.

-¿También tú la prefieres?

-No es eso hermana, pero comprende que ella no tiene a nadie aquí, ella abandonó a su familia y a su época por...

-Por Inuyasha lo sé, pero ahora él dejó en claro que a quien ama es a ella, lo dijo hoy cuando la vió con ese mercenario.

-Pero aún así Kikyo, ella no tiene nada, si las cosas no se resuelven ella no tendrá nada, ni siquiera un techo donde quedarse.

-¡Yo tampoco tengo ya donde quedarme! ¡¿No lo ves?! Tú eres mi última esperanza Kaede ¡No puedes abandonarme! ¡Eres MI hermana, no la suya!- Decía la sacerdotisa mientras gruesas lágrimas caían de su níveo rostro

-¡No te estoy abandonando Kikyo! Sólo no me pongas a elegir porque no puedo.

-¡Tendrías que elegirme a mí! ¡Yo soy tu hermana Kaede! ¡Yo vi por ti desde pequeña! ¡A ella la conociste hace poco!- Gritó la sacerdotisa ya exaltada.

-¡Vamos Kikyo déjalo ya y quédate!

-¡Kaede yo soy como una madre para ti! ¡Que hayas envejecido no quiere decir que soy menor que tú!

-¡Ella tiene Carisma y bondad! ¡Además de que te hace sentir tranquila y viva, te brinda amor y cuidado, no solo bienes materiales! ¡Ella no es como tú Kikyo!- Cuándo miro la cara dolida de su hermana supo que había hablado de más y quiso remediarlo

-Lo siento, no es lo que quería decir.

-¡Me largo! Ya haz dejado clara tu elección.- Entre lágrimas salió de la cabaña a toda prisa.

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En la aldea vecina el piel canela y la azabache llegaban a la cabaña que le pertenecía al primero, apenas entraban cuando un grupo de niños gritaba a lo lejos

-¡Señor Bankotsu que bueno que ha regresado! ¡¿La sacerdotisa Aome y usted se van a casar?!- Gritaba un pequeño en especial, pues ellos le recordaban a sus fallecidos padres.

-¡Claro que no! Ella sólo viene de visita, dentro de unos días volverá a su casa- de reojo miraba a la sonrojada Aome mientras reía mentalmente.

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