Parte 17: Sacrificios

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—Algo anda mal —el perrito de chocolate movía su cola nervioso mientras se preguntaba como estaban sus amigos. Le habían pedido que se quedase en el castillo mientras ellos iban a enfrentar al rey sin embargo, algo dentro de él le decía que debía ir—, Manic... —susurraba sentado en la puerta esperando pacientemente las noticias de sus amigos.

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Levitaba sobre un espacio negro. Apenas había abierto los ojos y se encontraba confuso, los pensamientos iban y venían pero no eran claros. Una puerta se abrió a unos pocos metros de él, inconsciente se acercó para salir, aunque sus movimientos eran torpes, logró traspasarla. Cayó de bruces y lanzó un quejido ante el golpe.

Su visión fue más clara y se sorprendió.

—¿E-Estoy en casa?

Manic miraba con asombro lo que parecía ser su casa. Por fin logró salir de ese molesto juego rosa. Aunque se sentía débil, se incorporó con mucha dificultad. Reconocía esa casa, era idéntica a la de su hermano mayor.

—¡¿Sonic?! —dijo llamando con entusiasmo a su hermano. Por fin había vuelto, lo extrañaba tanto—. ¡Estoy de vuelta! ¿Hermano dónde estás?

Manic recorrió toda la casa en busca de su hermano. Hasta que al final lo encontró.

—¡Sonic no puedo creerlo! ¡Te extrañe tanto! —el erizo estaba de espaldas frente a la puerta que daba a la salida de la casa, una de sus manos tomaba la perilla para abrirla.

—Sonic por un momento creí que saldría de ese lugar —Manic corrió a abrazarlo por detrás. Sin embargo, sintió que algo no cuadraba, pues su hermano ni se había inmutado—. ¿S-Sonic?

—¿Qué haces aquí? —preguntó de manera seca y se escuchaba enojado.

—Eh, pues volví. ¿Acaso no recuerdas lo que me pasó? —le preguntaba muy sorprendido de su reacción.

—¿Por qué? —se volteó hasta verlo. Su rostro mostraba enfado—, estábamos bien sin ti sabes.

Manic tragó saliva y parpadeo incrédulo.

¿Había escuchado bien?

¿Habían estado bien durante su ausencia?

—Oh esto es triste, pensé que de nuevo tendría la fama solo para mí y no tendría que andar detrás de una molestia —Sonic negaba y refunfuñaba.

—¿Q-Qué dices Sonic? —sentía una especie de dolor en el pecho y un cansancio repentino.

Su hermano le lanzó una mirada de repudio.

—Manic siempre has sido una molestia, desde que naciste no haces más que darnos problemas, estamos bien sin ti ¿De dónde asumes que te íbamos a extrañar?

Los ojos de Manic se negaba a creer lo que veían, Sonic expresándose de esa manera. No era cierto, su hermano era un ser tan puro y bueno.

—Estabamos seguros que jamás saldrías de ese juego. Seguimos adelante con nuestras vidas, felices —Sonic se rió muy burlón—. ¿De verdad crees que alguien aquí podría extrañarte?

El verde se negaba a escuchar eso. No podía ser cierto.

—Este no eres tú Sonic...

Retrocedió hasta pegarse a la pared más próxima. Cuan vidrio al tocarlo la pared se quebró y cayó de espaldas en la sala donde había estado antes de quedar atrapado en el juego. Se sentía abrumado por haber escuchado hablar a su hermano de esa manera.

—Oh mira a quién tenemos aquí —escuchó una voz conocida.

Manic apenas y había logrado sentarse. Que cansado se sentía, apenas podía respirar tranquilo. Qué rayos le pasaba.

Manic And The Candy World (Scourganic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora