3 de noviembre, 2008.
Isolda Verona; una hermosa mujer de treinta y cuatro años, que siempre ha mentido con su edad, pero esa no es la mentira más grande ya que toda su vida lo es. Con un hermoso rostro delgado, libre de arrugas, que siempre ha ayudado para disminuir por mucho su edad, bien definido, cejas perfectas; ligeramente gruesas. Pequeños y gruesos labios y aunque su nariz es grande, eso la hace perfecta. Por ahora vive en un gran departamento en la Ciudad de las Cien Torres, en un punto donde las calles eran tranquilas pero no aburridas, dónde todo estaba a su alcance y dónde podía vivir a la manera que ella más quería. No vivía sola, pasaba su vida acompañada de su hermano, Tahvo Gizón , su mejor amigo también.
Actores de teatro. Con dos años de diferencia el uno del otro, su vida parecía una película creada con la mejor fotografía, caminaban por la ciudad como dos personajes, los mismos que las personas quieren ver en sus pantallas, perfectos y anormales. Tan parecidos y diferentes a la vez. Les gustaba crear una nueva personalidad diferente todos los días. Isolda es la protagonista perfecta de esta historia.
Viajaba por la vida con las ideas más liberales que pudieran existir, pero con un temor que aún daba miedo abordar. Ensayo tras ensayo trataba de sobresalir, su actuación en el escenario debía ser perfecta. Cleopatra, la última reina de Egipto, aquella dueña del general romano. Llora a escondidas del mundo cuando su actuación se ve afectada por un mínimo error.
—Lo estás haciendo perfecto— le dice su hermano, el encargado de dirigir esta obra.
A pesar de las adversidades, aún se tenían a ellos mismos, aún podían sobresalir por su cuenta. La pasión de Tahvo no era actuar, sino dirigir las obras o escribirlas, poniendo un toque de magia a cada una de ellas.
—No me siento Cleopatra— responde Isolda.
—Escucha, estás haciendo una actuación perfecta.
—¡Ser perfecto no es suficiente para mí!— exclama la mujer haciendo muecas de disgusto.
—Ambiciosa.
—Me tomaré un segundo, debo hacerla entrar en mi.
Isolda se aleja a un lado del escenario. Pide su libreto, leé una y otra vez sus líneas mientras fuma, se concentra en las palabras e intenta imaginar las acciones de la reina más poderosa del antiguo Egipto, se transporta a un mundo desconocido, viaja con la magia de los antiguos dioses y regresa con Cleopatra dentro de ella.
—¿Por qué te exiges tanto?— pregunta Milán, el próximo Marco Antonio.
—Mi hermano ya lo ha dicho: porque soy ambiciosa— responde sin dejar de prestar atención a su libreto— nada es suficiente para mí.
—La ambición es pecado— bromea Milán.
—Un demonio me eligió desde el día en que nací.
¿Qué tiene de malo el no estar conforme? Dios nos pide ser conformistas, nos hace vivir con miedo del placer, las cosas más hermosas del mundo son un pecado para Dios. ¿Acaso no quiere vernos superarlo? Eso es envidia, él mismo se contradice, no podemos igualarlo. Cuando alguien lo quiso fue a parar al inframundo.
—¡Verona! Basta de la plática y vuelve aquí— ordena Tavho— quiero que des lo mejor de ti, te has tomado tu tiempo para hacerlo más que perfecto, mucho más. No debes defraudarme. Cleopatra y Marco Antonio, retomen sus diálogos.
Isolda comienza, envuelve a todos con sus palabras, la dedicación, deja su alma en el escenario, parece un sueño hecho realidad, cualquiera creería que está soñando al ver una actuación tan perfecta. Pero no, este no es un sueño.
—¿Así de fría conmigo?— pregunta Milán ya haciendo a Marco Antonio.
—Mi amor, si así fuera, ¡que el cielo engendre granizo en mi alma y en ella lo envenene! ¡Que la primera piedra caiga sobre mí y derrita mi vida al derretirse! ¡Que la segunda derribe a Cesarió, y así hasta que todos los recuerdos de mi vientre y todos mis grandes egipcios, al deshacerse esta granizada, queden insepultos para que los entierren las moscas y mosquitos del Nilo!
—¡Así!— exclama Tavho mientras aplaude a su hermana.
Verona sonríe orgullosa, y hace una reverencia. Sabe que su actuación ha sido la mejor, aquel diálogo le había llevado horas de trabajo, como la mayoría de ellos, ella no se conforma con lo bueno.
—¡Bien, el ensayo termina por hoy!— anuncia Tahvo exhausto después de las 10 horas de arduo trabajo— recuerden mañana estar aquí puntuales.
—Felicidades Verona— la felicita Milán dando un ligero golpe en el hombro de Isolda.
—Gracias. Felicitaciones a ti también, lo has hecho espectacular, práctica más ese carácter.
—Ya es algo tarde— dice Milán mientras coloca su abrigo— ¿te parece si te invito a cenar?
Antes de responder, Isolda observa a su hermano esperando su aprobación para poder salir con su compañero de escenas.
—¿Él decide por ti?— cuestiona Milán en voz baja.
—Verona debe descansar, la perfección de su actuación no debe verse afectada— responde Tahvo mientras toma a su hermana de los hombros.
—Quizá otro día, Milán— dice por último, Isolda, antes de que su hermano la tomé de la mano para salir del teatro.
Caminan por las mágicas calles de la ciudad, frente al teatro se encuentra el río Moldava. Isolda, después de cada ensayo, corre a la orilla para poder observar el paisaje, respira y se tranquiliza del pesado día, mañana será un nuevo día, agradece a la vida poder llegar tan lejos aún sin la ayuda de sus padres.
Cuando por fin llegan a su departamento, en un edificio al que pocas personas tienen acceso debido a sus elevados costos. Un edificio con una fachada antigua pero elegante, que daba esa impresión de estar en un castillo, cada departamento había sido decorado a la perfección con colores cálidos y otoñales, colores que llamaron la atención del par de hermanos desde la primera vez que pusieron un pie en este lugar. Tahvo es el primero en buscar la cocina mientras Isolda busca el sofá para dejarse caer en este, exhausta del ensayo.
—Perfecto, solo tenemos fruta— dice Tahvo irónicamente mientras observa la nevera.
—¿Podemos sobrevivir?
—Debimos aceptar esa invitación a cenar.
—¿Debimos?— cuestiona Isolda.
—No te dejaría ir sola.
Ella giró sus ojos "disgustada". Al observarla, Tahvo comienza a reír contagiando a su hermana con las carcajadas.
Parece que está noche no habrá cena, mañana podrán comprar algo mejor para desayunar y saciar el apetito. Su estómago rogaría por comida esta noche pero el cansancio ganaría y en el sueño se olvidarian de la comida.
—Una actriz perfecta debe descansar.
Verona se despide de su hermano y camina hasta su habitación. Cambia su ropa por su pijama, lista para dormir se sienta en la cama observa a través de su ventana, la noche es hermosa. Suspira ante varios recuerdos.
¿Estás completamente segura de lo que sigue? No quiere saber qué será de ella por la mañana, cada noche busca un nuevo amor, necesita amar a alguien por las noches aunque por las mañanas tenga asco de sí misma y salga corriendo del pecado. Hoy no es el día. Hoy lo recuerda, guardó sus lágrimas para recordar que por este breve momento, estaba entristecida por una pérdida pero tiene recuerdos para consolarlo.
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Para Iso
RomanceIsolda Verona es considerada la mejor actriz de teatro en el mundo, perfecta por donde se quiera analizar. Parece no tener nada de qué preocuparse y aunque a menudo mantenga una actitud egocéntrica y narcisista con el resto, dentro de su habitación...