Capítulo 17: Los Jeons y los del Norte

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(Unas noches más tarde…) 

Jeongguk gruñó y frotó su hombro. No sabía cómo había aceptado que las señoras de la panadería lo convencieran para que transportara toda la leña en un día… okay, tal vez sí lo sabía. Aún así, ser quien pudiese elegir primero los pastelitos que quería mañana por la mañana valdría la pena. Además, también culpó a su intento por evitar a ChinHae, una de sus omegas "recurrentes", quien no había estado complacida con su falta de interés luego de volver de las tierras norteñas. 

Honestamente, él tampoco sabía qué era lo que sucedía con él, solo sabía que de repente, las omegas olían demasiado dulce. Hacían que su nariz pique y que su lobo refunfuñara descontento, como si quisiera algo más concreto. Personalmente, Gguk prefería no enfocarse en qué era exactamente ese algo 'más concreto', por lo que se enfocó en hacer que su manada siguiera funcionando sin problemas. Participaba más en temas entre los habitantes y se preocupaba más en ellos que en sí mismo. Antes solía entregarles los problemas dentro de la manada a los ancianos, pero desde que volvió, había comenzado a tomar más responsabilidad sobre estos. Claro, principalmente era para evitar pensar en lo que estaría pensando si tuviese mucho tiempo libre, pero funcionaba bien. 

Jeongguk se sintió mucho más líder de la manada que nunca, y sabía que los integrantes de esta estaban comenzando a sentir lo mismo. Tan solo el otro día, dos abuelos habían comenzado una discusión sobre el volumen del ruido y en vez de ir a presentar el problema con el Anciano Min, quien es a quien suelen acudir, vinieron a él. Gguk había conseguido que ambos aceptaran un acuerdo en el que deberían poner un horario para saber cuándo era correcto hacer las cosas que se tenían que hacer, y cuándo sería mejor hacer silencio para que el otro pueda dormir. 

Se sentía realizado. 

Sonrió para sí mismo pero una punzada en su espalda quitó su felicidad, el alfa gruñó una vez más y siguió su camino hacia las aguas termales. Era bastante tarde en la noche, casi todo el mundo se encontraba durmiendo a excepción de los lobos que estaban patrullando los perímetros. Esto significaba que debería de tener el lugar para sí mismo, como siempre pasaba cuando venía en este horario. Llegando finalmente al último tramo, el alfa dudó al captar un aroma familiar. 

Frunciendo su ceño, se adentró en el lugar sorprendiendose, no en realidad, de ver una mota de cabello plata familiar asomándose de uno de los pozos con aguas termales. ¿Qué mierda estaba haciendo Jimin aquí a estas horas de la madrugada?

Por un momento se debatió con sí mismo sobre lo que debía hacer… ¿se regresaba? Por supuesto que debería regresar. Es lo que había estado evitando cientas de veces. Sin embargo, cuando el omega se movió y la luz de la luna chocó contra su piel, húmeda y brillante bajo la gentil luz, Gguk terminó de cruzar inconscientemente el tramo que quedaba hasta las aguas termales. 

"¿Qué estás haciendo aquí?"

Jimin dio un salto y se giró, mirando por sobre su hombro y llevando una mano a su corazón. Una pequeña capa de sudor causó que su rostro se viera suave y húmedo mientras observaba al tonificado alfa que lo observaba con su ceño fruncido. Aclarando su garganta, el omega se movió, corriéndose hacia el otro lado del manantial, lejos del gran tronco y quedando contra una de las rocas. 

"Creí que nadie usaba ese camino." el omega murmuró, haciéndole un puchero. 

"Es un camino…" Gguk respondió impasible. "¿Por qué no lo usaría nadie?"

Jimin se ruborizó y frunció su ceño, corriendo la mirada. Su mano se removió sobre su regazo, aunque el vapor cubría de forma efectiva su nudez. "¿Qué estás haciendo aquí?"

"Creo que yo pregunté eso antes." Jeongguk refutó, pausando en el límite del desgastado sendero. 

"¿Y? Entonces deberías ser capaz de responder primero." Jimin contraatacó, elevando una ceja. 

La Promesa | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora