Reencuentro

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Oscuridad la rodeaba, no entendía donde estaba

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Oscuridad la rodeaba, no entendía donde estaba. No había nada que pudiera darle una explicación del lugar en el que se hallaba.

-No temas princesa...

Esa voz.

Era la de su padre.

-¿Papá? ¿Dónde estás?... ¡No puedo verte!.

-Estoy aquí...

Miraba a su alrededor desesperada.

-Aquí...

Lo escuchaba muy cerca.

No lograba dar con él. La oscuridad absoluta la rodeaba causándole una inseguridad que acompañaba al miedo. ¿Por qué ella no se encontraba en aquel lugar blanco? Eso la asustaba.

-Abre los ojos mi niña.

-¡Papá! ¿Dónde estás?.

- Abre los ojos...

Sus susurros eran distantes y resonantes, pero no eran los únicos. Algo más los acompañaba.

Alaridos, seguidos de gruñidos, contracciones como de metal doblandose, estallidos... Todo eso intentando acallar la voz de su padre que era poco perceptible, la confundía.

Sentía escalofrío.

-Abre los ojos princesa.

-¡¡Los tengo abiertos!! - Gritó casi histérica.- ¡Papá!

Algo tocó su brazo y ella se exaltó cuando observó lo que era, intentó alejarse aterrada sin éxito pues un tentáculo deforme se aferraba a ella, enrollandose y apretandola. El gusano intentaba dominarla, arrastraba su cuerpo mutilado dejando un rastro de secreción oscura y trozos de piel tras él mientras no paraba de emitir ese extraño sonido que se escuchaba más ronco y tenebroso.

Negaba luchando por apartarlo, pero no podía.

El parásito apretó su agarre y tras un impulso, se abalanzó sobre ella que cerró los ojos por el pánico.

Todo se detuvo...

No sintió nada.

La presión en su brazo ya no estaba, a su alrededor todo se encontraba sumido en un silencio apasible y extrañamente relajante.

Los sonidos extraños se habían detenido.

-Abre los ojos. Todo está bien.

Temerosa de lo que pudiera ver pero confiando en la voz de su padre, respiró ajitada y con mucho valor levanto sus párpados.

Blanco. La familiar habitación blanca la recibía y no estaba sola.

El hombre rubio, usando un pantalón de vestir negro y camisa blanca de botones, con las mangas recogidas hasta los codos la observaba derrochando un amor y adoración pura en su mirada color miel, que ella se quebró ante él y lo abrazó en un segundo temiendo que desapareciese si tardaba más en hacerlo.

DOBLE CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora