Casualidades

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El bar se encontraba repleto de personas, desde que se habían alojado era así la mayoría de las noches

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El bar se encontraba repleto de personas, desde que se habían alojado era así la mayoría de las noches. Para nada se sentían incómodos con tantas mujeres acosándolos para que las invitaran a bailar, no es que no supieran, era que ninguna les influía el querer mover sus cuerpos al compás de la música. Además, muchas de ellas esperaban algo más que solo un baile, lastimosamente ni eso recibirían las pobres.

Permanecían sentados en el extremo de la barra, cerca de las escaleras para evitar el mayor número de contactos femeninos, pero era inevitable.

Parecían estar untados de miel y las chicas se les acercaban cual hormigas hambrientas una tras otra esperando poder recibir una ración de tan seductores manjares.

Al acercarse una morena enfundada en cuero completamente y muy alta debido a sus impresionantes zapatos de tacón, para Casius fue suficiente. Por suerte su hermano era bueno comunicándose con las féminas pero él a diferencia no deseaba ni verlas.

Se levantó antes de que llegara a sus asientos y se dirigió al baño de hombres. Al menos en ese lugar estaría a salvo y en paz por unos minutos.

Entró en un cubículo pero solo se apoyó de la puerta.

- No sé cómo Deviant puede soportar a esas hembras...- Murmuraba para sí mientras poco a poco se serenaba.

Después de unos minutos salió y se lavó las manos, observaba su reflejo en el espejo pero no comprendía que era lo que atraía a las mujeres.

Intentaba pasar desapercibido entre las personas pero resultaba todo lo contrario.

- Solo un poco más. Debes resistir hasta encontrarla, sé que está muy cerca. Puedo sentirlo...

Al salir del baño observó a su hermano rodeado de mujeres. Todas ellas reían y paseaban sus manos por sus brazos intentando disimuladamente hacerlo parecer una caricia inofensiva. No tenía ganas de acercarse ya que él también tendría que recibir dichas atenciones. Pero antes de alejarse para tomar asiento en otro lugar, fue abordado por Mía, que venía de la calle y observaba preocupada a la multitud.

- Hola rubio... ¿Tu hermano y tu decidieron unirse a la diversión?...

- ¿Qué?

- No importa. ¿Oye, puedes ayudarme en algo?...

Ayudarla sería mejor a estar sentado sin hacer nada, así que asintió.

- ¡Perfecto!... ¿De casualidad habrás visto a una chica más o menos de mi estatura, bien proporcionada, con más ropa, rubia y de ojos azules?...

Su cuerpo se tensó al escuchar la descripción, pero dudaba que fuera la misma chica.

- ¿Que ocurre con ella?...

- Es que, salí a buscarle un taxi, la pobre estaba bebiendo demasiado y no parecía muy feliz... Le dije que esperara a que regresara pero no la encuentro...

DOBLE CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora