Oportunidad

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La mañana siguiente fue habitual e igual a las demás y Dánica, al levantarse, se preparó para ir a trabajar

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La mañana siguiente fue habitual e igual a las demás y Dánica, al levantarse, se preparó para ir a trabajar. Tomó un baño relajante con aroma a naranja y jazmín, permitiéndole a su cuerpo relajarse antes de comenzar con la aburrida rutina de patrullar la ciudad.

Al salir de la habitación y ya vestida con su uniforme, el agradable olor a pan tostado y huevos revueltos se coló por su nariz avivando el gruñido que retumbo en el interior de su estómago, despertando aquel apetito voraz por degustar aquello de donde originaba el delicioso aroma.

Ajustó el arma en la funda del cinturón y revisó que llevará el seguro puesto.

Comenzó a caminar por el pasillo y observó a Megan en la cocina degustando el maravilloso desayuno que se encargaba de preparar siempre. Intentaba levantarse más temprano para ayudarla pero el agotamiento del día anterior no se lo permitía.

- Buen día. - Le dijo suavemente a espaldas de ella, acercándose y dándole un beso en la cabeza.

- ¡Buen día Dani!... ¿Hambre? - Preguntó señalando el plato que tenía en frente.

- Si mucha.

Tomó asiento frente a ella en la mesita redonda de dos puestos de color lima, junto a la ventana del apartamento.

- Qué bien, creo que me excedí con el desayuno esta mañana... - Dijo en broma observando el festín entre ambas.

- Ya lo creo...- Sonrió al ver todo lo que había preparado.

La mesa estaba repleta de comida y no sabía por dónde empezar.

Habían rebanadas de pan tostado con miel en un plato, jugo de naranja recién exprimido, café caliente y oscuro que humeaba tentador, un tazón con cereal de hojuelas y yogurt de fresa cremoso, otro tazón con diferentes frutas en trozos, un plato de huevos revueltos con tocino y para culminar, panqueques cubiertos de mantequilla y miel.

Era demasiada comida para ambas, pero lo bueno de eso era que no les costaba un centavo. Megan realizaba obras de caridad a diferentes organizaciones y éstas, en agradecimiento, le daban obsequios. La mayoría de esos lugares eran centros de alimentación para indigentes y la comida que sobraba era obsequiada para evitar que se dañara. Pero solo aceptaba las frutas y la leche que era lo que abundaba, disponían de diferentes tipos de pan ya que una de las representantes de un centro de caridad lo obsequiaba a familias de bajos recursos a la cual Megan quiso ayudar tanto como pudiese y la dulce señora como agradecimiento le entregaba diariamente dos tipos de pan diferente, lo demás corría por gastos de ambas.

- Sí que te esmeraste hoy hermanita ¿Guardaste algo para el resto del mes?- Le preguntó en broma y con sarcasmo provocando que ella expusiera la lengua a modo burlón.

- ¡Chistosa! No te preocupes por eso, la mayoría estaba a punto de caducar, por eso preparé todo esto, puedes llevarte algo para el camino y ofrecerlo a tus compañeros.

DOBLE CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora