01.

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El sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas de la habitación de Riley, tiñendo el espacio con una luz dorada y cálida. Su alarma había sonado hacía varios minutos, pero ella seguía bajo las sábanas, disfrutando del último vestigio de sueño antes de enfrentar el día.

—Riley, ¿ya estás lista? —La voz firme de su padre la sacó definitivamente de su letargo.

—Sí, ya voy —respondió mientras se levantaba y se dirigía al baño.

La rutina de las mañanas siempre era la misma. Una ducha rápida, algo de maquillaje ligero y una elección de ropa que priorizara la comodidad. Esa vez optó por jeans, una camiseta básica y zapatillas deportivas. Antes de bajar, echó un último vistazo a su reflejo en el espejo. Su cabello castaño caía en ondas naturales sobre sus hombros y sus ojos reflejaban el mismo aire determinado de siempre.

Al llegar a la cocina, su padre ya tenía el desayuno servido.

—Ven, come algo antes de irte —dijo con una leve sonrisa.

—Gracias, papá.

Riley se sentó y empezó a comer, disfrutando de la normalidad de la escena. Su padre siempre había sido un pilar en su vida, sobre todo desde que su madre los dejó cuando ella era niña. No solían hablar de ello, pero era algo que estaba presente en cada pequeña interacción entre ellos.

—Hoy será un día pesado —comentó Riley, tomando un sorbo de su café.

—¿Tienen muchas clases?

—Demasiadas. Pero al menos ya es viernes.

Su padre asintió, luego revisó la hora en su reloj y suspiró.

—No quiero que llegues tarde, así que apresúrate.

—Sí, sí, ya terminé —dijo ella, terminando el último bocado.

Tomó su mochila y caminó hacia la puerta, pero antes de salir, su padre le dirigió una mirada inquisitiva.

—¿Y el beso para tu viejo?

Riley rodó los ojos con una sonrisa y le dio un beso en la mejilla.

—Nos vemos más tarde.

—Cuídate, Riley.

Salió de casa y caminó hasta la parada del autobús. El aire fresco de la mañana la ayudó a despejarse un poco. Se colocó los audífonos y dejó que la música la envolviera mientras esperaba. Cuando el autobús llegó, subió y se acomodó en uno de los asientos traseros, ignorando las miradas ocasionales que algunos estudiantes le dirigían.

Al llegar a la universidad, bajó del autobús y avanzó entre la multitud de alumnos que se dirigían a sus respectivas clases. Apenas había dado unos pasos cuando sintió unos brazos rodearla por la espalda.

—¡Riley!

La voz entusiasta de Suni la hizo sonreír antes de girarse para encontrarse con su mejor amiga.

—¡Suni!

—¡Te extrañé, idiota!

—Nos vimos hace dos días —respondió con diversión.

—Cállate, igual te extrañé.

Riley sacudió la cabeza con una risa, pero antes de que pudiera responder, el timbre sonó, indicándoles que era hora de entrar a clases.

—Vamos antes de que nos quedemos afuera —dijo Suni, arrastrándola con ella.

El día transcurrió entre clases tediosas, anotaciones apresuradas y una creciente sensación de cansancio. Para cuando llegó la hora del descanso, Riley sentía que su cerebro no podía absorber más información.

—Dios, qué eternidad —se quejó Suni, dejando caer la cabeza sobre la mesa.

—Y aún nos quedan más clases —resopló Riley.

Justo en ese momento, Jackson, un amigo en común, se acercó con una sonrisa despreocupada.

—¡Hola, chicas!

—Hey, Jackson —saludaron ambas.

—Oigan, hoy hay una fiesta en una discoteca. Es de un chico de otra universidad y está invitando a varias personas. ¿Quieren venir?

Suni prácticamente se iluminó ante la idea.

—¡Sí! Hace siglos que no voy a una.

Riley, en cambio, sintió una punzada de incomodidad.

—No sé...

—Vamos, Riley, solo será una noche —insistió Suni, mirándola con ojos suplicantes.

—Mañana tenemos clases.

—Por favor —intervino Jackson—, va a ser divertido. No pasa nada si te relajas un poco.

Riley mordió su labio, dudando. No le gustaban las fiestas, el ruido, la gente... Pero tampoco quería arruinar el entusiasmo de Suni.

—Está bien, iré.

—¡Sí! —Suni aplaudió emocionada.

Jackson les pasó la dirección antes de despedirse. Riley, por su parte, ya empezaba a arrepentirse de haber aceptado.

Horas después, en la habitación de Suni, Riley miraba con escepticismo el atuendo que su amiga le había entregado.

—Suni, esto es demasiado.

—No lo es, solo es sexy.

—Me veré como una... —se interrumpió, observando la blusa transparente y el short ajustado.

—Te verás increíble. Ponte eso y deja de quejarte.

Con un suspiro resignado, Riley tomó la ropa y fue al baño a cambiarse. Cuando se vio en el espejo, tuvo que admitir que el conjunto resaltaba su figura de una manera que jamás hubiera imaginado. Sin embargo, seguía sin sentirse del todo cómoda.

Salió lentamente y Suni la miró con los ojos brillando de emoción.

—¡Dios, Riley! Si yo fuera hombre, ya estaría enamorada de ti.

—¡Cállate! —bufó ella, sintiéndose avergonzada.

—Vas a romper corazones esta noche.

—Lo dudo mucho.

Después de un rato, terminaron de alistarse. Riley se maquilló un poco más de lo habitual, siguiendo las instrucciones de Suni. Cuando estuvieron listas, tomaron sus chaquetas y salieron hacia la discoteca.

La noche estaba fresca, pero el bullicio de la ciudad mantenía el ambiente vibrante. A medida que se acercaban al lugar, Riley sintió una punzada de nerviosismo.

—No sé si esto sea una buena idea...

—Relájate, solo será una noche divertida.

Riley asintió, aunque no estaba del todo convencida. Cuando entraron al club, la música retumbó en sus oídos y las luces de neón iluminaron el ambiente. Miró a su alrededor, sintiéndose fuera de lugar entre la multitud que bailaba y bebía con entusiasmo.

Suni la tomó de la mano y la guió entre la gente hasta la barra.

—Vamos a tomar algo primero.

Riley suspiró y asintió, sin saber que aquella noche traería consigo un giro inesperado en su vida.


~Gguks

MY BOY BIKER ; JJK - FINALIZADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora