ONZE

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Las cosas que habían pasado en estos días se sentían extrañas. Justo ahora estaba tirado en la cama, completamente sudado y cansado, respirando con dificultad, solamente observando como Bright se abrochaba el pantalón, dándome la espalda.

— ¿No te vas a quedar?— pregunté.
— No. Tú lo dejaste claro ese día, esto es solo sexo. Como debió ser desde el inicio, ¿no?—
Me miró por encima del hombro. Sus ojos estaban oscuros, con apenas un resquicio del brillo que tenía hace unas semanas. Se acercó hasta quedar a escasos centímetros de mi rostro y yo cerré los ojos, esperando estúpidamente el sentir sus labios sobre los míos, pero en cambio, escuché como tomaba las cosas que tenía en mi mesa de noche.
— Me mandas un mensaje cuando quieras verme de nuevo— me dijo, y salió del cuarto ya completamente vestido. Me quedé recostado en la cama, semi cubierto por las sábanas, mirando hacia él techo, hasta que escuché como cerraba la puerta principal. Solo entonces cerré los ojos y me puse a recordar esa conversación que ahora parecía tan lejana pero que había sucedido hace apenas unos días.

Aún quiero tener sexo contigo—
— Win, ¿estás escuchando lo que dices al menos? Acabas de decirme que no quieres nada conmigo, ¿y de la nada me pides que aún tenga sexo contigo? ¿Mis sentimientos son un chiste para ti o que mierda?— Las lágrimas llenas de enojo y dolor corrían ya sin retención por las mejillas de Bright.
— No es eso. Simplemente pensé que, bueno, tenemos mucha química y la verdad me gusta como lo haces, así que creí... ¿es tan descabellado? Después de todo, es una forma de entendernos—

Se quedó mirándome, incrédulo, mientras limpiaba ligeramente su rostro y sorbía por la nariz. Soltó el aire con un tono que me dejaba ver que no podía creer nada de lo que decía. Apartó la mirada de mi, y mirando hacia la pared, me respondió.
— Está bien— sus ojos buscaron los míos mientras metía sus manos en los bolsillos. Los restos de lagrimas en sus mejillas brillaban con la luz del mediodía —Pero esto va a ser con mis condiciones—
—Eh... si, me parece bien. ¿Cuáles tienes en mente?—
— Verás después. Adiós Win—

—Ah... mierda, esto no era lo que tenía planeado— me restregué los ojos con cansancio. Justo ahora pasaban de las 5 de la mañana, y un fulgor naranja adornaba el cuarto.

La primera vez que nos vimos después de la discusión fue raro. Habían pasado tres días sin saber nada el uno del otro, y lo único que se me ocurrió fue mandarle un "¿vienes?" Por mensaje. Realmente no creí que viniera, eran casi la 1 de la tarde, pero lo hizo, llegó a los 15 minutos. Me sentía nervioso por lo que podía suceder, quería evitar cualquier conversación así que en cuanto entró, me acerqué a besarle el cuello desde atrás. Olía malditamente bien y él simplemente se dejó hacer. Con cuidado le quite el saco que tenía puesto, dejándolo con la camisa que utilizaba para el trabajo.
— Hueles bien— le susurré
— Gracias—
Volteó, y sin mirarme a los ojos, me pegó a su cuerpo. Sus manos recorrían mi espalda con lentitud y sus labios fueron a mi cuello, donde fue dejando besos húmedos por todo el lateral, logrando sacarme un suspiro profundo. Me tomó de la cintura y metió sus manos debajo de mi ligera camiseta, comenzando a acariciar mi piel con cuidado mientras yo seguía repartiendo besos por encima de la tela de su camisa.
— Llévame a la cama— le pedí.

Me tomó del trasero, y por instinto, puse mis piernas alrededor de su cadera mientras seguía besándome el cuello con dedicación. Cuando llegamos a mi cuarto, me tiró con brusquedad encima de la cama mientras se desabrochaba la camisa que traía. Una vez que tenía el torso descubierto, me tomó de la cintura, levantándome, para deshacerse de mi camiseta de dormir. Sus movimientos eran más bruscos que de costumbre, la delicadeza que tenía conmigo ya no estaba y yo no sabía si eso me excitaba o me confundía.

Sus manos fueron a mis piernas, asegurándolas alrededor de su cadera mientras sus labios iban a mi pecho. Comenzó a pasear su lengua por todo ese lugar, dejando pequeñas mordidas a medida que bajaba más al sur de mi cuerpo. Para cuando su rostro llegó frente al bulto semi erecto entre mis piernas, regresó su mirada hacia mi y me miró a los ojos por primera vez desde que llegó a la casa.

ଽ   ꞋꞌꞋ Oɴʏx ꞋꞌꞋ ᝢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora