CAPÍTULO 2

114 30 35
                                    


Corro lo más que puedo por la acera, normalmente Alonso tarda cinco minutos en llegar al Instituto, pero la diferencia es que lo hace en coche ¡Y yo no!. Si pudiera verme, vería a una Sophie a punto de morir de deshidratación, sudando la gota gorda, creo que apenas llevo un kilómetro de recorrido y ya estoy al borde del desmayo.

Paro para tomar oxígeno en mis pulmones y me recargo en un muro, en la mañana es cuando más personas se ven, unas yendo a sus trabajos, otras trotando, unas cuantas paseando al perro, autos transitando por las calles, olor a pan caliente, nada de esto es nuevo, nada excepto el deportivo que se estaciona cerca de la acera, justo donde estoy, miro disimuladamente a todos lados para encontrar a la persona que está esperando el chico con lentes de sol y no veo nada más que gente que pasa indiferente.

Doy la vuelta sin darle importancia y vuelvo a apresurar el paso, sé que llegaré atrasada, pero una cosa es tener un retraso de diez minutos si sigo corriendo como lo hago o treinta minutos si decido sólo caminar, el claxón de un auto me hace pegar un salto debido al susto, por inercia volteo y veo el mismo coche y al mismo chico volviendose a aparcar ahora si casi en mis narices.

Sus gafas de sol tapan una porción de su rostro y lo único en lo que me fijo es en un par de labios semicarnosos que se estiran en una sonrisa, ¿Me está sonriendo a mí? miro a mis espaldas para no encontrar a nadie y sí, efectivamente a quien le sonríe es a mí.

Nunca lo había visto.

- Hola hermosa, me llamo Mathias. – sus labio llegan casi a sus orejas.

¿Se lo pregunté? 

- No recuerdo haber preguntado tu nombre. – Respondo varios segundos después.

- Te ahorré la tarea, - se encoge de hombros.

Levanto una ceja, como me desagrada la gente que se quiere hacer la interesante sin serlo, además qué hace este hablándome como si nada y peor aún yo respondiendo, sigo caminando dejándolo con la palabra en la boca. 

- ¿Puedes dejar de correr por favor? Sólo un momento. - Maneja al ritmo de mis pasos.

Dejo de caminar y suspiro audiblemente, muevo mi cuello como si tuviera algún episodio psicótico, el enfrentamiento con Margoth me tiene irritable, el cansancio enojada y el sol deshidratada y eso no es una buena combinación para nadie y mucho menos para mi que carezco de paciencia y manejo un temperamento colérico.

Me giro a encararlo.

- Mira, estoy con mucha prisa ¿Vale? y lo único que quiero es llegar al Instituto a la voz de ya sin que nadie me molesto ¿Okay?

- ¡Vaya! Qué casualidad, yo también tengo que ir al Instituto.

- Hay muchos.

- Voy al "HIGH SCHOOL MILLENNIUM"

- Imposible. Yo nunca te he visto ni en el Instituto, ni por esta zona, lo que quiere decir que eres un mentiroso.

- No te adelantes – sonríe abiertamente, dejando ver así sus dientes blancos y bien alienados – si nunca me has visto es porque soy nuevo tanto en el Instituto como en la ciudad.

- Si como sea, tengo prisa. 

- Si quieres te puedo llevar y así compruebas que no soy un mentiroso. – propone tan fresco como una lechuga.

¿Qué pretende, que me suba en su coche como si nada?

- No tienes tanta suerte.

- Acabo de conocerte eso significa que tengo mucha suerte.

Un amor, cartas y posdatasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora