Octava: Atropellada

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El teléfono de Maritza sonó y ella contesto, comenzó a moverse de un lado a otro y observé que su tono de voz era de preocupación, discutía con alguien sin duda alguna.

-¿Sucedió algo?- Pregunté aunque sabía de antemano la respuesta.

- necesito resolver un pendiente, es con el personal que descargará la maquinaria - dijo ella mientras rebuscaba en su teléfono celular.

- te acompaño- le dije al tiempo que me ponía en pie y me preparaba para caminar.

- no, por favor quédate y espera al señor Leo que ya viene en camino con tu equipaje, vendré más tarde he iremos de compras ok- eso sonaba como la primera orden de mi nueva jefa.

Asentí con la cabeza y me volví a sentar

-de acuerdo jefa- grite en tono de chiste, ví como Maritza se alejaba hasta perderla de vista entonces me recosté en la banca con la vista al cielo asombrada por el extraño y agradable vacío en mis pensamientos, permanecí allí durante unos minutos y cuando me disponía a marcharme a mi nuevo hogar ví como una pelota paso rodando por mis pies, levanté la mirada y observé a unos niños que me hicieron señas de que se las devolviera, sin fijarme en más nada concentre mi vista en la pelota y fui tras ella, un segundo más tarde estaba de cara al suelo con un zumbido agudo en los oídos.

-pero que demonios- dije en un susurro mientras ponía una mano torpemente en el suelo duro con el que acababa de estrellarme y del cual buscaba levantarme con dificultad, tambaleándome, doble mis piernas y me senté en una posición incómoda, la cabeza me daba vueltas entonces ví una bicicleta tirada a mi lado intenté relacionar aquello pero no lograba entender que me estaba pasando.

- unos brazos buscaban ayudarme y trate de mirar en su dirección para ver el rostro a los que pertenecían aquellas manos solidarias, pero algo no me permite abrir por completó el ojo derecho, me ardia y me dolia al mismo tiempo, lleve instintivamente mi mano a la cara y note que estaba húmedo, puse mi mano enfrente de mi ojo izquierdo que si podía abrir y con horror confirme que era sangre, mucha sangre salida a borbotones de mi rostro podía sentir como se deslizaba la cascada húmeda y caliente en mis mejillas y por mi cuello, Poco a poco el zumbido fue desapareciendo y las voces a mi alrededor comenzaron a ser entendibles.

-¿señorita Se encuentra bien? -preguntaba una voz masculina con acento muy marcado.

Yo Intente hablar pero mi boca se llenaba de sangre cada vez que la abría, cuando comprendí que estaba pasando me asusté mucho más de lo que ya estaba, busque ponerme en pie sosteniendo me de los brazos que se extendian en mi dirección pero no pude sostenerme y me desplome nuevamente al suelo.

Estaba muy mareada y adolorida aunque no entendía bien de que parte de mi cuerpo venía el dolor, senti que me levantaron y comprendí que alguien me llevaba en brazos el bamboleo de su andar rápido me hicieron pasar un brazo al rededor de su cuello y me aferre con fuerza a su torso, un minutos después me monto en el asiento trasero de un auto y sin oponer resistencia deje que quien fuera que me ayudara hiciera su voluntad, yo me quite la chaqueta para apoyarla contra mi ojo y tratar de parar el sangrado, en este punto ya era presa del pánicos, por ese corto trayecto pensé que probablemente perdería mi ojo y esa se convirtió en mi mayor preocupación

Al llegar al hospital me ingresaron por el área de emergencia, el personal médico intento apartar la mano que sostenía la chaqueta en mi rostro, pero yo forcejee un poco para evitarlo, una enfermera amablemente me calmo y logró que yo bajará mis manos.

- es un corte profundo, escuché que decian

al razonar las palabras que hacían eco en mi cerebro, comencé a llorara a mares, ¿perderé mi ojo? pregunté sollozando.

No Me Obligles A Amar De Nuevo  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora