Perpleja por lo que acababa de pasar, solo daba vueltas en la cama, no podía quedarme dormida, a pesar que ya era de madrugada.
Trate de entenderlo, me gusta ese hombre, quería estar con el, ardía de deseo, aún así, algo dentro de mi sigue siendo fiel a Fabián, será posible que no podré estar con otro hombre, sin que su recuerdo llegué a mi mente, nuevamente sentí ganas de llorar, sin estar a su lado, el seguía lastimandome.
El lunes en la oficina, estaba por completo distraída, no logré dormir mucho la noche anterior, la conciencia me mortifica. ahora sí, es definitivo, no tengo cara para volver a ver a ese hombre. Maritza entra a mi oficina con un par de cafés en la mano y me saca de mi pensamiento.
-solo, vine por la entrega de hoy y me marcho a casa. Me dijo mientras me entregaba el vaso de cartón.
-mas te vale, quiero que estés bien. ¿fuiste al médico ayer con con Arturo? ¿Que te dijo?
-No fui, me sentí bien todo el día en casa, además tengo la última consulta el viernes, entonces no le ví tan necesario.
La mire con cara de amargura, no me parecía bien que me mintiera, pero preferí no decir nada, tome mis cosas y salimos a la reunión de entrega.
Por la tarde me fui con ella hasta la casa, quise contarle lo que me había pasado, pero Arturo estaba allí, después de almorzar volví sola a la oficina.
El martes por la tarde el trabajo estaba bastante pesado, luego de varias visitas a los almacenes, recibí el llamado de una de las secretarias, avisándome que acaba de llegar un chico con una encomienda para mí en la oficina y que no se iría hasta entregármelo personalmente, baje apresuradamente, casi me caigo de narices en uno de los escalones cercanos a la oficina todo esto pensando que era un paquete enviado con urgencia por Maritza o Arturo, cuando llegue allí, me di cuenta de que El urgente paquete era un ramo de rosas. Sin aliento por la carrera maratónica que acababa de terminar me recosté a la puerta.
-¿Es usted la señorita Fergotto? Dijo con cara de intrigado el mensajero.
-si, soy yo. Dije tomando un bocado de aire entre cada palabra.
-Firme acá por favor.
Me entrego el hermoso ramo. Lo tome y me fui a la oficina, con la mirada del personal puesta en mi con cada paso que daba
Entre cerré la puerta tras de mi, coloque el ramo en el escritorio y busque alguna tarjeta, pero no ví ninguna.
Segundos después repicó mi teléfono.
-espero te gusten las rosas
. Dijo el detrás de la bocina-¿a que mujer no le gustan? Respondí
-te veré mañana para almorzar, solo quería recordartelo.
-esta bien y colgué.
-Que bien, rosas rojas, muy bien, la voz de Maritza se escuchaba emocionada, creo que corrió igual que yo para llegar allí. ¿Con quién hablabas? Que cosa a pasado, que no me has contado y camino con pasos largos hasta estar a un lado de mi.
Saldré a comer con Jhon mañana, me envió flores para que no olvidará nuestra cita.
-¿Jhon?
-el sr Andros. Dije para aclararle al tiempo que me llevaba las flores al rostro para oler su perfume aunque la intención real era ocultar mi cara de la mirada insistente de Maritza y suprimir una risita
-y desde cuándo es Jhon, lo verás mañana, debes usar el vestido rojo.
-no puedo usar ese vestido, dije pícaramente.
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No Me Obligles A Amar De Nuevo
Romance¿Que se hace cuándo el amor que consideras eterno llega a su final? Entiendes que la relación se volvió tóxica, aún así eres incapaz de alejarte. Elena, es una mujer de 29 años que está profundamente enamorada de Fabián su novio de años, pero ante...