Décimo Tercera: La Tercera Siempre Es La Buena.

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Llegamos al restaurante y tal y como me lo habían descrito, el lugar era muy elegante, cuando estábamos caminado a la entrada Jhon me tomo de la mano, esa acción me sorprendió un poco y me hizo sentir algo incómoda, pese a ello yo lo deje hacerlo. Nos ubicamos en una mesa y ordenamos la cena, todo estaba bien y la noche era agradable, el se reía de mis chistes y yo de los de el.

Conversamos sobre el bebé y esa nueva experiencia de ver crecer y fortalecer una nueva familia, algo en la forma de decirle aquello debió llevar un tono de nostalgia que salio de manera inconciente y sin mi permiso, ya que el, al segundo de que yo terminara de hablar, me preguntó cuáles eran mis planes para tener mi propia familia. Yo Trague un poco grueso antes de responder.

-por ahora, me siento bien como estoy, fue todo lo que pude argumentar.

Durante muchos años soñé con una casa llena de hijos, muchos nietos y envejecer juntos a Fabián, pero ahora mi plan de familia más estable era buscar a Rubia y que viviera nuevamente conmigo.

Jhon es un hombre inteligente, es una de las cosas que me gusta de el, sabe cuándo me incomoda algún tema y no insiste ni pregunta más de lo que debe.

Luego de varias copas y una cena deliciosa, le invite a qué continuaramos nuestra velada en mi casa su respuesta me causo gracias

-tengo otro lugar en mente, tal vez si cambiando de escenario mi suerte mejore y por una vez pueda finalizar lo que inicio.

Yo acepte aquello, no tenía ningún problema con ese plan, Llegamos hasta su departamento, confirmando para mí alivio, que si vive solo y es soltero, al no darle muchos detalles de mi vida no podía darme el lujo de exigirle muchos detalles de la vida de el, me había dicho en una oportunidad que estaba soltero y para mí fue suficiente, pero no podía evitar tener mis dudas, un hombre tan guapo he interesante como el, soltero y disponible, definitivamente soy una mujer con suerte.

Ya en su casa puedo notar que es un ambiente completamente acordé a su personalidad elegante y minimalista, el se quita el saco y lo coloca sobre el respaldo de un mueble, yo camino observando y detallando todo.

-¿Te gusta? me preguntó

- es un lindo lugar le respondí. Gracias por invitarme, me parece muy justo ya que usted señor Andros conoces a la perfección mi casa, estoy encantada de conocer la suya.

-adelante señorita Fergotto está usted en su casa, me dijo

El se va en dirección a la cocina, yo lo sigo de cerca, lo ví abrir los estantes superiores y sacar unas copas de cristal, lo observo descorchar la botella, con mucha habilidad, voy acercándome de apoco hasta donde el está, es alto aún con los tacones puestos debo estirarme un poco para poder poner mi rostro a nivel del suyo, me acercó tanto que puedo ver perfectamente el azul de sus ojos, lo beso y el me corresponde, no quiero pensar ni analizar nada solo quiero actuar y disfrutar del mento, está vez sin interrupciones, el coloca sus manos alrededor de mi cintura acercándome a su cuerpo con impaciencia, seguido de eso las va bajando lentamente hasta colocarlas sobre mis glúteos, en lugar de frenar allí sigue bajando un poco más y de un solo movimiento me carga, da unos paso y me pone sobre el mesón al lado del refrigerador, yo abro mis piernas y las coloco alrrededor de sus caderas atrapandolo entre mis muslos, mi barbilla queda al nivel de su frente, puedo oler el aroma de su cabello rubio es embriagante, Su rostro está sobre mi pecho, con su boca me da pequeños besos que se reparten lentamente en mi cuello, poco a poco vamos quedándonos sin ropa, el quita mi blusa y yo desabrochó por completo la de el, mi piel se eriza con cada caricia y puedo sentir uno a uno como se levantan los bello de mi espalda cuando sus labios se deslizan entre mis pechos. Súbitamente se detiene, por un segundo me asusté creo que quedaríamos en ese punto otra vez, el vuelve a cargarme y me lleva hasta su cuarto, y sin pensarlo termino de quitar las pocas prendas que aún me quedan puestas, el se queda mirándome durante unos segundos, yo le sonrió la verdad sentí un poco de vergüenza que hiciera eso, las piernas me temblaban un poco, el deslizó sus manos sobre mis muslos temblorosos y los abrio haciéndole pasó a su pelvis que quedo frente a la mía, yo estaba allí dispuesta a recibirlo, se introduce lentamente dentro de mí, lo puedo sentir quiero que siga, sus movimientos me provocan tanto placer, sus manos me recorren toda y su respiración me hace sentir deseada, no puedo contenerme y explotó en gemidos, esa era la señal que el estaba esperando sus embestidas se vuelven más frecuentes y apacionadas veo como se dibuja ena sonrisa de satisfacción en su rostro, luego de eso el también llega.

No Me Obligles A Amar De Nuevo  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora