lo siento, no hablo chino || bts

18. Día Cinco.

Hoseok ayudo con la última maleta de ellos mismos a Leo, que estaba luchando con sus músculos para poder transportar su último equipaje.

La finca de la abuela se veía vislumbrada en el ardor de la tarde y un hermoso amanecer. Jimin, encantado con ello deseo poder guardar el panorama en una foto, pero se lamentaba haber dejado su teléfono y el de todos sus amigos de vuelta en la ciudad. Odiaba no tenerlo activo, no tanto por lo que podía ofrecer pero el era una persona muy fotogénica, no solo para su persona, pero le gustaba tomar fotos y videos para recordar sus viajes, las personas que conocía o los momentos graciosos.

Pero ahora eso iba a quedar a su fin. Hoseok noto el desánimo de su amigo, estaban por volver a casa, al trabajo. No querían, pero suponían que era mejor no tanto para la banda, pero a los amigos. Quizás podían negociar mejor el castigo o permitirse el arrepentimiento y clamar perdón. Así que su mala cara tendría justificación pero no solvencia. La anciana señora sonrió a los extranjeros de los que se habia encantado con su presencia, especialmente el más alto que había sido de buena ayuda para sus hijas en la cocina. Espero que en un futuro pudiese verlos nuevamente.

Kea alzo la última maleta con ayuda de Seokjin y Jungkook que habían Sido los más atentos al tratar de aligerar todo el peso de las espalda de los chicos. Andy checaba el aceite de aquella vieja camioneta con la que Namjoon había hecho más de un viaje en el último día, mientras que Yoongi estaba más que contento de ser su pequeño apoyo moral a un lado. Leo se acercó a su amada abuela para darle una última despedida antes de emprender un nuevo viaje.

Ella sonrió, sabiendo que  habían escogido el espacio en su felicidad.

— La camioneta tiene el tanque lleno, no olviden enviar cada cosa que hagan. Díganle a Humberto que estarán todo un día para que les avise a los vecinos y no hagan escándalo. — recalco, tomando las mejillas de su nieto con alegría —. Diviértanse y recuerden que Dios los está viendo desde allá arriba y no le gusta los actos lujuriosos...

Ah, numa. Pero que me anda diciendo la vieja ésta.

— Abuela no soy gay.

La anciana rió, en sus pensamientos no estaba Leo, pero si sus amigas rodeadas de siete chicos que parecían ser buenmosos, que podía decir, ella también tuvo su época. Leo solo se quedó preguntando qué había en el agua que estaban tomando sus allegados que pensaban que era gay. Digo, le gustaba mucho Aaron Taylor y era un gran fan de las novelas donde William Levi se veía como un chilaquil con queso derretido. Pero solo eso, nada que ver con el resto. Oh, también tenía que admitir que veía Elite por Aron Piper, porque si de la trama se tratara ya hubiese dejado de seguir las cuentas de edits de Tiktok.

En fin, ese no era el punto.

— Yo solo digo. — la mujer de encogió de hombros sabiendo que la risa de Kea que había resonado era por su comentario—. Dios me los bendiga.

Una oleada de bendiciones fueron derramadas mientras que todos los chicos repetían la misma palabra que habían aprendido de Andy para despedirse ondea do las manos de por medio.

— ¿Están listos? — Andy les miró. La van con la que habían llegado había cambiado de dueño, por lo que el tío de Leo les había facilitado la camioneta donde trasladaba su ganado de vez en cuando.

Tenía que admitir lo, la camioneta no era la más moderna... Ni la más bonita... Ni la más...

— ¿Es esto seguro? — preguntó Jungkook agitando la puertecilla floja que se suponía evitaba que salieran despedidos del móvil.

Tampoco era la más segura.

¡Pero es lo que hay!

— Ninguna cabra de mi tío se ha caído. — respondió Leo con una sonrisa. Tirando la última mochila en los pies de los chicos ya sentados en la parte de atrás de la camioneta, dónde por mucha suerte estaba siendo ambientada por un techo con solo estructura de tubos y un pedazo de tela. Jungkook miró a Namjoon, el cual se encogió de hombros al suponer que su respuesta era positiva, aún no obtenían su título de fluidos en español.