18.- "Última Discusión"

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Myles Young

El silencio muchas veces es bastante acogedor y reflexivo. Y muchas otras solo te hacen recordar lo solo que estás.

No era la primera vez que me quedaba hasta la noche en el café como el último en cerrar, ni siquiera me importaba.

Wen se fue a una cita con Viktor.
Mei se fue de fiesta con Tabatha.

Y yo, solo iba a regresar a mi dormitorio, nada más.
No había nadie en el café, de hecho ya estábamos cerrando.

Mis brazos se quedaron apoyados sobre la barra, y mi cabeza en ellos, aunque intentara ver lo bueno de esto, no había nada bueno que yo pudiera considerar.

No quería pensar más en él, pero era como un cuchillo en el pecho que estaba día con día, él simplemente se fue, de un día para otro, no volvió a responder, no volvió a llamarme ni nada, Brent se fue de mi vida sin decirme.

Yo iría a buscarlo, pero luego de cómo me miró ese día, ni siquiera quería ir a comprobarlo.
Era un vacío tan profundo el que yo sentía, lo único que pedía era volver a sentir los brazos protectores de Brent abrazarme, y como me miraba.

Es que era tanta mi impotencia, todos los días mi mente se perdía pensando en qué salió mal, y yo quería regresar con él, pero no veía que fuera recíproco.

Mis distracciones y tristezas fueron tales, que mi monotonía diaria era de ir de los dormitorios al trabajo, y ya, no quería salir con amigos, no quería hacer otra cosa que no fuera deshacerme en lágrimas en mi cama.

De la nada, ya había sacado una lágrima más, porque me estaba doliendo como nunca antes, yo ya consideraba a Brent parte de mi, y él solo se fue como si nunca hubiera existido.

Al mismo tiempo era una angustia preocupante, porque ni siquiera sabía si algo le pasó en verdad.

Las lágrimas cayeron, y al final tuve que regresar al cuarto de servicio a solo cerrar todo.

Y mientras cerraba la puerta con llave, escuché la campana de la puerta sonar.

—Lo siento, estamos cerrados— pronuncié con seguridad.

Giré viendo a quién tendría que terminar sirviendo algo, pero no había nadie.
No entró nadie.

Tanto la confusión como el miedo llegaron, yo había escuchado la campana perfectamente.

Y de pronto, por arriba de la barra, ví la cabeza de un perro. No, no era un perro cualquiera, yo lo conocía.

—¡Dakar!— dije sorprendido y pasé por el otro lado rápido —¿Qué estás haciendo aquí?

Lo acaricié y comenzó a mover su cola muy rápido, sus llantos entrecortados lastimaban más mi corazón, porque él no dejaba de parecer emocionado por verme. Bueno, al menos él si me quería ver.

—Espera— seguí acariciándolo —¿Dónde está Brent? ¿Está cerca?

Levantó del suelo la correa que el mismo había traído, y la dejó en mi mano.
Vi por los cristales del café que nadie aparecía, solo era la calle nocturna.

Esperé un poco, y comprendí.

—¡¿Te escapaste de casa?!— lancé —oh, no, ¿Por qué hiciste eso? Brent va a querer matarte a ti y luego a mí sí piensa que yo te rapté.

Ni siquiera le importó, solo empezó a jalar de la manga de mi chaqueta para salir de aquí.

—Ya voy, debo cerrar el café.

Salimos del lugar y dejé todo apagado, solo fue cuestión de cerrar la puerta y poner los cientos de seguros que Wen compró.

Observé al can completamente satisfecho por lo que logró, seguís moviendo su cola de lado a lado. Él planeaba algo.

Último Round [Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora