Myles Young
No fue el sol, o el dolor de espalda lo que me despertó, fue el tacto de besos sobre toda mi cara, con suavidad y en diferentes partes.
Lo malo de despertar en otra cama sobrio, es que recuerdas perfectamente lo que pasó ayer.
Recordaba a pie de letra todo lo que pasó y sentí ayer por la noche, y mucha parte de la madrugada. Estaba muy seguro que sería un momento que se quedaría en mi memoria un largo tiempo.
Pero, ya no me molestaba. No con todo lo que dijimos ayer, –bueno, gritamos–.
Mientras yo intentaba abrir los ojos, sentía como permanecía abrazado por Brent, y sus labios y nariz rozando mi cara.
—Tengo sueño— dije en queja.
—No te dije que despertaras— me corrigió.
Siguió dejando besos en mi frente, mis mejillas, nariz, en todas las zonas de mi cara, eran besos cortos pero rápidos.
—¿Me despiertas a propósito?— renegué.
—No es mi culpa— dijo en defensa —eres muy bonito como para que me digas que debo contenerme, en todo caso, la culpa es tuya.
—Oh, pues lo siento— finalicé sarcásticamente.
Entre si decidía volver a dormir o no, la respuesta final fue que ya debía despertar, porque él seguía llenándome de besos, pasó de mi rostro a mi cuello, y luego a mis hombros.
Sí, ahora le daba la razón a Ricky, Brent era demasiado cariñoso.
—Ven acá— reclamó pegándome a él aún más, y mi cabeza terminó recargada muy cerca de su rostro.
Abrí los ojos completamente, y esos ojos dorados vieron los míos enseguida. Eran demasiado brillantes cuando me veían, solo cuando estaba yo enfrente de él, ¿Cómo no amar a Brent así?
—Mmh, ¿Sabías que tienes al sol en tus ojos?— pregunté curioso —es un lindo color.
Sonrió y asintió. —¿Sabías que tienes a la luna en los tuyos?
Pensé por un momento e hice una mueca.
—¿Eso es bueno? Yo creí que no te gustaban.
Me miró sonriendo ligeramente, como si estuviera recordando algo, o más bien pensando algo de esto.
Simplemente dejó un último beso en mi cabeza y se levantó de la cama.
Puse rápidamente mi cabeza debajo de las almohadas, iba a estar un buen rato aquí recostado.—¿No vas a levantarte?— preguntó.
—Tengo miedo que al moverme me duelan lugares que no deberían doler— confesé, y escuché bien como rió burlándose.
—Si así lo quieres, prepárate para dar los buenos días— concluyó y abrió la puerta de la habitación.
Se hicieron oír los ladridos emocionados de Dakar y sus pisadas hasta que llegó a la habitación y sentí como subió a la cama emocionado.
Solté un quejido porque pisó justamente arriba de mi, pero empezó a ladrar contra mi y querer lamer mi cara buscándola entre las almohadas.
—¡Buenos días para ti también!— grité saliendo de estas.
Me acosté aún con las cobijas cubriendo mi cintura, y Dakar subía, daba vueltas, se recostaba y paraba en la cama.
—Aprovecha que va a explotar de la felicidad por verte aquí— finalizó el moreno antes de cerrar la puerta del baño.
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Último Round [Gay]
Teen FictionLas peleas clandestinas han sido mi trabajo desde hace años, aún podía recordar la primera vez que participé en una, y de ninguna manera fue por querer causar problemas. Pero, quién diría que con el tiempo conocería al rival más difícil de vencer, p...