CAPITULO 8: LA ABUELA

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Tony estaba confundido, no sabía lo que estaba pasando, parecía todo como una película, algo surreal. No podía moverse, seguía viendo al cuerpo de su abuela.

¿No se suponía que era un sueño?

Él pensó que era real al principio, ya se veía a sí mismo como un asesino.

-Ella era mi abuela,- decía Tony llorando -nunca me pego, no me regañaba, todo lo que le pedía me lo daba y de esta manera es que le pago.

-¡Ay Dios!- decía el abuelo a las espaldas de Tony.

-Abuelo, no quería que vieras esto.

-¡Mataste a mi esposa!

-Abuelo yo…

-¡Llevábamos más de cincuenta años casados!

-¡Lo sé!

-¿Cómo pudiste?

-Yo no sé…

-¿En serio soñaste que matabas a tu abuela?

-Sí…

-¿Por qué lo hiciste?

-Yo no lo quise hacer.

-¿Fue porque esa vez cuando tenías ocho años tu abuela te negó darte ese preciado muñeco que querías tanto?

-¿Qué? ¡No!

-Entonces ¿¡Por qué!?

-Yo solo lo soñé, eso fue todo.

-No, eso es imposible.

-¿Por qué?

-¿Este fue tu primer sueño después de leer la libreta?

-Sí.

-Ay Dios.

-¿Qué pasa?

-Eso es malo, muy malo.

-A que te refieres, me estas asustando.

-Mi primer sueño fue diferente.

-¿No masacraste a un familiar?

-No, sabes algo, trae algunos baldes y trapos para limpiar este desastre, no quiero que tu madre vea esto.

Tony se dirige a la alacena, abre unas gavetas, agarra un limpiador fuerte contra manchas, coge un trapero, una pala, algunos trapos y unas bolsas negras.

Llega de nuevo al baño y ve a su abuelo sentado en el inodoro mientras llora desconsoladamente.

-Abuelo ¿Estas bien?

-Aún recuerdo cosas.

-¿Qué clase de cosas?- decía Tony mientras limpiaba el baño, el sonido era desagradable cada vez que él levantaba con la pala las tripas de su abuela y lo echaba en la bolsa.

-Recuerdo cuando la volví a encontrar, después de que me entregara la libreta.

-¿Después de que la habías visto en la guerra?

-Sí. Dos años después de eso estaba en una cafetería leyendo el periódico y veo que una chica rubia, alta y bonita se sienta a la mesa que estaba a mi lado, pide un café, y me pregunta: “¿Lo leíste?”, no sabía a qué se refería, nunca la había visto en mi vida, bueno eso era lo que creía. “No sé a qué te refieres”, le respondo. Ella con una sonrisa en los labios me queda mirando, ohhhh esos labios, recuerdo que tenía puesto un pintalabios color rojo, el cual exaltaba los bellos que eran sus labios, como su labio inferior era moderadamente grueso y su labio superior era delgado y fino.  “¿Puedo sentarme en tu mesa?”, me pregunta, le respondo acertadamente.

>>”¿No me recuerdas?”, me sigue preguntando la chica, le respondí que no sabía quién era, me seguía insistiendo a que la recordara.

-¿En serio no la recordabas?- le preguntaba Tony.

-Se veía totalmente diferente que a la primera vez que la vi, por eso fue que me sorprendí tanto cuando me dijo que era la niña que me había dado la libreta en la guerra. Seguí hablando con ella, por mucho tiempo, los minutos y las horas volaban. Seguimos hablando hasta llegar el anochecer, no se me ocurrió preguntarle sobre como llego a la guerra, ni porque cambió tanto.

-Acaso no te interesaba en ese momento- decía Tony.

-No me importaba para nada, solo quería verla y seguir escuchando su dulce voz.

>>Meses después me casé con ella.

-Abuelo.

-Dime.

-Tú me dijiste que comenzaste a leer la libreta hace algunos años.

-Correcto.

-¿Mi abuela nunca te insistió a que lo leyeras cuando eran más jóvenes?

-Siendo sincero me lo insinuaba, pero nunca me presiono ni me obligo a leerlo. Hace algunos años, ya estando viejos, me dijo que lo leyera y lo primero que me dijo fue que cuando soñara no lo contara a nadie, ni tampoco podía escribirlo y que otra persona lo leyera en voz alta.

-Qué raro- decía Tony mientras terminaba de limpiar el baño –ahora ¿Qué hacemos con esto? No lo podemos dejar tirado en tu terraza para que todos se den cuenta.

-Tengo una idea.

El abuelo manda a Tony a buscar una linda caja de regalo, con un bonito lazo arriba, le esparce toda una lata de ambientador, mete cuidadosamente la bolsa adentro, compra dos bolsas de Jelly beans y se la echa encima de la bolsa negra, le da a Tony unas gafas negras, un tapabocas, un abrigo, una gorra y unos guantes quirúrgicos.

-Ahora quiero que vayas a tu casa- le dice el abuelo.

-De acuerdo abuelo, esto me parece algo loco, pero es efectivo seguramente.

-Claro que sí, ahora lárgate, buena suerte.

Tony se monta en bus directo a su casa.   

Al bajarse deja la caja justo al lado donde estaba sentado, eso sería una gran sorpresa para el que quiera abrir el regalo.

Abre la puerta mientras se va quitando todo ese gran “disfraz” que se puso. Pero ve algo raro, está su mamá sentada en el comedor tomando un café.

-Mamá ¿Qué haces aquí?

-Te estaba esperando.

-Perdón, por no estar donde mi abuelo, es que…

-Yo sé la verdadera razón por la cual está enfermo.

-¿Cómo?

-No terminó de leerla, eso es casi imposible.

-¿Conoces la libreta?

Yo soy ShermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora