"El Olvido en el no hacer" (Libro 6)

Capítulo 51

Capítulo 51

22-2-04

Hola! ¿Cómo están? —pregunté

—Muy bien.

—¿Sí?

—Yo quería saber si me podrás decir algo sobre las vidas anteriores de Débora y Fernando, y si compartieron vidas entre ellos y con nosotros. —argumentó Miriam

—¿Por qué querés saber?

—Es una curiosidad de ella.

—Quiere decir que sos mensajera.

—En este caso sí.

—¿Contenta?

—¡Sí!

—Aparte de esto qué más querés saber?

—¡Ahhh! Por ahora son cosas que tengo que resolver yo, también. Pero ahora esto. Nada más. —esquivó Miriam

—¡Qué poca curiosidad!

—Me preocupa Débora y quiero que esté contenta y aprovechar y disfrutar con ella. Ella tiene muchas ganas de saber. ¡En este momento es un deseo de ella y quiero llegar a satisfacerlo. —expuso Miriam

—Bien. ¿Tenés algo de ellos? —Miriam afirma y saca un par de remeras— Dame tu mano... —Miriam lo hace

—Hay una aldea: Gouhim... Sos un pes­cador. Usás redes que tejés. Siempre cantás. Se te ve feliz. Ella es una niñita, Shipur. Es tu niña. Tiene trece años. Juega con una cometa. Algo así como Devi... Devi es el nombre del chico éste (seña­lando la remera de Fernando). Ellos se aman. Tu nombre es Jana. Jana. Ella es Shipur. Siempre estarán juntos. A veces en cuerpos, y si esto no es posible uno de ellos será guía del otro. ¡Siempre! Bien. Pueden charlar y luego si quieren segui­mos. Auf.

Diario de Él:

Por supuesto Miriam pensó que ellos, Fer­nando y Débora, eran otra pareja cósmica. Yo no podía aceptarlo porque nos habían dicho que en este tiempo, en este planeta, la única pareja cósmica éramos nosotros. Eso me hizo vislumbrar que en realidad lo que Miriam tomaba del mensaje era la re­lación Débora y Fernando, pero yo lo charlé con Laura y dedujimos que se refe­ría a Miriam y Débora.

22-2-04

Escucho.

—¿Ellos están como nosotros? ¿Sintieron amor supremo desde el comienzo? —pre­guntó Él

—Así es.

—¿Y son pareja cósmica también?

—También.

—Entonces ustedes nos mintieron. —re­prochó Él

—¡No! ¡Suelen darse estas cosas Guille! —dije riendo.— Digamos que siempre se debe festejar cuando el amor supremo reina. Cuando es el protagonista absoluto. Y es digno de festejarse cuando existen personas con espíritus sensibles y evolu­cionados que pueden amar tan grande­mente aún sin saberlo. La prueba que de­ben pasar demuestra que están prepara­dos para pasarla. No debe existir el temor a la muerte, porque, ante todo, la muerte existe como algo, como un paso más di­gamos en la vida de un hombre. Un paso más, y solamente eso. El sentir miedo a la muerte no significa otra cosa que remitir­nos al recuerdo de lo que aprendimos. Y lo que aprendimos es que de la muerte no se vuelve, en cuerpo. Por lo tanto no sabemos de qué se trata. Es algo desconocido. ¡Y el hombre le teme a lo desconocido! El hom­bre es temeroso de todo aquello de lo que no tiene memoria. Actuamos por temor porque hemos aprendido eso. Sin embargo en el Universo existe algo que no tiene principio ni fin; la rueda que gira sobre sí misma. El círculo perfecto. El Uno. Eso es el espíritu. Es lo que trasciende de la mate­ria conocida; lo que tiene vida eterna­mente. Si podemos incorporar esto y desechar lo aprendido perderemos el miedo y daremos un paso más convenci­dos. ¿Algo más?

—¿Es posible que nos digas en qué otras vidas estuvieron con nosotros? —inquirió Miriam

—No creemos que sea necesario. Bien. Auf.

Diario de Él:

Miriam no pudo ver. Seguía creyendo que Débora y Fernando eran una pareja cós­mica. No se percató que todo iba dirigido a ella y a la que ahora es Débora. Debió es­perar hasta su próxima visita para saberlo. Dos meses más tarde.

22-4-04

Guten nacht! ¡A ver! ¿Qué querés saber? —pregunté.

—Dijimos que después íbamos a hablar sobre ese mensaje que dieron anoche. —expuso Él

—Sí.

—Ustedes preguntaron si eso acrecentaba mi importancia y yo creo que es bueno lo que pasa porque no siento que acreciente mi importancia. Y además, que eso es lo que les dije hoy a ellos, que si uno busca bien a fondo va a encontrar, tanto en los mensajes de ustedes como en la búsqueda hacia uno mismo, para sacar sus miserias. —expuso Él

—Está bien.

—Y que si era erróneo lo que habíamos sacado indudablemente eso lo podríamos también trasladar a la vida normal nuestra en donde serían erróneas las conclusiones que saquemos sobre las cosas que debe­mos cambiar.

—Sí, sí.

—Eso es lo que queríamos decirte.

—¡Muy bien! ¡Está bien!

—¿Y ahora qué tienen para decirnos?

—¿Qué quieren saber?

—Todo.

—Qué es "todo"?

—Próximos pasos.

—¿Sobre qué?

—Camino del Conocimiento.

—¿Por qué próximos pasos?

—¡Claro! Dónde podemos ajustar más... ¡Bah, sí! ¡Nosotros sabemos!

—¡Claro! Es bueno hacer largas camina­tas. Caminar es bueno, mientras charla­mos, nos reímos. Aplicar la marcha de po­der en donde sea necesario. Yo recomen­daría volver a hacer la experiencia de los espejos en el curso de agua, porque allí pueden observar cosas que tienen que ver con ustedes. Digo, lo que se ve. ¿Mm? ¡Pero es bueno querer hacer! Trabajar también en las horas de la siesta es muy bueno. Se pueden asustar mucho. En el silencio de la siesta, en lugares alejados del hombre. Observar la puesta del sol y atrapar las líneas del mundo. Observar la salida del sol y estar felices porque pode­mos hacerlo. Alimentarse bien. Respirar aire puro. Puro. ¡Puu-roo! ¡Pero no puro de puro. Aire puro, ¿captás la indirecta? (reí­mos) Bien. ¿Algo más?

—...

—Bien

20-6-04

UNA ETAPA DE VUESTRA VIDA HA FI­NALIZADO

Y COMO SIEMPRE SUCEDE OTRA NUEVA EXISTENCIA

LOS ESPERA.

HAN LOGRADO VOLAR MÁS ALTO QUE OTROS, Y LLEGARÁN MÁS ALTO AÚN.

JAMÁS OLVIDEN LA HUMILDAD DE LOS MÁS GRANDES, PUES AUNQUE EXISTA LA NECESIDAD DE SEGUIR, LOS AMIGOS VERDADEROS NOS NE­CESITAN

Y AÚN PARECIENDO UNA MALA OPE­RACIÓN FINANCIERA NO ESTÁ MAL DEL TODO PARAR Y ESCUCHAR, TENDER LA MANO, ABRIR EL CORA­ZÓN.

SIEMPRE ESTAMOS CON USTEDES.

Los amamos muchísimo

W und S

—Escucha. Puedes comprobar ahora que los cambios, que la asimilación y la com­prensión de todos los mensajes tienen que darse en ustedes, y que comprendiéndo­los, a partir de ustedes, pueden darse más cosas. De nada sirve que nosotros les ha­blemos si ustedes no lo experimentan.