Capítulo 31

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Capítulo 31



30/4/2000

—Bien, escucho. —y Guillermo tomó la palabra

—Queríamos preguntar si Juan puede hacer la experiencia de nuevo, ya que no la hizo como debiera.

—Bueno. Sí. Cada experiencia nos compromete más con el trabajo de perfeccionamiento espiritual. Seguramente vieron una línea horizontal que dividía la imagen que tenían, y en el medio una figura muy oscura; ese es el aliado, también lo verán cuando experimenten con el agua y el espejo. El espejo nos refleja a nosotros mismos, nos permite ver la imagen que hemos creado de nosotros mismos. Es una perfecta síntesis de Importancia Personal, Apegos. Tienen que saber que la falta de concentración y preocupación cuando se observan es una muestra de la falta de compromiso frente al cambio; estamos tratando de ver, no mirar. Si ven, a medida que avanzamos, la imagen se verá mejor, más clara, simple, y en algún momento transparente; así debe ser. —dije

—Es decir, sin esos rasgos tan horribles. —dijo Él

—Sí. No hay que exagerar, pero depende de nosotros que eso no exista más. Aprovechen la energía que hay por estos tiempos; ríanse mucho. Entreguen su amor. Elijan; presenten batalla para ser libres y sean felices. Bien, Auf.


7/6/2000

PARA UN ESPÍRITU MAESTRO:

EL DAR

NOS REJUVENECE Y NOS

PERMITE RECONOCER LO

MARAVILLOSO.

BUSQUEN LA IMPECABILIDAD Y

DEFIENDAN VUESTRO LUGAR.

La Sabiduría nos llega gota a gota

y con dolor.

W


17/7/2000

─Hola! ¿Cómo están?

—Bien –dijo Guillermo—; quería contarte que pedí a mi ex esposa que me enviara el equipo odontológico y el resto de mi instrumental y se negó a pesar que ella no ejerce. Noté que lo que quería era hacerme sentir mal y castigarme, y lo más extraño es que no me molestó como seguramente ella esperaba que me molestara. Sí, le temo a que los futuros pacientes al ver ese equipo tan antiguo desistan que los atienda.

—Eso significa que podés ver. Que estás alerta; que son predecibles. Eso significa conocer al enemigo, por lo tanto saber combatirlo. Recordá siempre que el Guerrero tiene la certeza sobre lo que debe hacer y lo hace; mejor dicho, lo que tiene que hacer. Ahora, también pueden saber que eso malo a lo que le temés, para un Guerrero no existe por la sencilla razón que es conocimiento pasado, que es Historia Personal. Si borramos estas cosas borramos lo aprendido. Si lo extraemos, de la misma sencilla razón, no existe. Para un Guerrero, digo. ¿Se comprende?

Esas cosas que dejaste están vetustas, viejas; ya no tie­nen energía porque la recuperaste, porque el Poder Per­sonal que ustedes tienen es mucho. Cada trabajo que hacen ustedes hace que vayas recuperando la energía de los objetos y personas, y también devolverla, por lo tanto nada te une, ni los objetos ni las personas. Si no son importan­tes para vos no existen. Entonces, como es lógico, no po­drán llegar, porque no hay donde llegar.



22/7/00

Estaban trabajando con Alicia, quien creyó hacer mucho con su historia personal con respecto a su hijo que decidió ir a vivir con su padre a la ciudad en la que él vivía, pero no resultó como ella pensaba. Entonces le dije:

—En definitiva se podría decir que creíste o aspiraste o sentiste que era bueno seguir haciendo la vida de tu madre. Eso es Historia Personal. Por un lado pretender vivir la vida de otro y a la manera de otro no sirve y no se puede. Ser desalmado o no serlo; ser bueno o no serlo; ser considerado o no serlo. ¿Qué trae como consecuencia? El reconocimiento de la sociedad en que vivimos. Diríamos: si esto es estrategia, y la estrategia solo se aplica para defender nuestro Camino, entonces sería aceptable tu decisión; esas cosas ocultas son aprendidas, pero hay que tener cuidado. Hay que ser cuidadoso en esto de lo aprendido. Desde el momento en que elegiste este Camino, desde ese preciso instante, sos responsable de todo acto o pensamiento que te pertenezca. La responsabilidad debe estar primero. Ya no cuenta en estos tiempos, para ustedes, la palabra dada. El honor. Ya parezco un viejo, pero en mis tiempos tener honor significaba eso, y esto significa compromiso con uno mismo. Si le fallamos a otro nos estamos suicidando porque creamos una marca en nuestro espíritu. Esto no tiene relación con la ética ni con cuestiones sociales. Tiene que ver con la nobleza de espíritu, con la sobriedad, con la pureza espiritual. Tiene que ver con las cosas ricas, buenas y perfectas. Si esperamos rodearnos de ellas no podemos no comprometernos con nosotros mismos. Pueden charlar y después charlamos con ustedes. Es cierto que te da bien por las pelotas hacerte cargo de las perras. —dije esto último remedando a Arturo y su virtuosismo ya que habían recordado esa anécdota.



Diario de Él:

Sabiendo que uno puede sanar a una persona a través del ensueño y que esto debe ser secreto, es decir no decirle a la persona que lo hicimos, no pude con mi genio y buscando una buena excusa se lo dije a la novia del hijo de Miriam quien padecía un linfoma. Miriam no importaba, porque, en definitiva fue ella la que solicitó que hagamos algo, pero a su futura nuera no debía contárselo y lo hice, Me sentía poderoso.

Otro ítem me ocurrió con Juan. Juan en cierta medida me resulta despreciable. Me contó que había salido con un chico que traía al campo para trabajar y que aquel le pidió pasar a buscar con su camioneta a su novia de la que estaba algo alejado, habían peleado. Con esa chica fue una amiga de ella que aparentaba ser más grande de lo que su edad decía. El chico y su novia se bajaron de la camioneta y Juan quedó con la otra. Le preguntó: —¿Querés coger? Y la piba medio se asustó y le dijo que no, que solo tenía trece años; entonces cambió la pregunta: —¿No querés entonces que por lo menos te chupe las tetitas? — y lo hizo. Le dije que era un degenerado, que no podía hacer eso con una nenita por más que pareciera más grande y se rió. Se cagó en lo que le dije.

Poco después, en el entierro de Dora, una vecina del campo a quien queríamos mucho, nos dijo que nos llevaría hasta el cementerio a Laura, Cecilia, Mariano y a mí. La camioneta era para tres personas como mucho, nosotros éramos cuatro, hizo que Laura se sentara al lado de él (ella vestía una minifalda que a mí me producía celos porque ese tópico no lo tengo aún resuelto) y que dejara la palanca de cambios al piso entre sus piernas, y además agregó que si la tocaba no era culpa de él. Yo estallé de bronca y celos. Tenía ganas de matarlo, máxime acordándome de su degeneradez con lo de aquella chiquita. Le dije enojado a Juan que Mariano y yo iríamos en la caja para que Laura pudiera ir más alejada de ese degenerado.

Cuando volvimos al campo yo no solo seguía enojado sino que alimentaba más mi enojo. Estaba fumando un pucho cerca del horno de barro y miraba hacia el invernadero enorme que habían construido con la Cáscara y que estaba atiborrado de plantas de lechuga y tomate para venderlas a las verdulerías. Juan y la Cáscara estaban allí, era como si en mis ojos tuviera un zoom y pudiera ver de cerca los rasgos de Juan. En ese momento miré al cielo a unas nubes que había y descargué mi odio sobre ellas que comenzaron a arremolinarse, se juntaron otras, o las junté yo, y comenzó como una especie de torbellino. Sentí que yo lo producía. El cielo se nubló por completo y traté de dirigir ese tornado al invernadero. Sabía que mi aliado, el espíritu del viento, se encontraba en eso. Lo dirigí y pude ver con enorme satisfacción cómo Juan y la Cáscara, asustados, corrían y yo volteaba el invernadero como si fuera de papel, como un efecto dominó cayendo arco tras arco, aplastando todas las plantas que había adentro.

En el momento que vi que caía me asusté, me asusté de mi poder. Pero por poco tiempo. Me sentía poderoso. Había castigado a un degenerado con lo que ello implicaba: la gran lucha de poder entre Juan y yo.

"El Olvido en el no hacer" (Libro 6)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora