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Tras una semana en la que Jennifer trataba de encontrar a Jungkook por su propia cuenta, se rindió y decidió avisar a las autoridades. Pues no podía simplemente dejar que otro asesino recorriera la ciudad por su negación a dar un mal ejemplo del centro, esto era más importante.

Rápidamente las noticias llegaron a todos los periódicos, la radio, la televisión e internet estaba jodidamente saturado, entre las múltiples muertes del asesino de prostitutas y la huida de Jungkook.

Ahora mismo, Europa estaba aterrada.

Y yo cargando la culpa día tras día, viviendo con el miedo de que Jungkook apareciera en cualquier momento y me hiciera daño, pues su mensaje bañado en sangre había sido claro.

Un día más, caminaba hasta mi apartamento a altas horas de la noche, siempre mirando detrás de mis espaldas y a ambos lados, me estaba convirtiendo en un auténtico desquiciado pero era normal, un psicópata asesino y sádico al que había besado, estaba suelto.

Llegué a casa, mis ánimos se encontraban en la mierda y no tenía ni fuerzas para hablar.

Cerré la puerta detrás de mí e ignorando a Jeyun, el cual seguía con su estúpido trabajo y me dirigí a nuestra habitación, acostándome en la cama y tapando mis ojos con mi antebrazo.

No fueron muchos los minutos que pasaron hasta que Jeyun se sentó en el borde de la cama.

-Taehyung...- dijo suavemente - ¿Que está pasando? no estás bien, no me mientas más por favor, quiero ayudarte-

Pero realmente nadie podía ayudarme, nunca nadie pudo.

-Estoy cansado Jeyun- confesé tras un suspiro- Me siento asustado, vacío, nada me llena- aunque no era el motivo principal de mi malestar, era el que siempre había estado y jamás había mencionado, dudo que alguien pueda entender ese sentimiento tan destructivo.

-¿No estás agusto con tu vida en estos momentos?- preguntó

Reí decaído y destapé mi rostro para verle-Nunca lo he estado- tragué saliva y continúe - Ni siquiera mi trabajo me complace ya, ni siquiera siento que estoy viviendo Yejun- humedecí mis labios que se tornaban secos y continúe- Si pudiera desaparecer sin dejar rastro y sin lastimar a las personas que me aman, lo haría sin pensarlo-

Me encantaría que alguien comprendiera mi sentir, aunque le comparecía con todo mi ser.

Él se hizo espacio y yo me aparté un poco para permitirle acceso a mi lado, se acostó y colocó su brazo al rededor de mi hombro.

-Entonces centrate en las cosas que realmente te hacen sentir vivo- dijo acariciando mi rostro cabello- Seguro habrá algo que te hizo sentir que existías, agárrate a ello.

¿Cómo le explico que la única vez que sentí vida en mi interior, fue cuando me dejé besar por un psicópata mientras guardias de seguridad se acercaban a la habitación y podían pillarme por un solo segundo de distracción, cómo le explico que fue el momento en el que experimenté lo que era la verdadera adrenalina o cuando me encerró en contra de mi voluntad y amenazó con volarme la cabeza, pero más importante, cómo le digo que es ese mismo loco que está siendo buscado?

Preferí no contestar, era inútil. Apoyé mi cabeza en su pecho y observé mi muñeca repleta de marcas de mi guerra interna.

¿Te gusta tu trabajo, Taehyung?

Su voz apareció.

Ese pequeño tatuaje en tú muñeca izquierda, esa pequeña nota musical, justo sobre tus cicatrices. La música es importante ¿eh?, tatuarla sobre tus intentos de suicidios... debe ser muy valiosa para tí

Pasé mis dedos sobre las cicatrices, y finalmente las lágrimas salieron.

—Eh, tranquilo amor— Jeyun me abrazó con fuerza cuando notó mi llanto— Estoy contigo, todo irá bien.

Mentía, yo lo sabía, nada iba bien en mí.

Tras una noche repleta de lágrimas, desperté sin ganas algunas. Ni siquiera me tomé la molestia de ir arreglado al trabajo, las ojeras manchaban mis ojos y mi pelo revuelto me daba un aspecto deplorable, pero me daba igual.

Caminé hasta el hospital, con mis hombros caídos y mis piernas flojas, una vez visualicé el centro, entré y fui directo al despacho de Jennifer.

—Buenos días Taehyung— me dijo amablemente, aunque su ceño se frunció al ver mi aspecto.

Me acerqué y puse mis dos manos sobre su escritorio cabizbajo, levanté mi mirada y definitivamente lo dije con mi voz cansada;

—Dimito.










—Señor, ¿está seguro de volver? lo mataran si le encuentran, toda Europa está buscando—

—Dejé un asunto pendiente— dijo colocando una pistola en su cintura, dentro de su pantalón.
—Ah, por cierto— antes de abrir la puerta se detuvo — Cuando vuelva no quiero verte aquí, busca un hotel o algo

—¿Por qué señor?— respondió el chico, terminando de embolsar la droga.

—Volveré acompañado— una sonrisa se posó en su rostro y cerró la puerta detrás de él, abandonando Asia para regresar a Europa.

Sweet madness [Koøktæ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora