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El teléfono sonó haciendo que despertara al igual Jeyun acostado a mi lado.

—¿Quién te llama a estas horas?— murmuró frotando sus ojos. Eran las 3:45 de la madrugada.

Estiré mi brazo y alcancé el teléfono reposado en la mesilla, abrí y cerré mis ojos un par de veces para acostumbrarme a la luz y fruncí el ceño.

—Es Jennifer— dije contestando y llevando el teléfono a mi oreja.

—¿Que ocurre?— pregunté muriendo de sueño.

—¡Es Jungkook!— dijo exaltada, sonaban de fondo sus tacones rápidamente, como si estuviera bajando unas escaleras corriendo.

Me senté en la cama al instante
—¿Que ha pasado? ¿Está bien?—

—Ha escapado, Taehyung— suspiró y tomó aire de nuevo, entrecortado y con nerviosismo.

En ese momento sentí mi respiración cesar por unos segundos y una palpitación extraña se apoderó de mí pecho. No podía estar pasando esto.

—Te espero en el hospital, no tardes— dijo antes de colgar.

—Mierda...— murmuré levantándome con rapidez.

—¿Que pasa?— preguntó Yejun sentándose en la cama también.

—Uno de los internados ha
escapado— dije colocándome unos vaqueros y cualquier camisa que encontré — Tengo que irme—

—¿Es peligroso?— preguntó

Terminé cerrar algunos botones y metí el teléfono en el bolsillo mi vaquero— Algo así—

Si supiera que puede volarnos la cabeza a todos de un solo disparo...

—¿Me llevas?— pregunté, pues él tenía coche y no tenía tiempo que perder.

—Si, claro— se levantó y ambos corrimos hasta el coche.

Tras unos minutos conduciendo a bastante velocidad, lleguemos al psiquiátrico. Jennifer, algunos compañeros y varios guardias de seguridad se encontraban fuera.

— Llámame si necesitas algo— dijo Jeyun mientras yo me deshacía del cinturón de seguridad.

Me acerqué a él, le di un casto beso en los labios y cerré la puerta detrás de mí, escuchando un “Ten cuidado” a lo lejos pero ni siquiera respondí.

—¿Cómo ha escapado?— pregunté agitado, todos comenzaron a caminar y yo los seguí.

—La cerradura de su celda no está forzada, con lo cual suponemos que le quitó las llaves a alguno de nosotros— el teléfono de Jennifer comenzó a sonar— Revisen que todos estén bien y que no falte ni uno, Jungkook puede seguir en el centro así que tened cuidado— advirtió y se alejó.

—¿Sí?— respondió la llamada —Oh no, está todo controlado, no se preocupe señor...— mintió

—¿Quién podría ser tan estúpido como para acercarse a Jungkook?— murmuró Hoseok negando con su rostro—Esto no tiene sentido—

Y en ese momento me detuve en seco.

Mierda... ¿tan iluso había sido?

Me alejé de ellos y corrí hasta la habitación en donde estaban nuestras taquillas con las batas y cosas relacionadas con el trabajo.

Me adentré y fui directo a mi taquilla, abriéndola con rapidez y sacando mi bata blanca, en el proceso varias cosas cayeron al suelo debido a la desesperación con la que buscaba.

—Vamos...— susurré una vez que encontré la prenda, comencé a mirar los bolsillos en busca del llavero que contenía la llave que abría la celda de Jungkook.

Y nada, no estaba.

—¡Joder!— grité tirándola al suelo y llevando mi cabello sudado hacia atrás.

Durante el beso, Jungkook debió quitarmelas y por mí culpa escapó ¿cómo iba a cargar con esto?

Pasé mis manos por mí rostro y volví a cerrar la taquilla en un brusco golpe. Respiré profundo y salí, recorriendo los pasillos en busca de los demás.

Visualicé a Hoseok a lo lejos del largo pasillo blanco y cuando estaba apunto de hablar; algo me estiró del brazo lo suficientemente fuerte como para que entrara en uno de los cuartos de limpieza.

La oscuridad era absoluta y fui empujado con brusquedad contra la puerta de la pared, provocando un leve dolor en mi cabeza. Acto seguido un cuerpo aparentemente más grande que el mío, me atrapó entre el y la fría pared y una mano sobre mi boca me impidió gritar.

Lágrimas comenzaron a deslizar y mi corazón parecía salir de mi pecho ante el miedo que me estaba provocando esta situación, solo podía tragar mis gritos provocando pequeños ruidos que nadie escucharía.

Un aliento cálido se acercó más a mí y sentí unos labios rozar levemente mi oreja.

—Un solo grito y te vuelo tu preciosa cabeza— susurró, esa voz... — Que alivio hablar sin una celda que nos separe ¿verdad, Taehyung?— noté su jodida y siniestra sonrisa.

—J-jungkook— susurré en llanto, mi pecho subía y bajaba con suma velocidad y los nervios me carcomían.

—Haremos esto— continuó llevando mi cabello detrás de mi oreja con suavidad — Saldrás como si nada hubiera pasado y pulsarás la alarma de incendios, es bastante sencillo—

Asentí frenéticamente, cegado por el temor.

—Taehyung, Taehyung...—  bajó sus dedos por mí tembloroso y erizado cuello, acariciando con las llemas de sus dedos con una tortuosa lentitud
— En donde se te ocurra fallarme... ah, ni siquiera lo pienses— bajó más, llegando a mis costillas — Nunca acabaría bien, se astuto y haz lo que te he dicho ¿bien?—

Volví a asentir, cerrando mis ojos con fuerza y rezando para poder salir de esta con vida.

Agarró mi mandíbula y sentí su respiración cerca de mí rostro, pese a la oscuridad sabía que él me estaba mirando y eso me hacía sentir jodidamente vulnerable.

—No te escucho Taehyung...—
Dijo pegando más su cuerpo al mío.

Tragué saliva, sentía que iba a ahogarme en mis propias lágrimas
—S-si, lo haré— susurré mareado.

—Perfecto— sentí todo su calor corporal despegarse de mi y pude respirar con menos dificultad aunque mi cuerpo seguía temblando.

La luz se encendió y definitivamente vi su rostro, su mirada muy centrada en mí y su cabello más ajetreado de lo normal, cubriendo parte de su mirada.

Cerré los ojos cuando sentí que se acercaba de nuevo pero solo una risa sonó, los abrí nuevamente y vi a Jungkook con su mano en la manillar de la puerta; abriéndola y dejándome saber que tenía que hacerlo ya.

—Vamos— dijo con una sonrisa.

Pasé rápidamente evitando su mirada y su presencia, salí de la habitación con mi cabeza dando vueltas y caminé hasta el interruptor rojo.

Miré a ambos lados, asegurándome de que no había nadie en los pasillos y suspiré antes pulsarlo.

Sweet madness [Koøktæ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora