28. Tiempo de transición

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Samuel: ¿estás segura?-aquel suspiro de alivio pudo resonar por todo el pasillo mientras Samuel la admiraba con el ceño fruncido.

Andrea: que susto me diste-de nuevo volvió suspirar.

Samuel: ya veo-soltó una risa-¿esperabas a otra persona merodeando a estas horas por aquí?

Andrea: no, claro que no-se apresuró a decir-es que... siempre merodean animales por aquí y bueno hacen ruidos y son algo molestos, por eso decía, otra vez no-soltó una risa nerviosa, mientras él meneaba la cabeza.

Samuel: animales...

Andrea: si claro, animalillos... gatos salvajes, ya sabes...-él se acercó a ella.

Samuel: yo me acabo de encontrar a una salvajita por aquí-ella sonrió olvidándose de sus temores a la vez que la empujaba a volver a la habitación.

Andrea: ¿estás loco? Esto no está bien.

Samuel: está por mejorar-se acercó a ella y poniendo sus manos en su cintura la alzó para que ella rodeara su cuerpo con sus piernas-no dejo de pensar en ti, en lo que vivimos en el río...

Andrea: yo tampoco me canso de recordar esa sensación.

Samuel: ¿quieres vivirla nuevamente?-besó sus labios mientras caminaba con ella hasta la cama, ella afirmó frenéticamente, Samuel la dejó en la cama, ella se mantenía quieta ante su evidente inexperiencia.

Samuel agarró el final de su camiseta y la alzó dejándola en sujetador, Andrea no perdía detalle del dominio con el que Samuel manejaba la situación y a pesar de su carácter aguerrido no podía evitar que un fuego interno la poseyera al sentirse dominada por aquel hombre, veía como él continuaba quitándole el pantalón corto que formaba parte de su pijama, la tenía sobre la cama con apenas la ropa interior puesta, saltándose así varios pasos.

Él hizo lo mismo y para sorpresa de ella, al mismo tiempo que se quitaba la ropa se percató de la ausencia de calzoncillos por parte de él, con lo cual se tuvo que enfrentar nuevamente a su erecta hombría frente a sus ojos, ella sonrió ligeramente avergonzada mientras él se abalanzó sobre sus labios, moviéndose apasionadamente sobre ellos mientras Andrea notaba como su intimidad se humedecía al momento en que sus manos fueron a parar a sus pechos.

Samuel: no quiero que duermas con ropa interior...-ella sonrió extasiada.

Andrea: ¿por qué?

Samuel: por qué me impides el paso-agarró su pelo y empujó su cabeza a besarla de nuevo.

Notaba en los besos de Samuel un nuevo sabor, una nueva forma, ya no notaba tanta dulzura ni lentitud en sus actos, notaba pasión, desenfreno y a pesar de sus pocas experiencias vividas, aquel nuevo giro de sexualidad la traía más loca de lo que ya la tenía, sentía como perdía la ropa a manos de aquel hombre que la hacía perder el norte, que le hacía olvidar quien era y lo que era, le hacía olvidar lo que algún día le pasó y le hacía vibrar con cada caricia.

Ambos respiraban agitadamente encerrados en aquella habitación de servicio, Samuel empujó el cuerpo de Andrea hacia atrás y ella se acostó en la cama completamente desnuda, dispuesta a ser de él nuevamente, entonces él la tomó del brazo y la giró en la cama poniéndola boca abajo, ella sonrió extasiada al notar el cuerpo de Samuel sobre ella clavando su hombría por la espalda al mismo tiempo que sentía su voz sobre su oído.

Samuel: ¿te gusta?-ella afirmó frenéticamente incapaz de pronunciar palabra-me quiero quedar contigo Andrea-ella parpadeó extrañada por sus palabras al mismo tiempo que se excitaba con las mismas-voy a trasladarme aquí, voy a dejarlo todo... por qué me quiero quedar contigo ¿Qué me dices?-inclinó su cabeza para besar sus labios.

QUÉDATE CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora