10. ¡Debemos acabar con ella!

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Samuel: ¡¡¡AH!!!-de pronto se giró y se enfrentó al rostro de aquel cuerpo sin dar crédito-¿¡Qué demonios haces aquí.

Andrea: ¿¡TU!?-los dos se miraron con la respiración agitada-¡Que susto me diste condenado!

Samuel: ¿¡Qué demonios haces aquí!? Repito.

Andrea: pues... no sé, pasaba por aquí.

Samuel: esta no es tu casa.

Andrea: tampoco es la tuya.

Samuel: ya pero dudo que seas invitada de Ignacio precisamente.

Andrea: ya claro, en eso tienes razón, en fin...-se dispuso a irse adentrándose en el jardín de Ignacio-ya nos vemos otro día con más tiempo y discutimos si te parece

Samuel: ¡un momento! ¿¡A dónde crees que vas!?-la siguió.

Andrea: tengo que recuperar mis animales-Samuel la frenó tomándola del brazo y Andrea lo encaró con el ceño fruncido.

Samuel: no puedo permitir que te robes algo que no es tuyo.

Andrea: tranquilo, no pienso tocar sus animales, solo los MIOS-recalcó-¿entiendes?-tiró de él-¿me sueltas o vienes conmigo? Así te demuestro que son míos.

Samuel: ¿te has vuelto loca? Soy invitado de esta casa, como voy a ser tu cómplice.

Andrea: ui que ético nos resultó.

Andrea siguió andando mientras Samuel la seguía de cerca tratando, en un principio, de advertirle que sus intenciones no eran las adecuadas y que si quería recuperar lo suyo tenía que hacerlo de otra forma, siguió su cantaleta mientras Andrea caminaba agachada al mismo tiempo que se escondía por los escondrijos del rancho para dar con el establo donde Ignacio resguardaba a sus animales por las noches, ambos entraron en el establo.

Samuel: ¡Esto no está bien!-saltó con tranquilidad de ver que nadie les había descubierto-esto es allanamiento de morada, hurto, robo, es un delito-Andrea puso los ojos en blanco y él prosiguió-es vandalismo, es...

Andrea: ¿Cuál es tu nombre?-preguntó bajo la sorpresa de Samuel mientras ella buscaba de entre los animales los suyos con el distintivo de su pequeño rancho.

Samuel: ¿para qué quieres saberlo?

Andrea: pues básicamente para llamarte por tu nombre-se giró para llamarle-así de simple y sencillo.

Samuel: Samuel.

Andrea: muy bien, ahora, ¡Cállate Samuel!-él frunció el ceño enfadado.

Samuel: me dijiste que o te soltaba o que iba contigo, no dijiste nada de que tuviera el pico cerrado.

Andrea: imbécil...-murmuro.

Samuel: bruta del demonio-ella arqueó una ceja.

Andrea: míralos-señaló por encima de su hombro y él se giró-ves esa de ahí y esa de al lado-se acercó a su altura-¿puedes encontrar las diferencias?

Samuel: tienen un distintivo diferente-entonces pudo comprobar que sí, que tenía razón, Ignacio le había robado el ganado a aquella salvaje.

Andrea: ¡Muy bien Samuel!-apuntó como si se tratase de un niño pequeño a la vez que él volteó los ojos.

Vio como Andrea se acercaba a uno de los animales y mientras que los otros se apartaron aquel permaneció inmóvil esperando su caricia, entonces comprobó que lo que aquella salvaje decía era cierto, aquel animal no solo tenía un distintivo con las iniciales SAP solapadas si no que reconocía a su dueña mostrándose manso ante ella, él trago saliva al verla.

QUÉDATE CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora