—Claro que sí.—¿Estás segura? —preguntó Gabriel en referencia a la noche anterior.
—Sí. No fue nada.
—Está bien —y así terminó la conversación sobre la noche anterior, con un Gabriel que no estaba del todo convencido y Camila que quería olvidarlo.
Pasaron el resto de la mañana en la cocina hasta bien entrada la tarde, mientras ambos estaban concentrados en la preparación de un nuevo sabor para los bombones el teléfono de Camila comenzó a sonar incesantemente.
Se acercó a donde había dejado su bolso y chequeó el identificador viendo que su amiga la estaba llamando y que además, esa no era la primera llamada que tenía.
Sin contestar bloqueó el teléfono poniéndolo en silencio y dejándolo donde mismo estaba.
—¿Problemas?
—No. Solo una amiga —dijo ella cerrando el tema.
♡ ♡ ♡
Después que salió de la pastelería, Camila hizo su camino a la cafetería que se encontraba a pocas cuadras. Nada más cruzar la puerta de cristal, escuchó que la llamaban.
—¡Camila! —exclamó una chica de ojos café y cabello marrón sentada en una de las mesas. Con la mano le saludó, señalándole la mesa en la que estaba sentada.
Camila se dirigió a la mesa, no antes de haber pasado por la barra y pedido su café mocca.
—Entonces, ¿qué vas a hacer esta tarde? —le pregunta Eva, su mejor amiga, una vez que se ha sentado en la mesa.
—Gabriel me invitó a su casa —contestó ella—. A cenar —recalcó viendo la mirada de Eva.
—¡Vais a follar! —exclama Eva.
—Cállate —dice Camila poniendo la mano en la boca de su amiga y mirando a su alrededor—. Todos nos están viendo.
—Vale, lo siento —murmuró la chica a modo de disculpa—. Pero que, ¿vais o no a follar?
—No, no vamos a follar. Es una cena con su madre.
—No eres divertida. Con un hombre así yo no saldría de encima de él.
—Eso se llama ser empalagosa —apuntó Camila.
—No, se llama cariñosa —insiste Eva.
—Eva...
—¿Qué? —pregunta con inocencia—. Es la verdad.
Ante su respuesta Camila dio un suspiro, no tenía sentido que batallar con su mejor amiga por una estupidez, puesto que nunca podría hacerle entender que entre ella y Gabriel no existía más que una amistad —impulsada por sus madres, claro está—.
♡ ♡ ♡
Eran pasadas las siete de la noche cuando Camila tocó el timbre del domicilio de los Navarro. Una sonriente Catalina le abrió la puerta.
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La Dulce Esencia
RomanceDespués de haber pasado los últimos cinco años en Francia, un joven maestro chocolatero se muda de regreso a su pueblo natal tras la muerte de su padre. Con el objetivo de ayudar a su madre reabre la pastelería familiar, que en poco tiempo alcanzó g...