|Prólogo|

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Diciembre 3, 2020.

París.

Profitez-en, bonne nuit —dice Gabriel, despidiendo al último cliente del día.

En ese instante el timbre de su teléfono móvil lo hace dirigirse al pequeño banquillo ubicado cerca de la ventana. El ver quién lo llama, ilumina su rostro.

—Mamá —contesta con una sonrisa, pero nunca estuvo preparado para las siguientes palabras de la persona que más quería en el mundo—. Justo ahora te iba a llamar.

—G-Gabriel, cariño, tu p-padre ha m-muerto —dijo la mujer mayor al otro lado de la línea entre sollozos.

—¿Qué? —preguntó él. No podía creer lo que estaba escuchando. Su padre no podía haber muerto.

Esa llamada telefónica destruyó el mundo de Gabriel Navarro, sus sueños se vieron abruptamente interrumpidos.

♡ ♡ ♡

Barcelona.

—No puedo creer que el idiota de mi jefe me haya despedido —dice Camila, echándose sobre el sofá de la sala de estar de su casa.

—¿Te puedes calmar, cariño? Así no vas a resolver nada —su madre trata de tranquilizarla.

—No mamá, no me puedo calmar.

—Estás molesta, te entiendo.

—Estoy más que molesta, estoy que si me cortan no sale sangre —chilla con indignación—. Quiero estrellar su maldita cara de imbécil contra la pared.

Ese día marcó un antes y un después en la vida de Camila Ripoll, ese fue el día que su sueño empezó a resurgir.

La Dulce EsenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora