|Capítulo 10|

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Mis amores, hoy hay doble actualización, así que no se salten un capítulo!
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Mayo 9, 2021.

Habían pasado dos mes desde aquella cena en casa de los Ripoll y de que había tenido el valor de confesar a Camila que sentía algo por ella después de tantos años habérselo guardado. Ahora era tiempo de la fase complicada, pedirle que fuese su novia.

Si era sincero, hacía años no le pedía a alguien que entablacen un noviazgo y se sentía fuera de práctica.

Cuando le confesó esto a Marc, su mejor amigo lo único que pudo hacer era reír hasta las lágrimas.

—¿En serio me estas diciendo que no sabes cómo decirle a Camila, la chica que has amado desde que tengo memoria —recalcó—, que sea tu novia? ¿Tan difícil es?

—No le veo la gracia —dice Gabriel mirando con mala cara a Marc quien se carcajeaba cada vez más.

—Sí que la tiene —apuntó su amigo riendo—. Tú, un conquistador nato, está tan aterrado de pedirle a la chica que ama que formalicen su relación que estás aquí sentado bebiendo en vez de estar con ella —se bebió de un trago lo que le quedaba en el vaso que tenía en la mano para luego preguntar—. Aunque, tengo una duda, ¿no se lo habías pedido cuando salieron años atrás?

Rascando su nuca con incomodidad, Gabriel respondió: —Nunca llegamos a esa parte.

—Ya verdad porque te acobardaste.

—Claro, recuérdame todos los errores que he cometido.

—Para que están los amigos. Además, aún me pregunto cómo es que ella te dio otra oportunidad.

—Soy un hombre con suerte, a diferencia de otros, que lo único que hacen es acosar a la chica que le gusta.

Marc se quedó boquiabierto durante unos segundos antes de decir: —Sabes que eso no es verdad, en ningún momento he acosado a Sara, solo la protejo.

—Creo que ha demostrado en suficientes ocasiones que no es una damisela en apuros que necesita ser salvada.

—Sabes que has cambiado por completo el tema de conversación, ¿verdad?

Gabriel solo levantó su vaso casi vacío.

♡ ♡ ♡

—Mamá... ¿crees que hice lo correcto?

—¿Lo correcto con qué, cariño? —preguntó pasando una mano por el cabello de su hija.

—¿Aceptando otra vez a Gabriel en mi vida?

—¿Por qué lo preguntas? ¿Estás dudando en algo?

—No es eso, es solo que no quiero terminar decepcionada otra vez —dijo confesando su inseguridad.

—Mi vida, eso solo lo puedes decidir tú —le dijo su madre—. En los últimos meses te he visto más feliz de lo que has estado en los últimos ocho años. Gabriel te hace bien —afirmó—. Pero es una decisión solamente tuya si quieres o no estar con él. Y en lo que sea que decidas estaré ahí apoyándote.

—Gracias mamá.

—Con tu padre no estoy tan segura. No lo golpeó hace ocho años pero ahora es muy posible que lo mate —dijo a modo de broma.

—¿Eso es una manera de decirme que no lo deje? —preguntó Camila alzando una ceja.

—Oh no, eso quiere decir que da igual lo que decidas, tu padre de que se enfada, se enfada. Además creo que te sorprenderás.

Dos días después, Gabriel llevó a Camila a un antiguo restaurante que había dejado de funcionar hacia años pero que aún continuaba en buen estado gracias a los cuidados locales.

Cuando entraron, la chica quedó maravillada. El salón estaba cubierto de velas y pétalos de rosa.

Un poco más adelante, apareció en su campo de visión una pequeña mesa con dos sillas y una variedad de platos sobre ella.

—¿Cuándo tuviste tiempo de hacer todo esto? —preguntó Camila recuperando la voz.

—Es una ventaja que el señor que cuida este lugar sea un viejo amigo de mi familia —admitió Gabriel, mientras le sacaba el asiento para que se sentara.

La noche pasó en un borrón, cenaron y llegado el momento se preparó para la gran pregunta. Tomó com suavidad la mano de Camila que descansaba sobre la mesa y llenándose de valor, por fin dijo: —¿Quieres ser mi novia?

Con una sonrisa, Camila respondió: —Sí, claro que quiero.

—Te amo.

—Yo también te amo —no fue hasta que esas palabras salieron de sus labios que el se dio cuenta de que lo había dicho en voz alta.

♡ ♡ ♡

Había pasado un mes de que formalizaron su relación. Al final, Jaime no golpeó a Gabriel y terminaron tomándose una buena tanda de cerveza como viejos amigos, así que estaba a salvo, siempre que no le hiciera daño a Camila, claro está.

Ahora, ambos se encontraban sentados en el porche trasero de casa de Gabriel pasando el rato cuando el joven se levantó.

—¿Qué sucede? —pregunta Camila sin entender por qué su novio actuó así. Solo para recibir un rápido «Quédate aquí» y verlo entrar en la casa.

A los pocos minutos, volvió con las manos a su espalda ocultando algo.

—¿Qué traes ahí? —insistió la rubia con una sonrisa.

—Te lo doy por un beso —dijo él acercándose y uniendo sus labios en un tierno beso.

En un descuido, Camila trató de alcanzar lo que él ocultaba, pero Gabriel fue más rápido.

—Así no se juega —afirmó el maestro chocolatero, pero de su espalda sacó un pequeño plato cubierto por una campana de metal, resguardando el contenido de la vista.

—¿Qué es esto? —preguntó la rubia tomando la bandeja y dejándola en su regazo, pero no esperó respuesta.

Levantó la mini campana para develar un pequeño bombón en forma de corazón.

—Esto eres tú —esas palabras dejaron a la rubia boquiabierta, ante lo que el maestro chocolatero explicó—. Es un bombón de chocolate relleno con frambuesas, avellanas y cacahuetes.

Camila solo podía reír. —¿En serio haz creado un bombón con todos mis sabores favoritos?

—¿Por qué sino se llamaría “Camila”?

—Tú no eres real.

—Claro que soy real, si no lo fuera no podría hacer esto —y unió sus labios en un lento beso demostrando que sí era real, no solo él, sino también lo que sentía por ella.


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