Han pasado dos semanas desde aquel beso que ninguno de los dos ha podido borrar de sus mentes. Es un día normal y corriente, los clientes van y vienen, y hay más ajetreo que nunca.En la cocina, el chef presenta a sus empleados la nueva obra maestra, una maravillosa escultura de chocolate que dejará a todos boquiabiertos...
—¿Qué tanto haces en la tablet? —la voz de Gabriel sobresaltó a Camila de tal manera que súbitamente dejó de escribir.
—Joder... te voy a poner una campanita en el cuello a ver si dejas de ser tan silencio —dijo cerrando la tablet y poniéndola en un lugar seguro.
—Es la segunda vez esta semana que te encuentro concentrada haciendo algo y en cuanto llego lo apartas —reprime—. ¿Estás saliendo con alguien?
—No —rió suavemente—. Por supuesto que no.
Sin creerle, Gabriel trató de alcanzar la tablet, pero Camila fue más rápida y la alcanzó primero logrando esconderla tras su espalda.
—Eso es invasión de privacidad.
—Entonces, ¿por qué no dices que sí? —insistió el chocolatero.
Después del beso que ambos compartieron y el drama del día siguiente, Gabriel no paraba de pedirle una y otra vez que salieran nuevamente. Esta vez, Camila no lo aceptó tan rápido como la vez pasada, siempre buscaba excusas y eso preocupaba a Gabriel.
Si bien ella le había dicho que todo estaba bien entre ellos, sus evasivas no hacían más que jugarle malas pasadas. Hace exactamente una semana, ella había comenzado a llevar la tablet a la pastelería y cada vez que tenían un rato libre, siempre la veía escribiendo en ella. Gabriel estaba seguro de que estaba hablando con alguien, pero ahora ella le decía que no. Sus señales lo confundían; nunca le había sucedido eso en sus treinta y un años de vida, ninguna mujer lograba confundirlo tanto como Camila.
—Gabriel —comenzó—, estos días están siendo una locura para mi. Mi hermana se fue de vacaciones con Pablo y mi madre está sola en la floristería, y créeme cuando te digo que no tengo tiempo. En otra ocasión —sugirió.
—¿No quieres tomarte unos días libres? —preguntó Gabriel, al ver lo agobiada que estaba ella—. Al fin y al cabo la semana entrante comienzan los chicos que vinieron el otro día. Puedo ocuparme solo de la tienda esta semana.
—Créeme, te lo agradecería en el alma.
—Entonces no lo retrases más, vete a casa y descansa —sentenció.
♡ ♡ ♡
Marzo 5, 2021.
—¡Cariño! ¿Dónde están los jarrones con sakura que pidió la señora Rodríguez? —preguntó Julia a su hija, quien estaba terminando el inventario del día.
Cerrando la libreta de notas que llevaba en la mano, Camila se dirigió a donde había dejado su madre el día anterior ambos jarrones y los llevó consigo hasta el mostrador.
—¿Por qué no puedes llamarlo flor de cerezo japonés?
—Porque así es más chic —contestó Julia ayudando a su hija a guardar los arreglos florales en el pequeño aparador debajo de la mesa—. ¿Has hablado con tu hermana? —preguntó cambiando de tema.
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La Dulce Esencia
RomanceDespués de haber pasado los últimos cinco años en Francia, un joven maestro chocolatero se muda de regreso a su pueblo natal tras la muerte de su padre. Con el objetivo de ayudar a su madre reabre la pastelería familiar, que en poco tiempo alcanzó g...