Cap 22. La felicidad dura muy poco

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Hacer las compras de año nuevo era siempre un deleite para Carmen. Aunque esta vez tuviese que hacerlas por internet, puso los ojos en blanco al recordar las palabras de su hija, negándose acompañarla a la capital.

¿Qué era una semana de compras de año nuevo?

Pero Victoria había sido reticente al aceptar su oferta, así que aquí estaba ella, hurtándole su portátil en la noche una vez más para buscar nuevos atuendos qué usar para este año. Toda su ropa era temporada pasada, ni bromeando seguiría vistiendo así todo enero.

Carmen apretó el botón de encendido, y esperó impaciente. Estaba sola en la habitación de su hija, el sol se había ocultado hace mucho y ella había preferido saltarse la cena para navegar en internet sin que Victoria estuviese encima de ella criticando la cantidad de plata que gastaba. Deseaba tanto que la primera semana de enero acabase ya.

Después de todo su plan no era permanecer en esa desabrida granja por el resto de su vida, no, no, no, ella se iría en cinco días, su vuelo ya estaba agendado. Así que no tenía que preocuparse por hacer una mala inversión y comprar trajes que fuesen a malgastarse entre la mugre y la suciedad que era el lugar donde se hallaba ahora.

De pronto, en la pantalla apareció el espacio vacío de la contraseña. Carmen volteó los ojos escribiendo el nombre de su hija en minúscula y entrando directamente al escritorio del ordenador. En este punto no sabía si hablar con su hija sobre contraseñas más seguras, o agradecerle que no se esfuerce tanto en proteger sus cosas ya que es más fácil para ella revisar lo que Victoria tratase de ocultarle.

Con esa idea en su cabeza, entrecerró sus ojos al fijarse en la bandeja de correo en la barra de tareas. Colocó el cursor sobre el icono, hace mucho que no se enteraba de algún chisme sobre su hija. Sin pensarlo más, abrió la bandeja ingresando de nuevo la pobre contraseña y entrando sin problemas, otra vez. Abrió sus ojos como plato cuando leyó los temas de sus correos entrantes. La mayoría eran con motivos de trabajo de la hacienda, inversionistas y demás cosas aburridas para Carmen.

Bajó la barra lateral, esperando encontrar algo más. Se llevó una sorpresa al hallar la respuesta de su carta de renuncia en el periódico de Chicago. Carmen suspiró con pesadez, su hija había cometido un severo error al largarse como si nada de Illinois. Por Dios, si desde hace mucho había odiado que hubiese terminado con Mark. Ese hombre tenía un futuro brillante, y más que todo, era fácil de manipular. Carmen jamás había sido tan feliz con un novio de su hija que pudiese mangonear a su antojo.

–Caleb no es nada como él... –siseó con desprecio.

El hombre era atractivo y parecía inteligente, tenía que darle puntos a su hija por ello. Pero odiaba que este tuviese ese aire de poder que irradiaba en sus expresiones faciales. Era más que obvio para Carmen, que él no era material de manipulación. ¿Cómo diablos se supone que mantendría su vida de lujos ahora? si el novio de su hija no parecía que le ofrecería ninguna consideración jamás, no importaba cuánto lo alabase, Caleb no daba su brazo a torcer.

–Es igual o peor que Luis. Es solo verlo para saber que el imbécil de Luis tuvo demasiado tiempo para poner al hombre en mi contra.

Justo ahora, Carmen necesitaba una solución. Deshacerse de Caleb y hacer que Mark volviera a ser el novio de su hija. ¿Pero cómo diablos haría algo así sin levantar sospechas? Victoria en serio lucía enamorada de él, más de lo que la había visto con su ex. No parecía que tenían un punto débil, al menos no a simple vista. Tenía que hallar la forma.

Carmen estaba a punto de darse por vencida, y salir de la bandeja de entrada cuando se le ocurrió revisar los correos salientes de su hija. Seguro esos serían igual de aburridos, pero nunca se sabía qué podría encontrar ahí. Bostezó aburrida al ver que la mayoría se trataba de algo sobre el trabajo de la hacienda. Pero entonces, un correo en particular llamó su atención. Una conversación que tenía con Sarah, la mejor amiga de su hija. Recordaba a la pelirroja muy bien, era tan rebelde como los rizos de su cabello.

Indestructible 1: Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora