Cap 12. El pasado persigue a Fernando

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 El peor sueño en mucho tiempo. Solo así podía calificar la pesadilla que lo había despertado. Su pecho se elevaba en cada bocanada de aire que intentaba tomar, sintió las gotas de sudor frío perlar su frente. Lo único que quiso, fue no haber gritado mientras dormía. Victoria seguía a su lado, dormida de costado, dándole la espalda.

Sus ojos se fijaron en ella mientras respiraba con pesadez. Volvió a recostarse, apoyando su cabeza contra la almohada húmeda. ¿Pero desde hace cuánto llevaba dormido? La luz del sol había menguado la mayor parte, ahora solo los colores fogosos del esperado atardecer llenaban su habitación con una tenue luz. Fernando miró a su alrededor, esperando que este tampoco fuese un mal sueño y que de la nada apareciera alguien que no estaba vivo.

Tragó seco, alguien que no estaba vivo. ¿Qué hacía soñando con los muertos? Cerró sus ojos, y sacudió su cabeza con ligereza. Era su subconsciente, quien le jugaba malas bromas, quién recordaba fechas importantes que él deseaba borrar de su cabeza. La culpa, era demasiada como para olvidarla.

Su cerebro se devanó en pensamientos, en tratar de interpretar la horrorosa pesadilla. Pero como siempre, esta era una combinación de más de un evento del pasado, y fue precisamente eso lo que lo espantaba, que todos sus demonios fuesen a buscarlo al mismo tiempo. Miró de reojo hacia Victoria, y la forma pausada con que respiraba. Solo esperó que sus fantasmas no fueran tras de ella también...

Cuando Victoria se despertó, faltaba una hora para la cena. Fernando ya estaba mágicamente despierto, pero no era ni la sombra del hombre con que había estado esta mañana. Había estado más abstraído que de costumbre. Victoria solo pudo pensar en el sinfín de problemas que podrían atribuirse a su ceño fruncido, después de todo, había perdido un día de trabajo para pasarlo holgazaneando en la cama. Eso debía ser.

Esta nueva versión que conocía de él, era diferente a la del chico que todavía recordaba. Sabía cómo tratar con su versión de adolescente, pero Fernando ya era un hombre, y en todos estos años, él había desarrollado una personalidad muy alejada de lo que Victoria podría llegar a conocer en un día.

Se fue a su habitación, usando una camisa de Fernando que le quedaba demasiado grande. Esto pareció reanimarlo un poco, al menos la nube gris que nublaba su cabeza parecía menguar mientras estaba con ella. Victoria regresó a su habitación, dejando a Fernando en el corredor, fuera de su habitación, cuidando que no hubiese moros en la costa.

La puerta de la habitación se cerró detrás de ella, Fernando exhaló un cansado suspiro, dejando caer sus hombros, encaminándose hacia las escaleras. Intentó que su mente se concentrase solo en el trabajo, pero era imposible hacerlo cuando tenía tan fresca la imagen de la sangre en sus pensamientos. Tomó el pasamanos de madera, bajando peldaño a peldaño con un mortal ceño fruncido en su frente.

Se detuvo en el último escalón, sobresaltándose cuando escuchó que alguien abría y cerraba la puerta principal con demasiada violencia. Esperó en su sitio, con una expresión desconcertada por el culpable. De repente Magda apareció por el vestíbulo como alma que se lleva el diablo. Este jamás pensó que una señora de su edad, aun tuviera esa fuerza descomunal en sus brazos. Tendría que revisar la puerta, para asegurarse que no había estropeado la madera, pensó divertido.

La nana de Victoria se detuvo cuando notó a Fernando de pie frente a las escaleras. Él lucía sorprendido, con ambas cejas oscuras alzadas hasta el nacimiento de su pelo, y de brazos cruzados. Ella frunció el ceño, esperando que este hiciera algo más que mirarla como si fuese un extraterrestre de tres cabezas.

–Diablos, Magda... ¿Lograste perder al asesino que te perseguía? –se mofó él, reprimiendo una socarrona sonrisa.

–Ja. Ja. –espetó fastidiada–. Ríete, ahora soy el payaso de todos...

Indestructible 1: Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora