17- Llévame a casa

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                   《Brandon Pierce 》

- Oye como que te veo un poco raro, estás diferente- me dijo Paola mientras se me acercaba de forma provocativa y sonreía.

- Pues tienes toda la razón – y comencé a sonreír.

- Y a qué se debe eso- dijo mientras acariciaba mi brazo con una mano y con la otra ondulaba su cabello de forma muy coqueta- no será que quieres rememorar viejos tiempos.

- Si yo te cuento…- le dije mientras apoyaba la cabeza en el casillero.

- Bueno, pues vamos a mi casa después de clases y me haces lo que tanto me gusta…

- Pues lo siento, eso no va a poder ser.

- Y por qué?

- Porque la razón por la cual estoy tan diferente es una chica.

- Te has enamorado?

- Si

- Y que pasó con eso de que no querías nada serio con nadie y mucho menos enamorarte

- Se fue a la mierda

- Wow y quién es esa hechicera, la conozco?

- Si la conoces- ella esbozó una sonrisa

- Acaso soy yo?

- Es Ally- su sonrisa desapareció instantáneamente.

- Burke?

- Si Burke, conoces a otra

- O sea que pasas de mi culo por el de esa vulgar zorra de cuarta que ni….omg el baby es tuyo.

- Que no, que lo que tiene es anemia.

- Da igual, Brandon cómo  pudiste enamorarte de ella, y es que lo dices y te quedas así tan ancho.

- Pues sí, que pasa no es algo de lo que deba avergonzarme y es lo más bonito que he sentido nunca.

- Pues ya veremos si te avergonzarás o no, y con la fama que tienes no será nada difícil.

- Mucho cuidadito con lo que haces.

Paola resopló, me dio una mirada de desaprobación y se marchó hacia la cafetería.

Esperé un rato para no entrar junto con ella.

Iba ya para la cafetería cuando vi a Ally, caminaba con la mirada perdida en el suelo, me pareció raro ya que después del regalo que le había hecho debía estar contenta y  estaba ansioso pues ya quería saber que le había parecido. Me apuré un poco y me coloqué justo delante de ella.

《Ally Burke 》

Estaba tirada en un banco, mi ojo comenzaba a ponerse morado por el puñetazo y sabía que no tardarían en suspenderme del colegio por la pelea.

Al rato de habernos peleado, el director nos llamó a ambas a su oficina. El tipo tenía más ganas de perderme de vista que las que le tenía a su mujer.

Para mi sorpresa cuando llegué parecía calmado, conversaba de buena manera con la estúpida de Paola, la tía guarra.

La reunión iba viento en popa, y no sé por qué razón ella había aceptado la culpabilidad que tenía en todo el asunto, aún así no me fiaba de su buena actitud, un cambio así de momento, como que era sospechoso.

El director tenía la firme decisión de suspenderme del colegio, según él los últimos días le había dado más problemas que los que le daba su coche, pero a la niña buena de Paola no le había pasado nada, la despidió con amabilidad, al parecer era intocable.

Me enojé y le dije unas cuantas verdades en su cara, del enojo dio un golpe en su escritorio, sin darse cuenta que había encendido el micrófono.

Me gritó que yo para el solo era una almorrana y que esta semana solo le había hinchado sus partes pudendas.

Hizo referencia a mi merecida fama de guarra, agregándole unos cuantos improperios, hasta que ya no aguanté más y le grité que todo era mentira, que nada de lo que decían de mi era cierto y le expliqué con pelos y señales.

Ally Burke [En Proceso](18+)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora