Capítulo 2

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Esa tarde no supe de Marck, lo dejé solo unas horas y me dije que le llamaría en la noche o que mañana le sacaría lo que le sucedía. Tenía en mis manos los tiquetes de avión a las vegas. Conocí una vez a un tío divertido de Marck, se llamaba William, él me contó una vez, como se casaron el y su esposa Veca.

La llevó a las vegas a la fuerza porque ella estaba enojada con él, algo que él simpático hombre no ahondó y que yo tampoco pregunté. Dijo que pasó con ella varios días, de casinos, fiestas y rumba, se embriagaron hasta la inconsciencia y que una vez en ese estado se habían casado.

Me mostró sus fotos, estaban disfrazados, el juez era un Elvis con una panza grande y él estaba vestido como Michael Jackson y Veca como Marilyn Monroe, se veían tan felices que quise vivir esa experiencia.

Stephan no quiso, dijo que nuestra luna de miel podría ser allá, pero el matrimonio era tradicional. En algunas cosas era tan loco como yo y en otras era mi polo a tierra. Tía Edna decía que así debería ser, que en algún momento uno tenía que ser cuerdo. Mi móvil empezó a sonar y era mi tío Tristán, él había salido en búsqueda de su esposa y mis primos.

— Mau...­­­­­­­

— Media hora y ya me extrañas ¿Cómo será cuando me vaya a vivir lejos del nido? — pregunté, pero del otro lado hubo un silencio.

— ¿Por qué Stephan está en aeropuerto? — dijo y guardé silencio, mi corazón se detuvo y rápidamente pensé.

— El padrino es un amigo que viene de, sé que no tiene familia quizás lo fue a recoger — el silencio del otro lado, me dijo que mi tío no estaba convencido.

— Se levantó cuando anunciaron el vuelo rumbo a Milán — dile que lleva pasaporte en sus manos, escuché la voz de mi tía Greta — será mejor si lo llamas, porque a mí esto no me está gustando. Intenté acercarme, pero tu tía me lo impide.

— No te preocupes tío, debe existir alguna explicación, es Stephan, quizás te equivocaste y dijeron fue la llegada. — me pidió colgar y solucionar todo.

Jamás había colgado a mi tío de esa forma. Pero la situación lo ameritaba, marqué una y otra vez, no contestó, lo tenía en silencio algo muy común en él. Le envié un mensaje, preguntando si aún podíamos salir, fue recibido leído he ignorado. Me senté en la cama y dejé el móvil en un lado en la mesa de noche. Creía ciegamente en que todo tenía una explicación, debajo del libro se asomaba el sobre blanco y recordé lo que me dijo en la tarde. "Léelo mañana", con la curiosidad a mil y el corazón a punto de salir, decidí abrir el sobre. Me puse en pie, metí seguro a mi habitación y luego volví a mi cama. Lo primero que vi al hacerlo fue un cheque, y el tiquete, que correspondía a Milán empecé a leer la carta que nadie quiere, no de parte del hombre que dijo amarme.

¡Querida Mauren!

¿Recuerdas como inició lo nuestro? Quizás nunca te lo dije, pero hoy quiero ser sincero contigo, y tú debes recordarlo, eres Mau, lo recuerdas todo. Esto inició el día que papá dijo que tenía que ir a una escuela militar, porque mis notas eran pésimas.

El día que logré la tan anhelada nota que necesitaba y que papá dijo que ya no me iría, salimos a festejar. Ese día regresamos tarde y a ambos no nos reprendieron, así descubrimos que la clave era andar juntos. Por eso íbamos a todos lados y tú me ayudabas salir de casa, para verme con esa chica... La de grandes pechos.

En adelante, me di cuenta que te gustaba y mi papá dijo que eras un buen partido, que eras inteligente y que tenías talento. Así que quise intentarlo, aun así, no quería que salieras herida por eso dije en un comienzo que sería una relación abierta.

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