Capítulo 17

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Tengo que decir que a medida que pasaban los días, iba perdiendo toda esperanza. Si bien, el parte médico era estable, que ella no despertara me dolía en gran medida. La poca fe que me quedaba, la tenía aferrada a mí como una segunda piel.

No lograba conciliar el sueño a ninguna hora, la familia de Greñas llegaba en el día y me pedía descansar. Pero ¿Cómo hacerlo? Cuando ella estaba allí a pocos pasos de mí, sin despertar. Había perdido la cuenta de cuanto había comido algo, una mirada al espejo está mañana me mostró el aspecto cadavérico de mi rostro.

Lo único que me Mantenía alejado de los pensamientos era mi trabajo y allí me encontraba en estos momentos. Atendía a uno de mis más pequeños pacientes, un chico de tres años, a quien decía, le dolía el corazón. Su cabellera negra era espesa, y cubría parte de su rostro y hombros. Tras revisarlo y revisar los exámenes, observé a su madre que estaba asustada.

— ¿Me podría dejar solo con Ethan? — pregunté y le sonríe para calmarla, asintió algo preocupada y caminé con ella hacia la puerta. — no se preocupe, en unos minutos le hago pasar ¿Vino su esposo?

— Si, se quedó recogiendo los exámenes de mi embarazo — respondió.

— Dígale que venga por favor, mientras yo hablo con Ethan. — la mujer asintió y miró una última vez por encima de mi hombro, en dirección a su hijo.

Cerré la puerta y giré para verlo, estaba sentado en la camilla y tenía las manos entre sus piernas. Tomé una de las sillas más cercanas y me senté en frente suyo.

— Ethan. — le llamé al ver que no miraba mi rostro, éste alzó la vista hacia mí y me miró con esos ojos grandes y negros — ¿Sabes dónde está el corazón?

— Si. — dijo y señaló con su mano el pecho — Aquí, — dijo señalando su pecho.

— ¿Por qué crees que te duele? — pregunté curioso.

— No sé, — tenía sus manos juntas y las apretada de forma nerviosa — tener hermano, creo. — sonreí al comprender las razones.

— No debería, te mostraré algo — lo tomé en brazos y lo llevé a la pared, donde reposaba las fotos de mi familia — Mira esta es, mi hermana, se llama Dasha, este de aquí es Alexis y estos dos son Christine y Vincent. — el miraba con curiosidad todas las fotos, hasta que se puso los ojos en una.

Un niño de cuatro años, sentado en solidario en una banca de un parque. Sostenía un Algodón en sus manos, que no iba a comer, solo posaría para la foto. No sonreía, en ese instante pensaba que no tenía motivos para hacerlo, miraba en una dirección, el lugar en donde su padre hablaba con un médico. No tenía cabello, su piel pálida, ojos hundidos y los ojos rojos de tanto llorar. Recordé ese día un poco nublado en mi mente, fue unos meses antes de conocer a la que hoy es mi madre.

— ¿Quién es? — preguntó señalando directo a la foto.

— Soy yo, antes de mis hermanos, este, este y este también — dije señalando las otras fotos en donde estaba solo o con papá.

Fue fácil para el chico seguir la línea de quien era yo, como mi rostro cambiaba cuando estaba con mis hermanos y mis papás.

— Soy el hermano mayor, el que los cuida, no es malo una familia Ethan. — tenía la cabeza baja y los ojos humedecidos.

— No me van a querer, cuando el venga, mi hermano...

— Siempre serás el mayor y te aseguro que amaras a tu hermano — sus padres se acercaron a él, fue su madre quien se lo llevó y su padre se quedó conmigo.

— Lo hemos hecho a un lado, no lo habíamos notado, pero no fue premeditado. — habló Ethan padre.

— Intégrenlo, hay un cuarto que decorar, el quizás pueda escoger el color, el nombre de su hermano, la cuna, — el hombre se sentó en la silla, mientras yo me apoyaba en el escritorio — hay tantas cosas por hacer y que él les puede ayudar que, le será difícil no amar a su hermano o hermana cuando nazca. Yo ayudé a mis padres a escoger el nombre de Dasha mi primera hermana. Jamás me sentí excluido a pesar de no ser mi madre biológica, ella hizo del nacimiento de mi hermana un acto importante, no sólo para papá y ella, también para mí.

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