Final

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— ¿Lista? — pregunté al entrando a la habitación en donde Tiffany la ayudaba a preparar, para su boda.

Entré y la mujer que tenía frente a mí, estaba lejos de ser la chiquilla que jugaba el payaso en sus fiestas infantiles. Giró hacia mí, al escuchar mi voz y la vi allí de pie vestida de blanco y sonriente. Estaba aliviado por saber, con exactitud que se casaría, no solo con un buen hombre, de buena familia y que la amaba, sino que sería respetada, como mujer y como ser humano. Parecía que fue ayer, cuando luego que Tiffany, despidiera a Sol delante de mí y que la viera llorar me acerqué a consolarla.

Ese día me dijo que era madre soltera, que tenía a su hijo enfermo y que no entendía porque su jefa la había despedido, había llegado tarde porque su niño lloraba desconsolado y no quería quedarse en la guardería. Con la curiosidad a mil y enojado, ambos por el trato recibido, pregunté cuál empresa había sido rechazada la quisquillosa mujer, de quien había que decir, era hermosa. Había escuchado claramente a la secretaria, de quien supo se llamaba Soledad que, “No tiene nadie con sus características, pero insistí y me dijeron que buscarían”.

Ese día inició un lazo que nos uniría a la mujer que daría a tres maravillosos hijos, pero también me daría mi primer amor, mi hija. No fue fácil convencer a la secretaria para que me cediera ese día el documento y peor el nombre de la clínica de fertilidad, pero lo logré. Hoy día pienso que era mi deseo de volver a ver o quizás de estar atado a ella de por vida.

— Si papi ¿Cómo estoy? — puso una de sus manos en su cintura y ladeó sus caderas de manera coqueta.

— Hermosa, preciosa — ¡Por Dios! No llores Christopher, me reprendí al sentir el nudo en mi garganta. Carraspeé un poco y miré a mi esposa, grave error, sus ojos estaban húmedos, estaba a punto de llorar — Afortunadamente Marck no te llevará lejos y siempre puedes venir a casa…

— No lo dudes papi, ya le dije a mamá que sería así ¿Quién lo diría? Después de quererme en un internado hace diez años, hoy día no quiere que me vaya — ante eso su madre sonrío, éramos consciente, que no quería vernos llorar, por eso aligeraba el ambiente.

— Será mejor si nos vamos o tu futuro esposo se trepará por las paredes de la iglesia — el rostro de mi hija se ensombreció, fue leve, pero pude notar el miedo en ellos.

— ¿Él ya está allí? — preguntó nerviosa — ¿Erick y Yoel están allá?

— No te preocupes princesa, él está esperando, desde antes de la hora esperada —le interrumpí — su madre me prometió que así sería.

Ante mis palabras se relajó y tomó el brazo que le tendía para apoyarse, por su parte su madre le colaboraba con la cola del vestido. Tengo que decir que no era el mismo que usaría con Stephan, aquel fue quemado por Tiffany, con todo lo que lo que ella usaría en esa boda y lo hizo el mismo día en que ella se fue de viaje con Marck. Las joyas fueron vendidas, los anillos de bodas y de compromiso fueron de vueltos a los Hank, sin una nota u aviso, ambos coincidimos no era necesario.

No quise decirle que Stephan no se casó, tuvo una acalorada discusión con Lidney, luego que esta se enterara que besó a mi hija y que este fue el motivo de rompimiento entre Marck y Mauren. No creía que fuera por el daño que pudo causar a mi hija, el trasfondo de todo esto, era la enemistad de la niñez, entre ambas, una que nunca entendí porque la chica no gustaba de mi hija.

Le ayudamos a entrar al auto, se sentó al lado de su madre y yo ese día sería el chofer, el nerviosismo de ella era latente, casi que tan grande que la depresión de que nuestro demonio de Tasmania se fuera de casa y formara un hogar. La iglesia estaba a pocos minutos de la casa, así que llegamos rápido, la marcha nupcial, tocó y pude ver al novio de pie, frente al altar.

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