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YOONGI

"¡Que buen día!" Canturreé mientras frenaba ante la luz roja del semáforo, conducía por la avenida que tanto odiaba, pero que en ese momento no me molestaba en lo absoluto a pesar de estar atestada de autos. Mis dedos tamborileaban sobre el volante, y mis ojos se paseaban por los edificios que ahí había, mirándolos como si no hubiera pasado por ahí mil veces.
No era alguien que sonriera a menudo, tampoco tenía razones para hacerlo e irónicamente no podía dejar de sonreír, empezaba a odiar la tensión que se sentía en mis mejillas, dolía.

Después de haber dejado a Young en el café recibí una llamada de Hoseok, sin embargo no la contesté, probablemente se trataba de algo importante ya que nunca me llamaba a no ser que fuese necesario, pero no quería arruinar mi día con alguna mierda relacionada al trabajo.

Tarareé la canción que sonaba en la radio mientras me preparaba para avanzar en cuanto la luz se volviera verde. Me sentía como un idiota y debía verme como uno porque invitar a una chica solo para joder a Nam me recordaba a cuando éramos unos mocosos que no sabían nada de la vida. Suspiré con fastidio y supe que hasta ahí había llegado mi buen humor.

Conduje lo poco que faltaba para llegar al departamento de forma automática, como solía hacerlo siempre, mi vida era rutinaria y aburrida es por eso que el haberle ponchado la llanta al amigo de Young había sido la mejor idea que había tenido en meses.

Caminé con pereza hasta llegar al ascensor que no daba muy buena espina, ignorando el saludo del portero y empujando a un sujeto que pasaba por ahí. Todos en el barrio me conocían y sabían que meterse conmigo era la peor decisión que pudieran tomar. Revisé mi celular mientras el número de pisos subía, tres llamadas perdidas, veinte mensajes sin leer.

Bufé mientras respondía uno a uno. Las puertas se abrieron con dificultad, debían arreglar esa cosa o habría un accidente.

Saqué un cigarrillo y lo lleve a mi boca, disfrutando la sensación de alivio que me causaba mientras le daba la primera calada. Entré al departamento, encontrándome con la grata imagen de Jungkook en cuclillas, llenando el refrigerador con la despensa. Reí secamente, no había duda que ese niño era un dolor de cabeza, pero al final del día era la única familia que tenía, él y Hoseok eran todo lo que tenía.

—Veo que has hecho la compra—caminé desgarbado hasta donde estaba y tomé una lata de cerveza del refrigerador, gastándola de un solo sorbo—. Realmente quería enderezarte el tabique.

Giró la cabeza con lentitud y me miró con cara de pocos amigos pero después sonrió, parecía un maldito conejo cuando lo hacía.

—¿Causas la enfermedad y das la cura?—bufó divertido y tomó la última bolsa que quedaba en la mesa para terminar de acomodar la compra—. Me temo que será otro día porque incluso he arreglado la sala y me encargué de lo que me pediste.

—Hasta que haces algo bien—aplasté la lata con mi mano después de haber puesto la colilla dentro, y la arrojé al cesto de basura— ¿Y Hoseok?

—Arriba, le llamaron hace como una hora y le pidieron que hackeara una página, supongo que de la policía o algo así, algún imbécil que querrá limpiar su historial—se encogió de hombros. Aquello era pan de todos los días, trabajos ilegales a todas horas en nuestro departamento.

Me levanté con pocas ganas de la silla, quería dormir toda la tarde, pero sabía que si lo hacía probablemente dejaría plantada a Young y aunque realmente me importaba muy poco, ella era pieza clave en mi plan de venganza contra Nam y no podía arruinarlo, así que en lugar de ir a mi habitación iría a fastidiar un rato a Hobi.

Caminé hasta las escaleras casi arrastrando los pies. Me debatía internamente si debía preguntarle a Jungkook sobre Youngbyul, después de todo su novia y ella eran amigas, pero sería demasiado vergonzoso.

TROUBLE [myg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora