Experiencias de un extraterrestre abandonado |Good Omens|

30: Etéreo.

Preocupado, Azirafel revisaba cada cincos minutos el celular. Subió las escaleras y entró a su estudio, titubeando si llamar o no a Crowley. No quería ser una molestia, se había comportado cual estúpido. ¿Qué derecho tiene de exigirle cosas a Crowley? Crowley jamás le ha exigido algo, ni para comprar helado, Crowley ama y adora el helado.

     Las pinturas con las caras de Gabriel ocupaban un tercio del estudio, y otro tercio lo ocupaba Crowley. Se dirigió hacia los retratos de Gabriel, sacó unas tijeras del cajón y exclamó—: ¡NO ME GUSTAS!

     Las tijeras perforaron el lienzo, cortándolo a la mitad.

—¡Eres una basura! ¡No vales la pena!

     Pateó otro cuadro. ¿Por qué pensaba en Gabriel? El cabrón le pedía dinero cada semana, igual a niño de cinco años, no tenía trabajo estable, tampoco metas y era egocéntrico, ególatra y manipulador. ¿Cómo es que le llegó a gustar? ¡Su buen físico y cara pueden irse al infierno!

     Cuando tenía pesadillas, Gabriel le decía que viera vídeos o "qué sé yo, no es mi problema", era su frase favorita. Crowley velaba su sueño cuando las tenía, jugaban juegos de mesas y de verdad lo disfrutaban, no lo fingía, amaba su comida. Oía sus historias, se interesaba en su trabajo. La primera vez que le ofreció helado, Crowley trató de limpiarle el pie con su lengua para limpiarle la sangre de la herida. Oh Dios... Le gusta Crowley. Le gusta muchísimo.

—¡No le llegas ni a los talones! —gritó Azirafel, apuñalando otro cuadro—, ¡OJALÁ TE CAIGA POPÓ DE PÁJARO Y TE ORINE UN PERRO!

—¡Lenguaje!

     Azirafel detuvo su batalla con los lienzos, cuadros y figuras.

     La luz de la luna otorgaba un aire etéreo a la delgada figura de Crowley. Esta no era una pintura.

—¿Puedo ayudarte? Yo también quiero destrozar retratos, se ve divertido.

      Azirafel soltó una carcajada, luego otra y otras hasta que ambos rieron estrepitosamente.

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Palabras: 316.