Capítulo 1

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Mis recuerdos del pasado.

Mantengo el bolígrafo entintado sobre la hoja en blanco en lo que será una pequeña recopilación de sucesos que marcaron mi vida a temprana edad, decir que el orfanato fue un punto y aparte en mi vida sería mentira pero una cadena de sucesos que no solo me marcaron a mí sería una verdad dispuesta a soltar.

Yosano-sensei suele decir que no me he desahogado lo suficiente, que todavía tengo lágrimas que soltar a personas que jamás volverán.

El olor a tabaco opaca toda la habitación en la que me estoy residiendo, siento que me sofocare ante tanto humo pero; es lo que me hace sentir vivo.

En el cuarto continuo se encuentran los dos seres a los que amo más que mi propia vida y que, sin esta serie de acontecimientos no me hubiesen sucedido no estaría cada día de mi vida amándolos.

Intento recordar ese día, trece de junio, un día cálido donde lo único que mi mente recuerda son breves momentos de película, nosotros en el bar, sobre el puente admirando la ciudad, sus vagas palabras y sus últimas acciones después de eso solo veo las luces del hospital terminando con el féretro color café roble descendiendo sobre la lápida.

Aquí yace Shuji Tsushima.

Despierto.

***

Atsushi abre los ojos por tercera vez en la noche, conciliar el sueño sin ayuda de los medicamentos recetados por la doctora suele dejarlo con los ojos abiertos toda la madrugada.

Con este día recién comenzado finalizaba su primera semana.

Y decir que eran las cuatro o las cinco era mentira pues su celular marcaba las seis y media, salió del armario en silencio para no despertar a su amiga caminando al baño para lavarse la cara lista para ir a la agencia después de su pequeña semana de descanso.

No era necesario utilizar sus habilidades de tigre para saber que su compañera Kyouka lo observaba desde el marco de la puerta estoica posiblemente esperando una respuesta ―Intente ser lo bastante silencioso para no levantarte, parece que falle, lo siento.

―No es necesario que te disculpes estaba despierta antes de eso.

Mentira.

―¿Quieres que prepare el desayuno? ―cuestiono dejando la toalla con la que se limpió el rostro otra vez en su lugar lo que no espero era un abrazo de ella intentándolo reconfortar ―No fue tu culpa Atsushi, no fue la culpa de nadie... ―dijo tan bajo como el canto de un pequeño pájaro en una mañana de invierno, le saco una sonrisa del rostro ―Lo sé.

El desayuno estuvo calmado en su mayoría eran simples elogios de la exasesina hacia su chef que ya sabía cocinar algo decente.

Saliendo del edificio se encontraron con el apartamento del piso siguiente siendo desamoblado por el camión de mudanzas ―¿A dónde crees que se lleven esas cosas Kyouka-chan? ―indago un poco melancólico al ver las antiguas pertenencias de su maestro ―Posiblemente las den a la caridad no hay un remitente específico para cosas tan simples.

―Lo sé.

En la agencia lo recibieron con tantos abrazos que lo asfixiarían en uno de esos tantos, Kunikida fue el primero en abrazarlo, decir que las palabras sobraban era cierto y que cada uno de los miembros lo abrazasen también solo quería provocarle un llanto.

Inclusive Ranpo le dio un fuerte abrazo diciendo que lo cargaba con todo su actitud positiva de ahí en más intento que su día fuese lo más normal y cotidiano.

Para ti en doce años en el futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora