Capítulo 12

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Blitzkrieg

La casa del presidente se encontraba en silencio, las cajas de mudanzas estaban repartidas por todo la casa, la cama del presidente tendida como lo había dejado la última vez y en su habitación Ranpo despertaba solo nuevamente, lo último que pasaba por su mente era el barco explotar y el fuego que parecía quemarle por completo.

Traía sus ante brazos vendados por las quemaduras junto a la misma ropa de ayer, su traje, su preciado traje el cual Yukichi se lo había mandado estaba arruinado de tan solo recordar comenzó a llorar, no sabía porque estaba ahí posiblemente Yosano y Kunikida lo dejaron ahí junto a su celular.

El teléfono de su hogar sonó, camino lento hasta contestar sin recibir ninguna palabra al otro lado de la línea.

―¡Si no vas a hablar mejor no llames! ―grito colgando estrepitosamente, no estaba de humor para soportar esa clase de cosas.

***

El día siguiente fue el entierro aunque lo único que enterraron fueron huesos, no todos porque algunos no lograron salvarse de las llamas aun así varios medios importantes del gobierno estuvieron ahí para despedirlo.

La agencia estaba devastada, el nuevo presidente Kunikida había empezado su labor a muy temprana edad, los demás agentes no podían parar de llorar inclusive la portadora del demonio de nieve se mantuvo llorando en silencio; el cielo era gris no porque estuviese listo para llover, no, eran los restos del incendio que no lograba despejarse aún.

La mafia le mando condolencias dando una justificación de su ausencia al parecer el jefe de la mafia había vuelto a recaer en el alcoholismo nuevamente.

Antes de cerrar el féretro dejo la carta que con tanto recelo le guardo ―Espero que la lea en el lugar donde esté ―susurro para verlo descender.

En el testamento se quedó con la casa y la mitad de la agencia pero él quería irse de ahí, se sentía sofocado, asfixiante ante la tristeza y la culpabilidad que rodeaba su entorno, no la vendería solo se mudaría a un nuevo lugar con Poe dejando las cosas del de cabellos plateados tal y como a él le hubiese gustado.

En el último día en esa casa que fue recibida con los brazos abiertos contemplo con nostalgia todo su entorno, habitación por habitación hasta llegar a aquella a la cual saco la caja que el hombre tanto oculto encontrándose con fotos, fotos tan antiguas que se sentía un historiador.

Todas eran de esos dos hombre en cualquier misión que tuviese, divirtiéndose, siendo felices y por ultimo una foto de una ecografía con una descripción por detrás Marie no sonaba tan mal se dijo, llevándose la caja con él y con un último vistazo desde la puerta principal salió de ahí comenzando una nueva etapa de su vida.

―Ranpo ¿no te gustaría ir a Boston? ―cuestiono Edgar mientras preparaban su nuevo hogar un departamento en una buena zona residencial con la mejor vista a la ciudad que cualquier hombre mataría por tener.

―¿Boston?

―Sí, necesitas respirar un nuevo aire que esta presión que intentas llevar ―soltó dejando la caja que llevaba en suelo para irlo a abrazar ―No sé si Kunikida lo acepte ―comento sin dejar de desempacar sus cosas, metidos en sus pensamientos como un robot con una sola función.

Maldijo a Kunikida cuando acepto el viaje, su viaje a la ciudad estadounidense fue callado demostrando las ganas que no tenía por estar ahí.

Recorrieron toda la ciudad, visitaron Salem el lugar donde Ranpo quería ir para vestirse de brujo y asustar a la gente pero ahora solo se quedaba admirando el paisaje con total frialdad desanimando al estadounidense.

Para ti en doce años en el futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora