Capitulo 14

12 4 0
                                    

"A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa."
~Edgar Allan Poe

Nos reunimos detrás de un árbol cuando la puerta de aquella cabaña se abrió.

Miley consiguió calmar mi ataque de furia, y mis ganas de entrar allí sin nadie que me ayudara. Me hizo entender que estando acompañada las cosas saldrían mejor y no era nada incierto. Espere.

–Tú y yo vamos por detrás.– dirigió el tío Axel a Miley, que se en su mirada, tan solo en su mirada pude ver claramente que se negaba a dejar sola, yo hice un gesto con él rostros, dejándole en claro que era lo mejor.

Estaba más que claro que Melody y yo éramos la que debíamos entrar por la puerta principal, aquella que se abrió en el momento en que mis pies aterrizaron en sus tierras.

Melody tomó mi mano y ese gesto ya lo conocía, solía hacerlo en los momentos de apuro, en los que se encontraba realmente asustada, horrorizada y triste. Pero no más que yo, jamás.

Sentía miedo por ella, por mamá, por todos y el mayor motivo de ello era Charly, por que su objetivo era yo, y sabía, desde lo más profundo de mi conciencia, sabía que a quien quería era a mi, únicamente.

Caminamos despacio, pero firme sin mirar atrás, la oscuridad no había desaparecido del todo, era madrugada y podía verse la claridad del amanecer. La hierba que empezaba a tomar su color verde estaba mezclada con las hojas secas que caían de los grandes árboles que había en el bosque, nuestras pisadas emitían el leve crujir de las hojas, los temblores no abandonaron nuestros cuerpos en ningún momento, nos detuvimos delante de aquella puerta, apreté la mano que sostenía de Melody y le di una mirada, una que gritaba a leguas y demostraba el miedo y el Pánico que de mi cuerpo se habían hecho dueño.

Pero todo no era miedo, también estaba decidida a lo que sea que tuviera que enfrentar allí.

En el momento en que mi cuerpo pasó por aquella puerta y mis pies tocaron el frío suelo de aquella cabaña, varios recuerdos me hicieron detenerme y frotar mi cien varías veces.

Andrey y yo, el día en que pisamos ese mismo lugar, el día en que fuimos separadas por primera y última vez. Mi pecho dolía, las herida empezaban a sangrar.

Me dolía la cabeza.

Voces.

Gemidos de dolor, un intenso dolor. Alguien sufría bajo tortura.

Charly, era producto de ella, estaba más que claro que me permitió escuchar y ver esas imágenes de mi madre siendo maltratada por ella.

Tenía tanto poder, que podía hacerme ver las cosas que quisiera, pero también si yo sé lo permitía escuchándola y deteniéndome a ver lo que me presentaba, pero como siempre, masoquista. Así era yo.

Todo desapareció de mi mente y pude volver a la realidad: Me encontraba bajo la oscuridad, con alguien que apreciaba mucho. Melody.

¿Oscuridad?

Era ese el lugar donde le gustaba estar, sin duda alguna Charly estaba ahí, sabía que habíamos llegado tras mamá, la oscuridad era su mayor obsesión, aparte de asesinar, devorar, destruir y arrastrar a todo el mundo a su desastre de vida. Poco.

El cuerpo de Melody chocó con el mío cuando me paré de golpe.

Aquella cabaña era sin dudas, una mención.
Estaba rodeada por grandes árboles que la había ver pequeña y oculta.

Un paso.

Otro paso que mandó una ola de escalofrío que nos envolvió a las dos. Pude sentir aquellas pisadas en la escalera de madera. Un pedacito de madera calló al suelo y nos hizo retroceder los pasos, cuando la persona que bajaba por ellas, pisó demasiado firme.

–Ve allí.– le ordene a melody en un susurro que sino fuera por él centímetro que nos separa, no la habría escuchado. –Ve ahora.– le repetí después de negarse a dejarme.

Asintió y se escondió debajo de las escaleras.

Solté y recuperé aire.

Charly detuvo sus pasos y supe que era ella cuando un rayo de la luna se posó en sus labios, los llevada de un color negro, tan negro que parecía ser algo natural, levantó la mirada y sus ojos estaban tan oscuros que por un momento me creí estar atrapada en ellos, en un abismo. Su cuerpo proyectó una sombra que no llegó a alcanzarme, pues teníamos una distancia respetable.

–Al fin estamos en casa, solo falta papá.– añadió rompiendo el silencio mientras que Pedro –Esperen ¿Pedro?– salió a la vista y detrás de él, otro chico de piel morena arrastraba a mi madre en un silla de rueda.

–¡MAMÁ!– grité mientras corría hacia ella, estaba horrible, su rostro estaba cubierto de sangre, sus manos estaban atadas a la silla de rueda al igual que sus pies. pero unas manos no me permitieron llegar allí y abrazarla sin importarme una mierda lo que hiciera Charly y su banda.

Giré mis pies para ver de quien se trataba si detrás de mi no había nadie más que melody.

–!Madre mía¡ ¿Pero qué haces Melody?– susurré en en sollozos. –¿Como podía hacer esto? ¿Como podía ser ella parte de toda esa monstruosidad.– maldita decepción la que me llevé.

Malditas expectativas.

Sus labios formaron una sonrisa torcida, una malévola y una que nunca había visto en Melody.

Las puertas se cerraron de golpe y todo quedó más oscuro.

Un grito desgarrador rompió mis tímpanos.

Un líquido mojó mis pies, y de repente, solo un segundo. Nadie me sostenía.

No veía nada, nada en absoluto.

No escuchaba.

Me sentí perdida o más bien: Muerta.

Mi hermana es un monstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora